Aunque en los Estados Unidos se mantenía el optimismo antes de la caída de la bolsa el lunes 24, que también se verificó en Europa, ya había señales de que el impacto económico del nuevo coronavirus puede ser más grande de lo que se temía. De las 364 empresas que decidieron postergar sus declaraciones de ganancias del cuarto trimestre de 2019, cuando también se hacen estimaciones sobre el porvenir, 138 citaron la epidemia como causa, ilustró Axios. Apple advirtió que podrían faltar insumos para sus iPhones debido al cierre de sus fábricas en China y Jaguar Land Rover reconoció que había estado ingresando al Reino Unido algunas piezas en maletas, pero que en dos semanas habrá escasez de partes, citó The Guardian.
La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) calculó que la industria —una de las más golpeadas por las consecuencias del Covid-19, junto con la hotelería, los bienes de lujo y el comercio minorista— podría perder unos USD 29.300 millones en 2020. La estimación se basa en que la cantidad de casos confirmados —que superó los 80.000, con 2.500 muertes— es mucho más alta de lo esperado al comienzo. Incluso la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, dijo que el organismo de préstamos se prepara para tener que dar apoyo adicional, en particular a los países más pobres. “La cooperación internacional es esencial para la contención del Covid-19 y su impacto económico, en particular si el brote resulta ser más persistente y generalizado”.
En un discurso televisado, el presidente chino Xi Jinping reconoció que “es inevitable que el nuevo coronavirus tenga un impacto considerable en la economía y en la sociedad”, y argumentó que las zonas del país con menos riesgo tienen que compensar la producción, ya que el sistema económico “no se puede poner en pausa durante mucho tiempo”. En las zonas de mayor peligro de transmisión, hay cuarentena obligatoria de trabajadores, cierres parciales de fábricas y restricciones de transporte. E incluso en los parques industriales de alta tecnología como Shenzhen, que han reabierto, se siente una grave escasez de mano de obra.
El Servicio de Inversores de Moody’s modificó ya sus cifras: había proyectado un crecimiento global del 2,6% para las economías principales, y lo redujo al 2,4% en 2020, citó The Wall Street Journal (WSJ). El periódico citó también a Oliver Rakau, de Oxford Economics, quien informó que “la fragilidad de las cadenas de suministros significa que incluso pequeñas interrupciones en China podrían implicar grandes repercusiones”.
No se trata sólo de productos terminados, sino también de componentes: “Hay algunas cosas que hoy en día sólo se hacen en China”, dijo Willy Shih, experto en industrias asiáticas de la Universidad de Harvard, a The Harvard Gazette. “Y no me refiero sólo a lo habitual, electrónicos y juguetes, es decir productos de consumo, sino también a ingredientes farmacéuticos que se emplean en la cadena de suministros de medicamentos del mundo”.
Axios citó la opinión de varios expertos en finanzas. “Esto va a terminar mal. En toda mi carrera nunca vi algo tan loco como lo que está sucediendo ahora”, dijo Scott Minerd, presidente de Guggenheim Investments. “La disonancia cognitiva en el mercado crediticio es impresionante”. En la misma dirección se expresó Diane Swonk, economista principal de Grant Thornton, quien tuiteó: “El fortalecimiento de China llevará mucho más tiempo de lo que muchos esperan debido a la necesidad de prevenir un segundo brote por contagios”.
Minerd recordó en el sitio de Guggenheim que en 2006 él “golpeaba a la mesa diciendo que íbamos a tener una crisis financiera de proporciones bíblicas”. Y recurrió a una imagen tenebrosa del tiempo previo a la Segunda Guerra Mundial. “Hace poco he tenido la sensación de que estoy viviendo pacíficamente en Gran Bretaña durante la década de 1930 mientras que en el continente los alemanes construyen armas, expanden su ejército y su marina e incorporan tierras con gran sentido de la oportunidad”.
Reconoció que “esta comparación puede parecer excesiva”, pero la defendió: “Los actores del mercado parecen estar permitiéndose una disonancia cognitiva comparable a la del primer ministro británico Neville Chamberlain, que en 1938 aseguró no sólo a Gran Bretaña sino al mundo que habría ‘paz en nuestro tiempo’”.
De manera similar, dijo, suenan muchas alarmas en los mercados actuales. Y “la más reciente es el coronavirus”.
Minerd objetó el modo en que se calcula la mortalidad del Covid-19, que los medios han ubicado en 2,3%, más baja que la del 9,3% que tuvo el síndrome respiratorio agudo grave (SARS), cuyo brote en 2003 duro seis meses, causó 8.000 casos y 800 muertes, con un costo global de USD 40.000 millones. Sobre cifras de Worldometer, un sitio de estadísticas en tiempo real, sugirió que la tasa podría ser “mucho más alta, del 18 por ciento”.
Si el SARS causó una baja del 0,8% en el producto interno bruto (PIB) de China, sus cálculos para el Covid-19 son peores: “En el primer trimestre [de 2020] podría caer al -6% anualizado, de un 6% ya lento en el cuarto trimestre” de 2019.
“El impacto de esto en las ganancias corporativas y el movimiento de efectivo libre será dramático”, concluyó. “El efecto sobre los precios del petróleo y la energía podría ser aún más extremo”, ya que día a día la demanda se reduce. Otros factores a tener en cuenta son la posibilidad de que, aun si las cifras son impresionantes, Beijing esté maquillándolas un poco, y la demora de producción que podría tener, si se descubriera, una vacuna contra el Covid-19, ya que la necesitarían potencialmente “cientos de miles o acaso millones” de personas.
Con información de Infobae
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