Venezuela sufre una debacle similar a la de un país en guerra: en seis años el tamaño de la economía se ha reducido a la mitad, la inflación es de cinco dígitos y el consumo desciende vertiginosamente. Al mismo tiempo, más de cincuenta países consideran fraudulentas las elecciones con las que Nicolás Maduro se reeligió como presidente en 2018 y Estados Unidos, al igual que la Unión Europea, han impuesto sanciones al gobierno y sus principales funcionarios.
No obstante, Nicolás Maduro continúa en el poder y ha tomado una serie de medidas que por ahora le permiten avanzar hacia una estabilización en medio del empobrecimiento de la población y la amenaza de la oposición, que en enero de este año declaró como presidente interino a Juan Guaidó, el líder del Parlamento.
¿Cómo es la madeja que mantiene a Nicolás Maduro en la presidencia de Venezuela?.
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Control social
Tras 24 meses en hiperinflación la capacidad de compra del salario mínimo se ha evaporado al punto que al tipo de cambio oficial tan solo representa cinco dólares al mes: la consecuencia es una enorme cantidad de venezolanos que depende en gran medida de los alimentos y bonos que reparte el gobierno.
De acuerdo con Datanálisis, una de las principales encuestadoras del país, el mes pasado 52% de la población recibió la caja de alimentos que reparte el gobierno y a la misma proporción se le depositó un bono en su cuenta bancaria.
“Es similar a lo que ocurre en un secuestro, el secuestrador puede estar aislado, pero si es el único que tiene el reparto de provisiones tiene un mecanismo de control. Lo hemos visto en países sancionados como Irán o Zimbabue donde en medio de la crisis el gobierno se hace más fuerte internamente porque es el único que tiene para repartir”, explica Luis Vicente León, director de Datanálisis.
El secuestrador puede estar aislado, pero si es el único que tiene el reparto de provisiones, tiene un mecanismo de control.
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Otro factor a tomar en cuenta es que la urgencia por cubrir las necesidades básicas ha hecho que los venezolanos se dediquen en buena medida a sobrevivir. De acuerdo a un estudio elaborado por la firma More Consulting y el sociólogo Luis Pedro España, 56% de la población le dedica más de 10 horas semanales a trabajos extra a fin de incrementar el ingreso.
“El trabajo adicional se ha convertido en una fuente complementaria de ingresos, el venezolano está sobretrabajando para poder vivir”, dice Luis Pedro España.
Apoyo para reprimir
Las Fuerzas Armadas y los cuerpos policiales se han mantenido leales al régimen y cuando lo necesita, Nicolás Maduro reprime y aplasta la protesta en las calles.
Al mismo tiempo, el sector militar controla áreas neurálgicas del gobierno como Pdvsa, la empresa petrolera del Estado; el negocio del oro que se extrae de las minas al sur del país, y un número importante de gobernaciones, entre otros sectores.
“Las fuerzas represivas junto a un sistema judicial plegado al gobierno crean temor en la población que podría rebelarse”, dice el politólogo Ismael Pérez.
Luis Vicente León resume que “la combinación de dependencia con miedo puede ser estabilizadora”.
Ajuste silencioso
Tras no ahorrar en los tiempos de los altos precios del petróleo, endeudarse masivamente y no invertir para mantener la cantidad de barriles que Venezuela extrae diariamente y proveen 86% de los dólares que ingresan a la caja, el gobierno se quedó sin divisas, pero ha tomado medidas para asegurarse de que el sector privado mantenga el abastecimiento de alimentos, medicinas, repuestos y una larga lista de productos.
Básicamente la administración de Nicolás Maduro derogó de facto el control de cambio y el control de precios, gracias a lo cual los anaqueles de los supermercados no están vacíos y la escasez ha disminuido.
“Para subsistir el gobierno necesitaba que el sector privado utilizara sus propios dólares para importar materia prima, insumos y productos terminados por dos razones: porque el gobierno se quedó sin suficientes divisas y porque el sector privado no tiene las restricciones de las sanciones de Estados Unidos, para eso eliminó de facto, sin un anuncio formal, el control de precios y el control de cambio”, dice Luis Vicente León.
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Además, el gobierno tomó medidas para recortar el crédito bancario y disminuyó la emisión de dinero a fin de restarle ímpetu a la inflación que de un estimado de dos millones en 2018 se ubicará este año en torno a 18.000% de acuerdo a las proyecciones de Ecoanalítica.
Otro elemento a considerar es que la moneda local ha comenzado a ser sustituida por el dólar y de acuerdo con Datanálisis 55% del volumen de las transacciones son en divisas y el año que viene esta cifra podría alcanzar 70%.
“El Gobierno camina hacia un modelo ortodoxo por obligación: liberando el cambio, liberando precios, permitiendo una dolarización de facto, reduciendo la emisión de dinero para cubrir el déficit fiscal. Claro, es una economía más chiquita, volátil y la producción de las empresas es 25% de lo que era antes de la crisis”, dice Luis Vicente León.
Economía dual
La dolarización de facto ha creado una economía con dos grandes grupos: los venezolanos que tienen dólares y quienes sobreviven a la hiperinflación gracias a los subsidios del gobierno o están completamente marginados, hundidos en la pobreza y se ven forzados a emigrar.
De acuerdo con Datanálisis entre 35% y 40% de la población dispone de dólares gracias a remuneraciones, ahorros o el dinero que les envían familiares en el exterior; pero dentro del grupo existen distintos estratos: una pequeña capa en torno a 10% de la población que consume a placer y adquiere productos de lujo, una franja que se asemeja a la clase media y familias que emplean las divisas para gastos cotidianos.
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“La economía dual y el hecho de que el gobierno camina por una senda más racional, más ortodoxa en materia económica, genera una apariencia de restablecimiento de normalidad, pero es una burbuja”, dice Luis Vicente León.
El ingreso de dólares por actividades ilícitas en montos crecientes es un factor que alimenta la dolarización de facto y el esquema dual de la economía.
Proyecciones de Ecoanalítica señalan que en 2018, gracias al contrabando de oro, contrabando de gasolina y tráfico de estupefacientes, ingresó a Venezuela una cifra que ronda los 8.200 millones de dólares.
Oposición debilitada
En enero de este año el líder de la oposición, Juan Guaidó, trazó una ruta para sus seguidores: fin de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres; pero tras diez meses en los que no ha logrado avanzar en estos objetivos su imagen comienza a desgastarse.
Un estudio de la encuestadora Delphos, con datos a septiembre de este año, registra que ante la pregunta: ¿qué es lo mejor para el bien del país? 38% de la población se pronuncia porque surja un nuevo líder de la oposición.
Félix Seijas, director de Delphos explica que “en general la gente tiene buen concepto de Juan Guaidó como persona, pero el deseo predominante es que se apure. Las bases del apoyo han comenzado a debilitarse, por eso el poder de convocatoria es menor, vemos desarticulación de la presión social y gana terreno la idea del outsider”.
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Ismael Pérez señala que “la oposición no ha logrado crear un movimiento capaz de organizar a la gente para oponerse, es cierto que hay un líder que es Juan Guaidó, pero falta liderazgo, más gente que articule a la población que desea el cambio”.
En un intento por reanimar la protesta en las calles la oposición ha llamado a una marcha para el próximo 16 de noviembre que podría ser el inicio de un ciclo de mayor conflictividad política.
“Estamos frente a un sistema inestable y es muy difícil predecir qué puede suceder. Uno esperaría que en medio de semejante crisis en algún momento el gobierno se equivoque y la población, agotada y cansada, se rebele”, afirma Luis Vicente León.
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