El avance de la pandemia de coronavirus ejerce una presión creciente sobre la ciencia. La necesidad de encontrar respuestas rápidas ante la crisis choca con los tiempos que requieren la investigación, el desarrollo y el posterior testeo de nuevos medicamentos. Esos plazos hacen que sea casi imposible pensar en que una vacuna contra el COVID-19 pueda ser una solución en el corto plazo, ya que los especialistas advierten que nunca podría estar lista antes de fin de año.
Por Infobae
Esa desesperación por hallar maneras de actuar ahora llevó a algunos médicos a preguntarse qué pasaría si, en vez de desarrollar una vacuna o una nueva droga, se utilizan medicamentos preexistentes para tratar este nuevo virus. Algunos empezaron a trabajar en esa dirección desde hace más de un mes y están encontrando resultados realmente auspiciosos, que fueron compartidos este miércoles por el presidente Donald Trump en una conferencia de prensa.
“La hidroxicloroquina es una droga para la malaria, que se usa también para una artritis muy seria, que es muy poderosa y está allí desde hace tiempo, así que sabemos que si las cosas no salen como lo planeamos no va a matar a nadie. Con una droga nueva eso no se sabe. Esta droga ha demostrado resultados muy alentadores. Vamos a hacer que esté disponible casi de inmediato”, anunció Trump.
La cloroquina fue descubierta en 1934 por el científico italoalemán Hans Andersag. Está en la Lista de Medicamentos Esenciales de la Organización Mundial de la Salud, que incluye a las medicinas más seguras y efectivas que se necesitan en un sistema de salud. Es utilizado esencialmente para prevenir y tratar la malaria y, ocasionalmente, se utiliza para la amebiasis que se produce fuera de los intestinos, la artritis reumatoide y el lupus eritematoso.
“La hidroxicloroquina se diferencia de la cloroquina por la presencia de un grupo hidroxilo en el extremo de la cadena lateral. Se considera que su actividad es similar a la de la cloroquina, y su uso actual es creciente, fundamentalmente debido a su mejor perfil de seguridad. Tiene una farmacocinética similar, con rápida absorción gastrointestinal y se elimina por el riñón”, explica el Dr. Lautaro de Vedia en un documento publicado días atrás en el sitio web de la Sociedad Argentina de Infectología.
“Investigaciones diversas han demostrado que la cloroquina ejerce efectos antivirales a través de diferentes mecanismos —dice De Vedia—. Por un lado, puede cambiar el valor de pH de los endosomas (…) Tras ingresar a la célula, la cloroquina media el aumento del pH del lisosoma in vivo, debilita la liberación de transferrina de iones de hierro, reduce el contenido intracelular de iones de hierro e interfiere con la replicación intracelular del ADN. Como consecuencia, tiene un efecto inhibitorio significativo sobre las infecciones virales que invaden las células a través de la vía del endosoma, como el virus de la enfermedad de Borna, el virus de la gripe aviar y el virus del Zika”.
Estos antecedentes llevaron a investigadores de distintas partes del mundo a probar sus efectos sobre el coronavirus actual. El balance provisional de las pruebas realizadas es auspicioso.
“Dos equipos de investigación independientes encontraron que la cloroquina tiene actividad anti-SARS-CoV a nivel celular. Los resultados de la Universidad de Lovaina en Bélgica mostraron que el fosfato de cloroquina puede inhibir la replicación del virus en la línea celular Vero E6 inducida por el SARS-CoV, con una concentración inhibitoria del 50%, cercana a la lograda durante el tratamiento de la malaria aguda. Un estudio realizado por los CDC de los EEUU encontró que la cloroquina inhibe la replicación del virus al reducir la glucosilación terminal de los receptores de la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2) en la superficie de las células Vero E6 e interferir con la unión de los receptores SARS-CoV y ACE2”, sostiene De Vedia.
De hecho, los médicos chinos sabían del potencial de esta droga y la probaron en sus pacientes. Los resultados en más de cien casos evidenciaron que la cloroquina ayuda a inhibir la exacerbación de la neumonía y acorta el curso de la enfermedad. Pero lo más importante es que no se registraron efectos adversos serios en los pacientes.
Remdesivir
“También estamos estudiando una droga producida por Gilead, el Remdesivir, usada para otros propósitos, que parece tener muy buenos resultados para este virus. Está muy cerca de ser aprobada por la FDA. No puedo decir el mucho aprecio que tenemos con lo que están haciendo, son patriotas», agregó. “La compañía trabajó muy bien con el ébola, es una gran firma. Son el Remdesivir, la cloroquina y la hidroxicloroquina. Dos ya fueron aprobadas para el uso con prescripción médica. Es emocionante y puede que cambien el juego, aunque también es posible que no. Pero en base a lo que vi son muy poderosas”.
Trump justificó la necesidad de avanzar con las terapias antivirales ante la imposibilidad de que las vacunas que están en desarrollo puedan suministrarse a la población en el corto plazo. Por eso, enfatizó en la importancia de los tratamientos que pueden reducir o incluso hacer desaparecer los síntomas de las personas que ya están infectadas.
El remdesivir es una medicación antiviral, originalmente pensada contra el ébola, pero que resultó eficaz contra el MERS y otros coronavirus en estudios en laboratorio. Eso llevó a los médicos a pedir la autorización de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) a utilizarla con fines compasivos con la primera paciente víctima de contagio comunitario en Estados Unidos. Creían que iba a morir y querían aliviarle el sufrimiento.
“Al día siguiente de la aplicación de la droga mejoró de manera consistente», contó a Science George Thompson, médico de la Universidad de California en Davis. “No puedo probar que esté relacionado. Ojalá hubiéramos podido hacer pruebas seriales de su sangre, pero no pudimos por falta de recursos”, agregó.
Desde entonces comenzó a avanzar un ensayo clínico en la Universidad de Nebraska para determinar si ese antiviral podría ser una de las claves para detener la pandemia. Los resultados hasta ahora son auspiciosos, lo que llevó a Trump a anunciarlo en su rueda de prensa.
“Hace una década, un grupo de químicos elaboró un compuesto al que llamaron con sencillez 3a y que, en experimentos de laboratorio, eliminó varios virus diferentes”, contó Andrew Joseph en un artículo para Stat. “Uno era un tipo de coronavirus”. Remdesivir es un descendiente de aquella molécula, y recibió un nombre más complejo, GS-5734, en la compañía que lo desarrolla, Gilead, la misma que con la combinación Truvada (emtricitabina y tenofovir disoproxilo) presentó la primera terapia que puede prevenir el contagio de VIH, conocida como PrEP.
“Nacido como un candidato a antiviral de espectro amplio, fue arrojado a una serie de virus para ver dónde se adhería”, sintetizó Joseph. “Fue de los laboratorios de Gilead a los centros académicos, movido por el dinero de los contribuyentes y el de la empresa. Siguió mostrando indicios de potencial en células y animales infectados por otros coronavirus, pero ninguno de ellos causaba entonces una crisis global sostenida”.
Según EMCrit Project, la droga de Gilead “podría ser un antiviral excelente”. El sitio de científicos independientes citó un estudio de este año de Timothy Sheahan, epidemiólogo de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, realizado sobre MERS, tanto in vitro como en animales. El estudio demostró que la combinación de remdesivir e interferona “tiene una actividad antiviral superior a la combinación de lopinavir, ritonavir e interferona”, que era la que evaluaba Arabia Saudita. “En ratones, tanto el remdesivir profiláctico como el terapéutico mejoran la función pulmonar y reducen la carga viral y la patología grave en pulmones”.
Sin embargo, recordó a Stat el vicepresidente de virología de Gilead, Tomas Cihlar, “el descubrimiento y el desarrollo de medicamentos suele ser un proceso muy largo y tedioso, y podemos tener muchos fracasos en el camino hasta llegar a un producto aprobado”. Remdesivir tuvo ya un tropiezo, cuando los estudios en animales demostraron su fuerza contra el ébola, pero en dos de cuatro ensayos clínicos en humanos dio como resultado “beneficios de supervivencia menos impactantes”.
Cihlar agregó: “Sería maravilloso que funcionara. Pero hay que probarlo»
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