“Hemos agotado las salidas de diálogo”. Así de tajante responde Antonio José Ledezma Díaz. “Hemos agotado salida de negociaciones, como la fallida del 30 de abril. El presidente Juan Guaidó, cuando asumió el interinato el 23 de enero de 2019, lo primero que prometió fue una Ley de Amnistía para que los militares venezolanos entiendan que no hay una cacería de brujas, que no hay ánimos de venganza, sino la intención de que ellos sean parte de la solución para ayudar a estabilizar Venezuela y rehacer las instituciones de la república”.
Por Sebastiana Barráez / Infobae
Esta entrevista, exclusiva para Infobae con el dirigente venezolano, ocurrió en un rincón de Madrid, la capital del país donde está asilado y donde sigue activo contra el régimen instaurado en Venezuela. Siempre acompañado de su esposa Mitzi de Ledezma, parece convencido que la salida de Maduro del poder depende de lo que se haga desde la oposición, pero sobre todo con ayuda internacional.
“Estamos viviendo un ciclo que presenta todas las características de fase final, pero, también, si recapitulamos y escarbamos en la historia reciente, encontramos varias coyunturas que han presentado el perfil del finiquito del régimen. Creo que lo que ha estado haciendo falta es una estrategia coherente”.
Quiere dejar muy claro que lo han intentado casi todo. En el 2002 “todo lo que hizo el pueblo con las manos, lo desbarató un grupito con los pies. Aquella fue una manifestación multitudinaria que todavía hoy evocamos; faltó conducción política. Si en esas reuniones, entre gallos y media noche, en Fuerte Tiuna y en Miraflores, hubieran estado ahí dos o tres cabezas bien amoladas desde el punto de vista político, ya Venezuela se hubiese librado de esta desgracia que ha venido carcomiendo nuestras instituciones”.
Luego se produjo el paro petrolero: “Ahí también hubo una falla estratégica. Después que decidimos no ir a elecciones parlamentarias con un régimen que no garantizaba resultados electorales transparentes en diciembre del 2005, amanecimos en enero del 2006 debatiendo entre 3 candidatos presidenciales: Teodoro Petkoff, Julio Borges y Manuel Rosales”.
Posteriormente momentos cruciales “fueron abortados con el ardid del diálogo; el diálogo de Jimmy Carter y César Gaviria en el 2003, el diálogo del grupo de Boston en el 2005, los diálogos a la manera de Nicolás Maduro como el 10 de abril del 2014 que fue un maratón televisado desde Miraflores que, como dijo Monseñor Diego Padrón, fue la pócima de anestesia de Maduro para desmovilizar al pueblo. Después los diálogos de República Dominicana, el diálogo del Vaticano y el diálogo de Barbados”.
Cree Ledezma que “cada vez que el régimen de Maduro ha estado a punto de jaque mate, sacan un conejo de la chistera, como la negociación del 30 de abril, el diálogo de Barbados o simplemente la operación táctica que les permitió abrirles las puertas a los diputados desertores de la Asamblea Nacional, para que terminaran montando esa comparsa de diputado picados de alacranes”.
– ¿Qué es lo que ha fallado entonces?
– La estrategia. Y por eso le pedimos a Juan Guaidó que se encargue de colocar todas las fuerzas de la resistencia, como llamo a los que luchamos dentro y fuera del país, para que podamos producir el golpe de timón que tanta falta hace.
– ¿Usted está de acuerdo con una intervención militar?
– La intervención humanitaria requiere de un componente militar. Está en dispositivos legales reconocidos mundialmente, llámese responsabilidad de proteger que es doctrina asumida por la ONU desde el 2005. Donde ocurrieron carnicerías humanas, se vieron obligados a usar componentes militares, como se usó después de las masacres en Ruanda y otras partes del mundo. Está el TIAR, Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, invocado por Venezuela recientemente; en su artículo 8 tiene contemplado el uso de la fuerza.
– ¿Y eso justifica la intervención?
– Pero nosotros ya estamos invadidos por fuerzas militares: se habla de más de 22 mil efectivos cubanos. Además de la presencia irregular de efectivos de la FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), del ELN (Ejército de Liberación Nacional) que controlan parte del territorio nacional, quienes explotan irregularmente el oro, trafican droga, desarrollan acciones de sicariato, secuestro, asesinato incluso de militares venezolanos. En Venezuela hay un proceso de somalización, al lado de la cual hay operaciones de terroristas y mafias que amenazan la estabilidad del mundo. El año pasado habrían salido de Venezuela unos 400 mil kilos de cocaína, insumo de una economía paralela, oscura, que mueve tanto o más dinero que el petróleo. En Venezuela está comprobado que existen grupos de Hezbollah, legalizados por los servicios de seguridad de Maduro y los servicios de identidad que controlan los cubanos.
– ¿Y qué propone usted?
– Dejar claro que eso es una amenaza para la comunidad internacional. Vengo de algunas reuniones en Washington y les he dicho a los voceros de esa administración que lo que ocurre en Venezuela no es un problema sólo de los venezolanos, es una amenaza para Estados Unidos, Brasil, Colombia, incluso para Europa. Recientemente la Unidad de Narcóticos de la ONU en Viena confirmó que una parte de la cocaína que ingresa a Europa sale de territorio venezolano. Eso amerita una intervención humanitaria.
– ¿No será que el problema de la Oposición venezolana es que ha sido demasiado mezquina e individualista?
– Ha habido mezquindad, ha habido una guerra de egolatría en figuras que están pensando primero salir de Guaidó, en vez de salir de Maduro. Pensarán que sacando del juego a Guaidó pudieran recuperar un protagonismo o acentuar su propio protagonismo; eso es fatal para Venezuela. Es la hora de desponer diferencias, que las hay y son naturales, sobre todo en una oposición tan variopinta como la nuestra. Suspender o posponer ambiciones, también naturales, porque un dirigente político que diga que no tiene aspiraciones ni ambiciones, lo haría un hipócrita y un farsante. Pero nunca esas ambiciones pueden derivar en obsesiones, ofuscar diferencias ni enceguecer. En este momento Juan Guaidó actúa como referente y le corresponde ligar este proceso, y a nosotros nos corresponde ayudarlo, hablándole con sinceridad, haciéndole saber con críticas constructivas cuándo se está equivocando, qué errores comete y tratando de colocarlo en la línea que la Asamblea Nacional trazó cuando dictó un estatuto para la transición que ahora se pretende desconocer.
– ¿Con las elecciones?
– Meternos en unas elecciones parlamentarias sería fatal, sería el suicidio de la esperanza que ha reaparecido estos últimos meses en Venezuela, sería hacerle un servicio en bandeja de plata a Maduro para que gane lo que no tiene ahora; legitimidad. Por eso es reputado como un usurpador por la inmensa mayoría de los gobiernos democráticos.
– ¿Sino son elecciones entonces qué es?
– Para poder tener elecciones, esencia y columna vertebral de una convivencia democrática, con reglas del juego que se acaten, con valores y principios que guíen nuestros pasos, hay que salir de esta narcotiranía. Mientras tengamos la narcotiranía no habrá garantía de ninguna elección libre en Venezuela y tendremos una ciudadanía que tampoco va a estar libre de presiones. No es solo la tortura de una pistola en el pescuezo, corriente en los genitales o asfixia, está la estomacal, en un país donde no consiguen alimentos o no hay con qué comprarlos. Esas son víctimas, porque depende de lo que el régimen está en capacidad de garantizarles. Es una mezcla de elementos o herramientas que utiliza el régimen para que mientras sobreviva la usurpación no habrá nunca ningún proceso electoral limpio.
– Pero eso no responde la pregunta. Usted dice que elecciones no y tampoco le da el nombre de intervención militar, pero..
– Admito que siempre habrá un componente militar de fuerzas especializadas que no es para emular lo que ocurrió en Normandía o Panamá cuando Noriega. Sería un mecanismo sofisticado, por una alianza global internacional que nos ayude a doblegar las mafias internas y que cooperen con los militares en Venezuela dispuestos a ponerle fin a esta barbaridad que estamos viviendo.
– Maduro no parece querer irse. Diosdado Cabello ha sido tajante al decir que no abandonarán el poder. Y usted dice que no hay diálogo. ¿Cómo salir de esta situación que hay en Venezuela?
– Desarticulando la mafia, porque eso es una corporación criminal que encabeza Maduro, pero que no controla Maduro, porque él no controla a Diosdado, ni a Tarek El Aisami, ni a Padrino López, tampoco a Maikel Moreno. Es una corporación donde cada quién tiene un pedazo de poder. Cuando en Venezuela alguien es detenido no se sabe si fue decisión del Juez, de Maduro, de Diosdado, de Tarek o de González López, como ocurrió con el capitán Rafael Acosta Arévalo o Fernando Albán. Por eso se hace difícil, aun cuando hay una confrontación entre Maduro y Diosdado y hay diferencias dentro del estamento militar. Lo que los une es el miedo, el delito; saben que son responsables, dentro y fuera del país, de terrorismo, narcotráfico y crímenes de lesa humanidad, que esos delitos no van a prescribir y que pueden ser juzgados en cualquier parte del mundo, por lo que tratan de seguir en el poder uniéndose y dejando de lado sus diferencias.
– ¿Usted considera que Juan Guaidó debe ser el hombre de la transición?
– Es al que, en estos momentos, le toca. En la política se forman los hombres para enfrentar las crisis, pero también las crisis producen líderes circunstanciales. Guaidó fue catapultado por esta crisis. Lo que corresponde es apoyarle, darle cuerpo y sustento para que encabece la transición y que luego pueda elegirse un gobierno absolutamente democrático, de unidad nacional porque ninguna persona por sí sola va a estar en la capacidad para remediar o revertir la catástrofe humanitaria que hay en Venezuela, sobre todo la moral, que va a ser la de mayor desafío.
– Hay mucho pesimismo por la corrupción que no solo toca a los del Gobierno sino también a los de Oposición. ¿Cómo lograr que ante un nuevo Gobierno se ofrezca una opción distinta?
– Hace unos meses recibí al gran compositor venezolano Chelique Sarabia, muy inteligente no solo por esas buenas composiciones, sino por sus reflexiones. Me dijo que la crisis de los hospitales, los tendidos eléctricos, todo eso lo vamos a recuperar, pero lo que va a ser muy difícil es superar la crisis moral. Y él tiene razón. A veces la complicidad ha sido mayor que la unidad. ¿Cómo resolver este problema? Siendo implacables. No vamos a copiar el modelo de Singapur, pero tenemos que ser muy severos si queremos sacar a Venezuela de esa letrina de crisis moral. Si no somos implacables contra la corrupción, Venezuela difícilmente podrá salir a flote de este pantano en el que se está hundiendo. Uno de los factores que ha conspirado contra la lucha y los sueños de los venezolanos y ha favorecido al régimen, es la corrupción. Y sí, hay muchos factores que tuercen el rumbo de la lucha opositora.
– ¿Qué mensaje le daría usted a la Fuerza Armada?
– Que van a tener un protagonismo en la recuperación de la República y que tendrán que ser, junto con los que nos proponemos rehacer la democracia y sus instituciones, un factor clave. Ellos tendrán el monopolio de la violencia legítima, no para perseguir a quien piense distinto, sino para doblegar a todas estas mafias del narcotráfico, la explotación ilegal del oro, al que se dedica al contrabando o tiene azotados a los productores agropecuarios cobrándoles vacunas (NdR: sobornos), a los que en nombre de una falsa revolución les quitan los becerros, cochinos y gallinas cada fin de semana, a los extranjeros que pisotea nuestra soberanía, como el ELN, las FARC, los carteles mexicanos de Juárez, a quienes haciendo mal uso de las insignias militares protegen pistas clandestinas del narcotráfico. Ese es el papel de la Fuerza Armada, lavar las banderas de la Fuerza Armada Nacional, para que puedan volver a lucir limpias de mácula y tendrá que ser un papel prioritario para nuestros oficiales y nuestros soldados.
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