Muchos electores aconsejan al futuro presidente electo de Venezuela que simpatice con las necesidades económicas de la mayoría, busque inversiones extranjeras y promueve el fin de las sanciones extranjeras. Otros ciudadanos simplemente no votarán por decepción con los políticos.
Karin Godoy, una madre venezolana de dos jóvenes, sonríe enseguida que se le pregunta sobre la elección presidencial de su país del domingo 28 de este mes. “Estoy muy emocionada”, dice, confiada en que la votación resultará en una “mejoría” y un cambio social, económico y político en Venezuela.
Tras interrumpir su caminata junto a dos amigas en la extensa calle 5 de Julio de Maracaibo, en el occidente de su país, asegura que espera que la elección se traduzca en una “mejoría” económica, hasta el punto de que ninguno de sus hijos siquiera sopese la idea de emigrar, como millones.
“No quiero que se me vayan”, apunta a la Voz de América, insistiendo en que tiene “esperanzas” en que la elección se decantará por el candidato de la oposición, el diplomático Edmundo González Urrutia, favorito de la mayoría de las encuestas de firmas de trayectoria.
Su eventual victoria pondría fin a los 25 años continuos de gobiernos del chavismo, representado esta vez en la boleta por el presidente Nicolás Maduro. Godoy dice estar segura de que la derrota del mandatario, ya con 11 años en el poder, significaría que Venezuela “va a cambiar”.
“Queremos que se vaya Maduro”, subraya y, enseguida, una señora que camina a sus espaldas, a quien no conoce, la apoya en voz alta: «¡Eso es verdad!».
Según firmas encuestadoras privadas, 8 de cada 10 venezolanos espera que haya un cambio en su país luego de la elección, si bien quien gane no asumirá la presidencia hasta enero de 2025, es decir, seis meses después.
Muchos electores, como Lenín Rijos, trabajador de una empresa de seguridad, esperan que las votaciones deriven en soluciones para el problema que está en boca de todos: la economía.
“Es lo que más nos afecta”, asegura, cargando en una mano una bolsa con comida. Su país, explica, ya no vive la escasez de productos que experimentó hace años, pero ahora parece haber mucho que comprar e insuficiente dinero para ello.
“Hay que mejorar salarios y que los precios se mantengan, que el salario sea justo y bueno”, aconseja a cualquiera de los candidatos que ganen la elección.
Venezuela ha vivido una crisis económica aguda en la última década que se tradujo en el deterioro de las condiciones de vida de sus ciudadanos, según expertos y organizaciones no gubernamentales, así como diferentes organismos de las Naciones Unidas (ONU).
Los aprietos económicos del país suramericano se han expresado en indicadores negativos sin precedentes de inflación, dos reconversiones de la moneda, una caída del producto interno bruto superior a los 70 puntos y la hegemonía del dólar sobre el bolívar.
El dinero no rinde
El oficialismo atribuye la culpa de los aprietos financieros a la política de sanciones económicas en contra del gobierno nacional, con acento en la industria petrolera, de parte de Estados Unidos. José Guanipa, empleado de un ente estatal, secunda el argumento.
“La crisis es por el problema de Estados Unidos, por el bloqueo”, asegura, poco luego de comerse un pastelito (masa salada frita) de queso, en la avenida Delicias de Maracaibo, y calcando los pronunciamientos del presidente Maduro sobre la economía venezolana.
Dice haberse alegrado por la reciente reanudación de conversaciones entre los gobiernos de Joe Biden y Maduro. Ese gesto, cree, sugiere que ganará Maduro, a quien dará su voto.
González espera que se estabilice el precio del dólar oficial, ceñido a un control de cambio desde hace 21 años, aunque ahora de tipo fluctuante, y que los comerciantes dejen de “redondear” e inflar precios, calculando hasta 4 bolívares más por cada dólar, detalla.
“No te rinde el dinero porque no hacen cumplir en realidad el valor del dólar. Aquí no hablamos inglés todavía. Cuando hablemos inglés, muy bien”, puede imperar el dólar, expresa con sarcasmo sobre el impacto de la moneda estadounidense ha cobrado en las transacciones del país.
Entre decepción y esperanzas
La inminencia de la elección presidencial no significa que todos los venezolanos estén convencidos de votar. Las firmas encuestadoras privadas prevén una participación superior al 60% del electorado, lo que favorecería a la oposición, pero también hay quienes no participarán pues esperan poco o nada de la política, como Sabrina Paz, de 28 años.
“Estoy bastante decepcionada de la política”, declara mientras aguarda sentada por un bus del transporte público. La joven remarca que no apoyará a ningún candidato, “ni de aquí ni de allá”.
Estamos necesitados ahorita».Néstor González, venezolano pensionado.
Néstor González, un obrero jubilado de la Universidad del Zulia y pensionado, de 65 años, también dice estar harto de los muchos candidatos que en su nación “prometen algo y nadie cumple”. Sin embargo, tiene a mano un consejo para quien gane la elección de fin de mes: “que nos dé un buen sueldo”.
«¿Quién se mantiene con los 130 bolívares (poco más de 3,5 dólares) de la pensión? ¿Qué compráis con eso? No compráis nada”, manifiesta González, irritado, antes de buscar refugio de una llovizna bajo el techado de una venta de electrodomésticos.
A su juicio, el salario mínimo ideal tras la elección debería rondar los 400 o 500 dólares por mes, un monto cercano a lo que las empresas privadas pagan a los empleados de sus cargos gerenciales, según estimaciones.
Johnny Reyes, de 66 años, por su parte, dice tener claro quién es el candidato capaz de “sacar a este país adelante: el opositor González Urrutia, a quien define como un hombre “serio”. A él, le aconseja fomentar la inversión extranjera y tener mano firme contra la corrupción.
Eluz Tejeda, una empleada de un colegio privado, de 46 años, admite creer que hay aires de “cambio” en Venezuela. “Sé que todo no va a cambiar de la noche a la mañana, pero va a haber otro aire de democracia y libertad”, afirma, mientras camina hacia su trabajo.
Tiene un peculiar recomendación para quien resulte ganador dentro de unos días: “que vaya a hacer mercado con nosotros, que viva en una casa donde haya niños pequeños o ancianos enfermos para que vea lo que se gasta”.
Sólo luego, indica, el presidente de Venezuela podrá fijar «un sueldo digno para todos” y enderezar el entuerto de una economía aún en apuros.