Uno de los pocos garantes que le restan al mandatario venezolano Nicolás Maduro, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, puede estar llegando al límite de su paciencia y casi estar tirando la toalla en sus relaciones con el país vecino, después que un fiscal venezolano lo acusó de ser «un agente de la CIA», el servicio secreto de inteligencia del gobierno de Estados Unidos. El diario Folha de São Paulo informó, que tanto en la sede del Itamaraty, la cancillería brasileña, como en los corredores del Palacio del Planalto, han considerado entrar en un nivel de «contención de daños» en su relación con Venezuela, lo que incluye no asistir a la investidura de Maduro en Caracas.
«Para mí, Lula fue cooptado en la cárcel. Esa es mi teoría», dijo esta semana el fiscal general de Venezuela, Tarek William Saab, aliado de Maduro en una entrevista a Globovisión. Saab también criticó al presidente de Chile, Gabriel Boric, que se ha posicionado en contra de la reelección de Maduro. «Parte de esta supuesta izquierda cooptada por la CIA y Estados Unidos en América Latina tiene ahora dos portavoces. Lula, que no es el mismo que cuando salió de la cárcel, por todas las cosas que ha acusado ahora, no es el mismo en nada: ni en su físico, ni en cómo se expresa», atacó el fiscal general venezolano. Saab fue más allá y, dirigiéndose directamente a Lula, dijo: «¿A ti qué te importa? ¿Quién eres tú, Lula, para meterte en los asuntos internos de Venezuela?».
Las declaraciones han sido la gota de agua en la paciencia de Lula y de sus diplomáticos, que desde las elecciones de julio en ese país han tratado de mantenerse neutros sin admitir claramente la posibilidad de un fraude contra el principal candidato de la oposición, Edmundo González Urrutia.
La decisión de ir contracorriente de la mayoría de las organizaciones independientes y de los Gobiernos democráticos occidentales que han apuntado un fraude electoral, ha dejado a Lula en una situación delicada tanto en su política externa, como en la interna, donde la neutralidad le ha costado un desgaste en su popularidad e impactado a sus candidatos en las elecciones municipales, al asociarlo a la izquierda radical, y no de centro, como prefiere colocarse.
«Hay gente en el Palacio del Planalto que no quiere ver a Maduro ni de espaldas. Pero inclusive así, llegaron a soñar con una negociación que volviese el proceso electoral menos obsceno y menos deshonroso para el Gobierno Lula», escribió Bruno Boghossian, especialista de política de Folha de São Paulo desde Brasilia.
La Secretaría de Comunicación Social de la Presidencia de la República y el Ministerio de Relaciones Exteriores no se pronunciaron oficialmente sobre las declaraciones del fiscal general venezolano. Ambas instituciones fueron fundamentales en la posición brasileña de tratar de promover un diálogo entre Maduro y la oposición y tratar de convencerlo a presentar las actas electorales, sin éxito.
Según Folha de São Paulo, la cancillería brasileña aún descarta cualquier ruptura y prefiere el pragmatismo, mantener abiertos los canales para negociaciones comerciales, como la importación de energía, y los diplomáticos, como la búsqueda de un salvoconducto para sacar a los opositores de la embajada argentina en un avión de la Fuerza Aérea Brasileña. Pero ya se especula internamente que Lula no asistirá a la investidura de Maduro el 10 de enero, diplomáticos brasileños creen inclusive que no será ni siquiera invitado.
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