La muerte del futbolista de 27 años a causa de una arritmia cardíaca generó conmoción en todo el mundo del fútbol. El jueves por la noche ingresó en estado crítico al hospital Albert Einstein y desde el parte médico informado el domingo se sabía que, por los daños neurológicos, la situación era irreversible. En la noche del martes, Nacional informó su fallecimiento.
Una vez conocida la noticia, la sede del club uruguayo comenzó a recibir hinchas que dejaban sus flores, camisetas, cartas y fotos como un último homenaje al futbolista uruguayo. Dos mujeres jóvenes vieron pasar el féretro y, a los pocos minutos, pegaron con cinta adhesiva su cartel. “El corazón se detiene, el alma es eterna”, decía el texto que imprimieron sobre una foto en blanco y negro de Izquierdo.
En las rejas de la sede también había espacio para camisetas de Peñarol, el otro grande de Uruguay al que Izquierdo defendió en 2019. El duelo por la muerte de un joven futbolista dejó de lado, al menos por un momento, una de las rivalidades históricas del fútbol.
Fue algo que el presidente de Nacional, Alejandro Balbi, destacó al hablar con los medios. A la sede tricolor llegó una delegación de Peñarol, encabezada por el entrenador Diego Aguirre, el titular del club, Ignacio Ruglio, y cerca de 10 futbolistas.
También estuvieron los jugadores de San Pablo, el rival que hace una semana eliminó a Nacional de la Libertadores. El gesto de los futbolistas fue enaltecido por los hinchas uruguayos. El club brasileño jugó en la noche del miércoles y en la madrugada del jueves tomaron un vuelo para estar en Uruguay. Viajaron el uruguayo Michel Araujo, los argentinos Jonathan Calleri y Giuliano Galoppo, y los brasileños Rafinha y Wellington Rato.
“Es un momento difícil. No tengo palabras para decir. Queríamos estar aquí porque vivimos todo lo que pasó ahí, en el Estadio. Le deseo fuerza a la familia, a la señora y a los padres. Que tengan fuerza para seguir la vida. Sé que es duro”, dijo Rafinha, el capitán de San Pablo, al abandonar la sede a Canal 12.
Izquierdo era un futbolista de pocas palabras. De hecho, el presidente Balbi había tenido pocas conversaciones con el jugador. Fue recién durante su agonía en San Pablo que se acercó a su historia de vida. La familia le contó de las primeras prácticas del baby fútbol, de los primeros zapatos que tuvo, del noviazgo con su señora. Supo también que Izquierdo había sido abanderado en la escuela, que tuvo que luchar contra las lesiones. Que siempre quiso triunfar para darle lo mejor a los padres.
Balbi dijo estar “herido” y contó que todos los jugadores del plantel del Nacional quedaron “liquidados” con la noticia. “Cuando vayamos a practicar a Los Céspedes [el centro de entrenamientos de Nacional], va a haber una silla vacía. Y te va a estar recordando que en esa silla estaba Juan”.
Izquierdo –o Negrón, como lo llamaron sus compañeros al despedirlo en las redes sociales– era padre de un niño de dos años y de un bebé de diez días, a quien ni siquiera había podido ir a anotar al Registro Civil.
Jorge Barrera también llegó a la sede de Nacional. Fue quien, siendo presidente de Peñarol, llevó a Izquierdo al club, como recordó al charlar con la prensa. El dirigente contó que, pese a ser un católico practicante, no encuentra explicación a lo que sucedió.
“Recuerdo la ilusión con la que él llegó al club en 2019. Pensar que cinco años después tengo que venir a despedirlo en estas circunstancias me hace entender que muchas veces las prioridades de la vida no las tenemos donde las tenemos que tener. Ojalá que no sea solo un momento, un día, una situación puntual. Ojalá que nos lleve a todos a diferenciar lo esencial de lo accesorio”, dijo.
El saludo final
Cientos de hinchas de Nacional llegaron hasta la sede de la avenida 8 de octubre para la despedida de Izquierdo. El tiempo era ajustado. Los hinchas entraban a la sede y debían caminar sin parar hasta llegar a estar a unos cinco metros del cajón con los restos del futbolista. Algunos les pedían a los guardias de seguridad que alcanzaran las flores que llevaron como ofrenda.
Otros eligieron dejar sus mensajes pegados en la reja. Una hincha de Peñarol –como firmó en su carta– se dirigió a Izquierdo: escribió que rezó por él en su agonía, aunque no fue suficiente y le mandó el apoyo a la familia y a los “dos angelitos”. “Ojalá alguno tenga esa hermosa sonrisa. ¡Mucha fuerza! ¡¡Vuela alto!!”, expresó.
Otro hincha escribió en primera persona lo que sintió al ver la imagen de Izquierdo en blanco y negro, en un posteo de Nacional que anunciaba su muerte.
En su carta, el hincha cuenta que sintió un “planchazo en el pecho” cuando no tuvo otra opción que admitir que todo era cierto. Fue una noticia que lo hizo replantearse la vida entera y saberse pequeño e impotente. Le hizo reconocer que “el fútbol no lo es todo”. “Que a veces somos muy duros y que, debajo de la camiseta, hay un alma corriendo cada pelota”.
Hubo cientos de hinchas que se quedaron sin entrar a la sede de Nacional porque el tiempo no fue suficiente. Pero sí pudieron ver cuando el capitán del club, Diego Polenta, el presidente Balbi y otros familiares llevaron el cajón con los restos de Izquierdo. Y fue entonces que los aficionados eligieron un clásico de la hinchada para la despedida final. “Ni la muerte nos va a separar, desde el cielo te voy a alentar”, cantaron.
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