El 29 de febrero nos recuerda que, cada cuatro años (con algunas excepciones), añadimos un día al final de febrero a nuestro calendario de 365 días, en lo que llamamos un año bisiesto.
BBC MUNDO
Es un ajuste al cual nos hemos acostumbrado. Es un día más para pagar las cuentas a fin de mes, aunque también es un día más para esperar la llegada del sueldo. Los que nacieron en esa fecha solo pueden celebrar un verdadero cumpleaños cada cuatro años.
Una sola vez en la historia, sin embargo, Suecia marcó un doble año bisiesto con el 30 de febrero incluido en su calendario de 1712. ¿Se imaginan los que nacieron en esa fecha? Jamás pudieron celebrar un cumpleaños de verdad.
Manipulación del tiempo
Contar el tiempo, marcar los días, meses y años es una invención humana que trata de seguir los ciclos lunares -más o menos 29,5 días entre lunas llenas-, y solares, más o menos 365,25 días para que la Tierra gire alrededor del Sol.
Pero es un conteo que está sujeto a la manipulación. Diferentes gobernantes a lo largo de la historia dividieron el año en meses (no siempre 12) y quitaron y pusieron días a esos meses según sus necesidades políticas y económicas, o sus caprichos personales.
No obstante, la alineación de esos calendarios con el año solar era un requisito que no se podía obviar.
El emperador Julio César, hace casi 2.000 años, impuso un calendario muy parecido al que usamos hoy en día.
Julio César
El llamado calendario juliano alternó los 12 meses con 30 y 31 días, iniciando el año en marzo, por ser el comienzo de la primavera, y dejando a febrero cojeando con 28 días o 29 días.
El año bisiesto se ha marcado desde esas épocas romanas para sincronizar el año calendario de 365 días al año solar de aproximadamente 365,25 días o sea, 365 días y seis horas.
El gran salto gregoriano
Ese cálculo sirvió durante siglos, pero no es exacto. El año solar en realidad es un poquitín más corto: 11 minutos y 14,784 segundos, para ser precisos. No es una diferencia que pueda causar un impacto inmediato pero, con el paso de los años, el desfase es notable.
Por eso el papa Gregorio XIII intercedió con su calendario en 1582, para «corregir» la discrepancia. Se hizo sobre todo por razones religiosas, pues el equinoccio de marzo, que marca el inicio de la pascua, se había desfasado por tres días a lo largo de los siglos.
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