Varios pueblos indígenas de las tierras bajas de Bolivia están condenados a «desaparecer» por efecto de los incendios forestales y el desplazamiento forzado que deben realizar para preservar sus vidas, dijo este martes a EFE el director del Centro de Estudios Jurídicos y Sociales (Cejis), Miguel Vargas.
EFE
Las comunidades indígenas asentadas en los departamentos de Santa Cruz, Beni y Pando, en el oriente y la Amazonía del país, pasan por una «situación crítica» ya que están «amenazadas y presionadas por la presencia del fuego», mencionó Vargas.
Algunos pueblos con mayor afectación son el ayoreo, en Santa Cruz; Tsimane y Sirionó, en Beni, además del Ese Eja, en el departamento norteño de Pando.
Vargas mencionó que en los últimos cinco años «el fuego ha alcanzado de manera directa 45 territorios indígenas de los 58 reconocidos por el Estado boliviano, de los que siete tienen una afectación importante».
El director del Cejis mencionó que desde 2019, el año en que el fuego devastó más de 5,3 millones de hectáreas de bosques y pastizales, «no se había visto una situación de emergencia como la que se está viendo ahora».
Este año la magnitud del fuego, que el Gobierno estima ha consumido 3,8 millones de hectáreas, provocó una situación mucho más alarmante en las tierras afectadas debido a la contaminación del aire, a lo que se añade el daño a las fuentes de agua naturales por la ceniza, lo que la hace no apta para el consumo humano.
Esto desencadenó que muchas comunidades indígenas tuvieran que salir de sus tierras para ir a vivir a ciudades intermedias, en donde finalmente se quedan, por lo que «van perdiendo la posibilidad de reproducir sus sistemas de autoridades y sistemas productivos», sostuvo.
Vargas afirmó que los pueblos en una condición de «minoría demográfica» son los que «están destinados a desaparecer y al etnocidio», por lo que una vez desplazados es poco probable que regresen a sus tierras para mantener su cultura.
Un factor que activó los incendios forestales fue el descontrol de las quemas autorizadas o ‘chaqueos», que es una práctica permitida para habilitar los terrenos para la siembra, el ganado o la extensión de la frontera agrícola.
Al respecto, Vargas dijo que la frontera de las tierras para los monocultivos y el ganado se ha extendido a los bosques y ha afectado a grupos indígenas dedicados a la recolección o la caza, que sienten el efecto de ese cambio.
Suramérica acumuló entre el 1 de enero y la segunda semana de septiembre de este año más de 350.000 incendios forestales, el mayor número para tal período en los últimos 15 años, según los datos divulgados por el Instituto Brasileño de Investigación Espacial (INPE).
Bolivia se declaró en «emergencia nacional» para recibir ayuda internacional y ordenó una «pausa ambiental indefinida» a las quemas autorizadas; sin embargo, la situación aún es crítica.
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