La decisión que adopte el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, con respecto al sector petrolero venezolano apunta a que no se regirá solo por la intención de propiciar un cambio político, sino que el tema energético actual tendrá su peso en las consideraciones, así como las implicaciones macroeconómicas para los Estados Unidos.
“Veo más factible que Trump opte por el pragmatismo tomando en cuenta que todo afronta problemas macroeconómicos y entre ellos los precios de los combustibles. Acaban de salir del asunto inflacionario, pero pueden volver y puede ser su principal problema económico durante los primeros seis meses de gobierno”, comenta Oswaldo Felizzola, coordinador del Centro Internacional de Energía y Ambiente del IESA.
“Lo que pueda decidir Donald Trump está en función de lo que es su plan de gobiernos que está definido en el Proyecto o la Agenda 2025, que proviene de un grupo de Think Tank del partido Republicana y en ese documento el tema energético y petrolero es importante porque se quiere que Estados Unidos produzca petróleo cuánto pueda e independizarse o tener una autonomía energética con un objetivo entre varios como es el de producir un crudo más barato y vender uno más caro”, agrega.
Indica que Estados Unidos podría mantenerse la importación de petróleo venezolano, que se compraría a cerca de 13 dólares mensos que el WTI para comprar un crudo barato y poder exportar un crudo caro producido en Estados Unidos y eso le aportaría una ganancia.
Agrega, no obstante, que la situación de Venezuela se enfrenta al repunte significativo que muestra su país vecino como es Guyana, donde la producción este año puede llegar a 1,2 millones de barriles diarios, y allí si se encuentra las compañías estadounidenses participando plenamente y con más ventajas fiscales.
El abogado y especialista en temas energéticos, Richard Bolívar, menciona que el incremento mayoritario de la producción en los dos últimos años se debe básicamente a la licencia de que tiene Chevron y también a la autorización que recibió Repsol, lo que una reversión de esas autorizaciones tendría su efecto negativo.
“El presidente Trump ha hecho unos anuncios de funcionarios que hacen presumir el regreso de la política de máxima presión como el nuevo secretario de Estado, Marco Rubio, pero tiene un asesor especial para misiones especiales que tiene una postura distinta y el secretario de Energía viene del sector petróleo. Me inclino a pensar que tendrá una posición pragmática”, sostiene Bolívar. “La decisión de las sanciones. Mayoritariamente. se adoptó durante el primer gobierno de Trump y no dieron el resultado que se esperaba en los Estados Unidos; y está la decisión de reconocer a Juan Guaidó como presidente no generó ningún cambio y llevó al riesgo que Venezuela pueda perder Citgo”, añadió.
Con respecto a la posibilidad de que los Estados Unidos logre reducir las importaciones de petróleo gracias a los proyectos de shale oil, el economista José González, consultor de la firma GCG Advisor, menciona que hay proyecciones de elevar la actual producción doméstica de 13,5 millones de barriles diarios hasta en 3 millones adicionales. “Ese petróleo tiene unas implicaciones ambientales y buena parte del petróleo venezolano atiende la demanda de las refinerías que están en lo que ahora se llaman el Golfo de América (México) y la economía estadounidense aún tiene por resolver el tema inflacionario y uno de los problemas está en los precios de los combustibles”, indicó.
Trump durante su primer día de su segundo mandato solo se refirió a Venezuela a una pregunta de un periodista y respondió: “Vamos a ver qué pasa con Venezuela. Estamos observándola con mucha atención, pero probablemente vamos a dejar de comprarle petróleo a Venezuela, no necesitamos ese petróleo porque tenemos suficiente y eso va a tener un gran impacto en Venezuela”.
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