La dirección socialista ha decidido acelerar al máximo las negociaciones con los partidos y desbrozar así el camino para que Pedro Sánchez pueda cumplir su objetivo de ser investido presidente antes de Navidad. El objetivo del PSOE es llegar a la constitución de las Cortes, el próximo día 3, con el apoyo asegurado de al menos 168 diputados: los 155 que suman los socialistas con Unidas Podemos, además de los seis del PNV, los tres de Más País-Compromís, y el resto de algunos grupos minoritarios como el Partido Regionalista de Cantabria, Teruel Existe o el BNG.
Por CAMILO S. BAQUERO | El País
Los socialistas se dirigirán a la Casa Real, una vez que Felipe VI regrese de su viaje a Cuba, para estudiar la posibilidad de que las consultas del jefe del Estado con los distintos portavoces parlamentarios comiencen inmediatamente después de la constitución de las Cortes. Los cálculos del PSOE son que la sesión de investidura comience el lunes 16 de diciembre. Ese día, Sánchez expondría ante el Congreso su programa de Gobierno. Al siguiente, intervendrían los portavoces de los grupos y tendría lugar la primera votación, en la que se requiere mayoría absoluta. Todo indica que sería necesaria una segunda votación, a celebrar 48 horas después y en la que al candidato socialista le bastaría con obtener más apoyos que rechazos. Con ese calendario, el viernes 20 Sánchez tomaría posesión de su cargo y a continuación anunciaría la composición de su gabinete.
Si consiguiese esos 168 votos favorables, la investidura quedaría pendiente de la abstención de ERC, pero el líder republicano y vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès, ha dejado claro que los codiciados 13 votos de su formación solo serán de abstención en la hipotética investidura de Sánchez “si hay una mesa de negociación” sobre la situación en Cataluña. Para conseguir ese objetivo, Aragonès no dudó en usar el actual escenario de tensión en la frontera con Francia, con carreteras cortadas y boicoteadas por los CDR. “Necesitamos una mesa de diálogo y negociación, pero necesitamos a la gente movilizada; no podemos aflojar”, dijo el vicepresidente del Govern en Catalunya Ràdio.
Esa frase recordó al “apreteu” de Quim Torra de hace unos meses, y tiene como objetivo allanar el camino a las exigencias de Esquerra en la negociación de cara a la investidura. Oficialmente, las conversaciones entre los socialistas y ERC comenzarán este jueves, con una reunión entre sus portavoces en el Congreso, Adriana Lastra y Gabriel Rufián, que mantienen una buena relación desde hace tiempo. Desde las filas republicanas insisten en que se trata solo de una primera toma de contacto. “Iremos a explicarles que estamos en el no. Se tendrán que mover mucho”, explican fuentes del partido catalán.
Aragonès insistió en la idea de que el escenario actual es muy distinto del de julio, cuando su formación se abstuvo en el debate de investidura, o incluso al de septiembre, antes de la sentencia del procés, cuando el propio Rufián se mostraba favorable a desatascar el bloqueo. El vicepresident dejó claro que en la actual mesa de negociación que requiere ERC “el referéndum de autodeterminación se tiene que poder discutir” —junto con una amnistía para los políticos presos— y que los resultados de ese foro “tienen que tener garantía de cumplimiento”. Fuentes republicanas dejan abierta la posibilidad de que las concreciones que se deriven de los acuerdos de esa mesa lleguen después de la investidura, pero sí quieren algún tipo de visibilización.
Esa referencia a la autodeterminación fue el detonante, junto con la presencia de un relator, del fin del diálogo que comenzó con la declaración de Pedralbes, suscrita en Barcelona entre Pedro Sánchez y el president Torra. Sánchez, ahora, no le coge el teléfono a Torra. Y en la reciente campaña endureció sus mensajes contra él por no condenar con contundencia los graves actos de violencia en Cataluña. Aragonès sí condenó los disturbios desde el principio.
La rapidez con la que el PSOE y Unidas Podemos cerraron el lunes el preacuerdo para un Gobierno progresista de coalición cogió a ERC con el pie cambiado y con muy poco tiempo para armar su estrategia de cara a una negociación incómoda. El texto de la coalición subraya que en Cataluña hay un problema de “convivencia”; ERC y Junts per Catalunya rechazan esa formulación.
A ERC le gustaría que PSOE y Podemos “suavizaran” esa redacción y se limitaran a referir que en Cataluña hay “un problema político” para encajar más fácilmente su voto hacia la abstención. Esa cesión agradaría también a EH Bildu, que con cinco escaños podría considerar una abstención pese a las afirmaciones más maximalistas que este miércoles expresó su líder, Arnaldo Otegi, en rueda de prensa en San Sebastián.
Hay debate interno en ERC sobre cómo abordar esos contactos. Voces posibilistas, como la de Rufián o la del exportavoz en Madrid Joan Tardà, defienden que a los republicanos les toca “profundizar en el diálogo y el no bloqueo en Madrid”. El presidente del grupo parlamentario republicano en Cataluña, Sergi Sabrià, aclaró en las redes sociales que Tardà —un referente de los republicanos— no expresa la opinión de ERC. Un sector de esa formación tiene ya en mente unas futuras elecciones catalanas, aún sin fecha, en las que Junts per Catalunya no dudaría en criticar a los republicanos si facilitan la investidura.
Mientras ERC aclara su posición, el PSOE ha comenzado a lanzar el guante a otros partidos susceptibles de apoyar la investidura de Sánchez: PNV, Más País y Compromís, con quienes estableció este miércoles una primera toma de contacto. La número dos del PSOE, Adriana Lastra, conducirá la negociación junto al secretario general, Rafael Simancas.
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