Las energías renovables verán crecer su capacidad mundial en un 50% de aquí a 2024, impulsadas sobre todo por las pequeñas unidas solares, un aumento «alentador» pero insuficiente para reemplazar las energías fósiles, afirmó el lunes la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
Tras un estancamiento en 2018, debido a las nuevas orientaciones presupuestarias en China, el sector volvió a dispararse, con un crecimiento de dos cifras anticipado para 2019, según el informe «Renovables 2019» de la AIE.
Para los próximos cinco años, la agencia prevé un aumento de 1.200 gigavatios de nuevas capacidades, es decir, el equivalente a la capacidad eléctrica actual de Estados Unidos.
Gracias a las políticas gubernamentales y la caída de los costes, las energías renovables pasarán del 26% al 30% de la producción de electricidad mundial, por detrás del carbón (alrededor de 34%).
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«Estamos en un momento de transición», resume el director de la AIE, Fatih Birol. Las energías «solar y eólica están en el corazón de las transformaciones del sistema energético». Pero «serán necesarios más esfuerzos», para el clima, la calidad del aire o el acceso a la energía.
El organismo pronostica un crecimiento «espectacular» (60% de la progresión de las renovables) en el sector solar fotovoltaico, sobre todo a nivel de las instalaciones «descentralizadas», en comparación a las grandes centrales solares. Se trata de todos los dispositivos colocados en viviendas, empresas o supermercados, capaces de producir su propia energía.
En muchos países, los costes de producción de estas instalaciones han caído hasta el punto de ser más baratos que los precios de venta facturados por los proveedores de electricidad. Y la AIE estima que caerán todavía más, de un 15% a un 35% antes de 2024.
China, la Unión Europea, Estados Unidos e India se verán afectadas, pero también África y varios países de Asia, donde estos dispositivos representarán «un primer acceso a la electricidad para cerca de 100 millones de personas en los próximos cinco años», dijo a la prensa Paolo Frankl, responsable del ámbito de las renovables en la AIE.
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– «Crecimiento meteórico» –
Estos sistemas funcionan especialmente bien en las plantas industriales y comercios, activos durante el día, cuando se llega al máximo nivel potencial de la energía solar.
A nivel de los particulares también, donde el número de tejados equipados con estas instalaciones tendría que duplicarse, hasta cerca de 100 millones antes de 2024, según la AIE. Es decir, 6% de la superficie de la superficie de tejados disponible. Lideran la lista Australia, Bélgica, California, Holanda y Austria.
«Un crecimiento tan meteórico, fuera de los círculos de los suministradores de energía tradicionales, transformará la forma en que producimos y consumimos electricidad», advierte Fatih Birol.
«Su desarrollo tiene que gestionarse bien, con tal de garantizar ingresos estables para el mantenimiento de las redes, contener los costes de integración al sistema y repartir de forma igualitaria los costes entre los consumidores», prosigue.
Estos sistemas «dan mucho poder a los productores de energía individuales», resume, pero también «dan a los ciudadanos la manera de contribuir al combate contra el calentamiento climático».
Otro sector prometedor es la energía eólica marina, que actualmente solo produce 0,3% de la electricidad mundial. «No es nada, pero el potencial es enorme en Europa, Estados Unidos y China», aseguró Birol.
Las energías hidráulica y la eólica terrestre también seguirán una tendencia a la alza.
Los márgenes de progreso son inmensos, mientras que las emisiones de CO2 de las energías fósiles, la primera causa con diferencia del calentamiento climático, no parecen decaer.
Respecto a los desplazamientos, a pesar de los vehículos eléctricos, la electricidad verde solo representará en 2024 el 10% de las energías renovables utilizadas en los transportes (el resto proviene de los agrocarburantes, y teniendo en cuenta que la electricidad es de origen fósil en gran parte de los países), destaca la AIE, que defiende una mayor regulación y medidas de apoyo.
«La desconexión entre las declaraciones de los gobiernos (sobre el clima) y lo que pasa en la vida real es una gran preocupación», alerta además Birol.
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