«Llegamos aquí como inmigrantes y la fraternidad no la vemos por ningún lado», criticó este martes la congoleña Milor, una inmigrante que representa a un colectivo de cientos de menores no acompañados impactados por la organización de los Juegos Olímpicos de París.
EFE
A diez días de su inauguración, la joven de 16 años, procedente de la República Democrática del Congo, intervino junto a otros que se consideran damnificados por los JJ.OO. en un acto organizado por el colectivo ‘El reverso de la medalla’, formado por 80 oenegés y que denuncia los efectos secundarios de este acontecimiento planetario.
«Si estamos aquí no es porque Francia sea el país más bonito del mundo. Francia es uno de los países que vino al nuestro para explotarnos», manifestó la menor de edad, quien llegó a país europeo en enero de 2024.
La adolescente es una de las portavoces de un colectivo de menores inmigrantes no acompañados que alega luchar porque las autoridades francesas cumplan con la ley y les brinden acceso a la educación, abono de transporte y alojamiento por tratarse de personas especialmente vulnerables.
«Llegando como inmigrantes no vemos la fraternidad para nada», agregó Milor, evocando el lema de la República francesa «Libertad, Igualdad y Fraternidad».
Según el colectivo de menores, con sede en el este París, la organización de los Juegos ha reducido las plazas de acogida para ellos, empujándoles a quedarse en la calle o a ser evacuados por la policía a otras regiones de fuera de París en las que no tienen ningún tipo de red.
‘El reverso de la medalla’ calculó que 3.000 alojamientos para personas vulnerables han sido suprimidos en la región parisina por el Estado francés en vista de los JJ.OO. de un total de 100.000, lo que ha provocado la evacuación de 12.500 personas desde 2023, datos que difieren de los ofrecidos por las autoridades francesas (5.224 durante ese mismo periodo).
De acuerdo con Antoine de Clerck, uno de los representantes de las oenegés, muchas de esas plazas que tenían los hoteles para personas vulnerables -pagadas por el Estado francés- han sido eliminadas y reconvertidas para los turistas que vengan a los JJ.OO.
Milor explicó que su asociación representa a 800 menores no acompañados, pero que, en realidad, «miles de ellos» están en las calles de París y sus afueras sin ninguna solución.
Para denunciar esta situación, el colectivo organizó una mediática ocupación en el centro cultural de la Maison des Metallos, en Belleville, en el barrio XX de París (este).
Madres inmigrantes en situación precaria
Además de esta joven congoleña, intervino en el acto Abdoulaye, de Guinea Conakry y de su mismo colectivo.
‘El reverso de la medalla’ también invitó a otras personas afectadas por los Juegos que actualmente viven precariamente, muchas veces sin saber dónde dormirán ni qué comerán al día siguiente.
Niclette, Chimène y Jocelyne -tres madres de la República Democrática del Congo-; los malienses Abdoulaye y Tiemoko (colectivo de inmigrantes sin papeles); una mujer de etnia gitana de nacionalidad rumana llamada Laura; y Abdi, un somalí con documentos en regla expulsado de la que fue hasta hace un par de meses la mayor ocupación en Francia.
En Vitry-Sur-Seine, una localidad al sur de París, malvivieron 450 inmigrantes como Abdi en un edificio de oficinas abandonado que había sido ocupado por personas expulsadas de Seine-Seint-Denis, el departamento de las afueras de la capital francesa donde se celebra el grueso de los JJ.OO.
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