Colombia parece estar cada vez más sola en su postura sobre las cuestionadas elecciones del pasado 28 de julio en Venezuela. La creciente enemistad entre el país vecino y Brasil, así como la posición no intervencionista de México, plantea un escenario más complejo para el gobierno de Gustavo Petro en su búsqueda de una resolución pacífica de la crisis política.
A día de hoy la postura del gobierno colombiano, explicada por el canciller Luis Gilberto Murillo, es que hasta en tanto no se conozcan las actas electorales -el Consejo Nacional Electoral de Venezuela no ha mostrado evidencias del supuesto triunfo de Nicolás Maduro- no se reconocerá un triunfador de los comicios.
Brasil, en conjunto con Colombia, ha hecho la misma exigencia. Sin embargo, el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva ya habría perdido la paciencia y la confianza con Maduro y prueba de ello fue la negativa para permitir el ingreso de Venezuela al club de países emergentes o bloque de los Brics.
“No es una cuestión de régimen político, es una cuestión de pérdida de confianza. Nos dijeron una cosa e hicieron otra”, destacó el asesor de Lula da Silva Celso Amorim, en una entrevista exclusiva que le brindó al diario O Globo en referencia a la promesa de Maduro de entregar las actas de votación de las elecciones del pasado 28 de julio en Venezuela.
Para María Gabriela Trompetero, investigadora y docente en la Universidad de Bielefeld (Alemania), después de la reciente posición de veto de Brasil frente a la entrada de Venezuela a los BRICS+, Colombia sigue siendo uno de los pocos países democráticos en la región que “continúa sin mostrar una postura contundente de rechazo frente al comprobado fraude electoral en Venezuela y el aumento de las violaciones masivas de derechos humanos que sufren los venezolanos en este contexto”.
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