El embajador en Estados Unidos Carlos Vecchio, publicó un artículo de opinión donde resalta que tras un año de la juramentación del presidente encargado de Venezuela Juan Guaidó, se han «han alcanzado muchas cosas y es vital que nosotros y nuestros aliados sigamos enfocados en remover al régimen de Nicolás Maduro, para lograr el restablecimiento de la libertad y la democracia del país».
A continuación el artículo íntegro:
Hace casi un año, Juan Guaidó se convirtió en el presidente interino de Venezuela, un paso que reflejó el deseo abrumador de los venezolanos de ponerle fin el régimen ilegítimo de Nicolás Maduro.
Embajador de Venezuela en EEUU Carlos Vecchio / El Nuevo Herald
Aún no hemos logrado lo que esperábamos, pero se han alcanzado muchas cosas y es vital que nosotros y nuestros aliados sigamos enfocados en remover al régimen de Maduro y en lograr el restablecimiento de la democracia en Venezuela.
Cuando le preguntaron a Martin Luther King Jr. en 1964, “¿por qué debemos actuar ahora?’, King respondió: “Siempre es el momento adecuado para hacer lo correcto”.
En Venezuela, hemos aprendido que esperar a que tengamos las condiciones perfectas es una receta para el fracaso. Cuando esperamos, el adversario, el dictador Maduro, se moviliza para cerrarle la vía a la libertad.
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A sabiendas que la única manera de asegurar la libertad es luchando por ella, y con el objeto de llevar a cabo una revolución democrática en Venezuela, en enero pasado, el presidente interino Guaidó se apegó al artículo 233 de nuestra Constitución, para convertirse en el presidente legítimo.
Ahora, con el fuerte apoyo de 58 países que reconocen su gobierno legítimo, el presidente Guaidó y el pueblo están redoblando los esfuerzos para completar la tarea de restablecer el respeto por el estado de derecho, la defensa de los derechos humanos y crear una democracia abierta y sólida.
Sería un error de cálculo importante subestimar la grave amenaza que Maduro representa para la democracia y la seguridad.
Venezuela fue la cuarta economía más grande de América Latina, uno de los ejemplos más antiguos de gobierno democrático de la región; alberga las mayores reservas probadas de petróleo del mundo; y es uno de los aliados económicos y estratégicos más cercanos de Estados Unidos en el hemisferio, ahora es prácticamente un estado fallido que necesita desesperadamente asistencia multilateral.
Las acciones criminales de Maduro y la corrupción sin precedentes han puesto a nuestra economía en terapia intensiva y han causado un enorme sufrimiento a nuestra población al generar una compleja emergencia humanitaria, además de haber entregado nuestra soberanía nacional al colocar territorio y recursos en manos de actores que recurren a la actividad ilegal y están armados. Estos incluyen los grupos narcoterroristas FARC, ELN y Hezbollah. El dictador también está regalando nuestro petróleo gratis y ha cedido el control del aparato de seguridad al régimen comunista de Cuba.
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El gobierno de Maduro ha sido tan violento como los regímenes autoritarios de izquierda y derecha que América Latina superó en los años 80 y 90; al mismo tiempo, Maduro es el líder de una empresa criminal.
A nivel internacional, apoya los esfuerzos del Kremlin para fomentar la inestabilidad política en todo el mundo y alienta activamente a Moscú a expandir su presencia en materia de seguridad en Venezuela.
Los reclamos legítimos de las personas que sufren en la región están siendo manipulados por el foro de São Paulo bajo la coordinación de Cuba y Maduro para exacerbar los disturbios, transformando las protestas en revueltas para desestabilizar la región. Rusia está perfilando una nueva Guerra Fría con América Latina, como su nuevo campo de enfrentamiento.
El presidente Guaidó ha llamado a la movilización. Según la ONG Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, más de 10,477 protestas han tenido lugar en Venezuela desde principios de 2019 cuando el presidente Guaidó asumió el cargo.
Los países miembros del Tratado de Río restringieron el acceso y tránsito de 29 personas vinculadas al régimen de Maduro en los territorios de las naciones signatarias. Esta fue una señal importante del reconocimiento creciente a nuestros objetivos de acabar con la tiranía de Maduro y de reconstruir la democracia incluyente en Venezuela, ambas responsabilidades morales para nuestro hemisferio.
El Tratado de Río funcionará junto con el Grupo de Lima, que ha sido crucial para congregar el apoyo multilateral de América Latina y la Unión Europea. Agradecemos a los países del Grupo de Lima por su continua defensa de la democracia y el apoyo humanitario, en particular gracias por su generosidad en la acogida de refugiados venezolanos.
Tenemos socios clave aquí en Estados Unidos: la administración del presidente Trump, el apoyo bipartidista del Congreso y el pueblo de Estados Unidos. Estados Unidos ha sido crucial para ayudar al gobierno de Guaidó a desarrollar un plan estratégico para recuperar ganancias obtenidas ilegalmente, e imponer sanciones y lograr justicia para responsabilizar a quienes han cometido violaciones a los derechos humanos y graves actos de corrupción.
Tras dos décadas de devastación provocada por el hombre que dejaron al país en ruinas, tenemos que rechazar la narrativa de que la crisis es parte de lo normal en Venezuela.
No le tememos a Maduro, nadie lo quiere, incluidas las poblaciones históricamente prorégimen que lo han abucheado y humillado en público. Más del 80 por ciento de la población venezolana lo quiere fuera del poder.
No dudaremos; No descansaremos. Como dijo el presidente Guaidó: “si hoy nos detenemos no habrá valido la pena; pero si por el contrario seguimos… claro que vale la pena”.
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