La detención de un gendarme argentino en la frontera entre Venezuela y Colombia ha agravado aún más si cabe las tensas relaciones diplomáticas entre Caracas y Buenos Aires, marcadas por el asedio extremo a la legación diplomática argentina en Caracas. El suboficial de la Gendarmería Nacional Argentina, el cabo primero Nahuel Agustín Gallo, fue capturado el domingo pasado por fuerzas chavistas tras pasar el control fronterizo del Puente Internacional Francisco de Paula Santander, que separa la colombiana Cúcuta y la venezolana Ureña.
El gendarme pretendía visitar a su pareja, a su hijo y a la familia de ella, naturales de Táchira, el estado fronterizo con Norte de Santander. «Pese a la naturaleza estrictamente personal de su visita, fue detenido de manera inmediata, sin motivo legítimo alguno y en abierta violación de sus derechos fundamentales», protestó la Cancillería Argentina y el Ministerio de Seguridad en un comunicado conjunto. Ambos organismos expresaron su «más enérgico rechazo ante la detención arbitraria e injustificada».
Buenos Aires ha exigido, «de forma categórica e inmediata, la liberación de nuestro funcionario. La Argentina no tolerará actos de esta naturaleza contra sus ciudadanos y deplora este tipo de prácticas que contravienen los principios esenciales del respeto a la libertad individual y la dignidad humana».
Un gendarme argentino cruzó a Venezuela a visitar a su mujer e hija y fue detenido por el régimen chavista.
Exigimos la INMEDIATA liberación de este ciudadano argentino. Maduro, cada minuto que lo retengas va a ser un paso más hacia tu propio fin. pic.twitter.com/TisulVGPMp
— Patricia Bullrich (@PatoBullrich) December 13, 2024
A la detención del gendarme se ha sumado más tarde la captura de un empleado local de la embajada argentina, «en violación flagrante e inaceptable de las normas internacionales que garantizan la inviolabilidad de las sedes diplomáticas y la protección de su personal, incluidos aquellos que desempeñan funciones esenciales», informó la Cancillería desde Buenos Aires, que exigió su liberación inmediata.
«Es necesario garantizar la liberación del empleado local, la entrega de los salvoconductos y el fin del hostigamiento y el terror psicológico ejercido por el régimen de Nicolás Maduro contra la misión diplomática argentina y las personas bajo su resguardo», añadió el gobierno argentino, que reclamó medidas inmediatas a la Secretaría General de Naciones Unidas.
El actual asedio contra la Embajada de Argentina en Caracas, bajo bandera brasileña, y las pésimas relaciones entre Maduro y el presidente Javier Milei, convierte en estratégica esta detención. En las últimas horas Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), denunció la presencia de un francotirador en la vivienda colindante a la legación diplomática, que sufre desde hace 20 días el corte del suministro eléctrico y del servicio de agua. El sitio cuasimedieval incluye también el bloqueo a la entrada de alimentos y agua potable, además del sobrevuelo de drones.
La desaparición del gendarme en territorio venezolano rememora el caso abierto en agosto con dos turistas vascos, capturados en el Amazonas durante sus vacaciones. A José María Basoa y Andrés Martínez, definidos por el propio Nicolás Maduro como los «turistas terroristas», se les acusó inicialmente de ser miembros del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) para posteriormente señalarles directamente como sicarios que formaban parte de una conspiración imposible para derrocar y asesinar al «presidente pueblo». Algo complicado para un fontanero y un desempleado a 750 kilómetros de distancia de la capital venezolana.
«Es un nuevo tipo de turismo, turismo de aventura, vienen a poner bombas y a matar gente aquí. ¡Turismo explosivo!», ironizó el mandatario revolucionario.
La realidad es que el chavismo, desde hace años, aprovecha las detenciones casuales o intencionadas de ciudadanos extranjeros para convertirlos en rehenes de la revolución, mucho más si proceden de países enemistados. De Basoa y Martínez no se sabe mucho más después de cuatro meses de demandas continuas del gobierno de Madrid: al parecer no han sido torturados y como el resto de extranjeros permanecen en la prisión del Helicoide, una de las sedes del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN), la policía política de Maduro. Esta cárcel, considerada uno de los peores centros de torturas del chavismo, fue vaciada de presos comunes y en su interior sólo permanecen presos políticos y todos los extranjeros.
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