Los moais, los viejos guardianes de Isla de Pascua, no sirvieron esta vez de protección: el coronavirus también ha llegado allí, a uno de los lugares habitados más remotos del planeta.
A más de 3.500 kilómetros de las costas del continente americano, Rapa Nui -su nombre ancestral-, un diminuto punto en el vasto mapa de agua del Pacífico, registró esta semana su primer caso de covid-19.
Y a diferencia de lo que ha pasado en casi toda América Latina, no se trató de un turista que se contagió en su viaje por Europa o Asia.
«Tenemos un caso positivo (…) que no es posible trazar, que no corresponde a una persona que llegó de alguna otra parte recientemente a Isla de Pascua, sino que es un caso originado localmente«, indicó en una conferencia de prensa el ministro de Salud de Chile, Jaime Mañalich.
El anuncio del primer caso de coronavirus generó un temor casi generalizado entre la población de Rapa Nui, no solo por encontrarse en un lugar de difícil acceso y con limitados recursos médicos.
«El hecho de que haya sido una persona local, sin contacto con visitantes a la isla, solo hace pensar que la enfermedad puede estar más extendida de lo que sabemos», le cuenta a BBC Mundo Pedro Edmunds, alcalde de Isla de Pascua.
«Estamos en peligro como nunca en la historia. En este momento estamos en una gran cueva oscura», afirma.
Incertidumbre en los casos
Según explicó con anterioridad a BBC Mundo el epidemiólogo Tolbert Nyenswah, profesor de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins (Estados Unidos), el hecho de que no sea posible vincular un caso con alguien que vino del extranjero, significa que el virus ya pasó la fase inicial de los contagios.
Es decir, que ha comenzado a expandirse dentro la comunidad.
Pero según las autoridades de Rapa Nui, las preocupaciones van más allá: el primer caso confirmado presentó los primeros síntomas y acudió al único hospital existente en la isla el pasado 11 de marzo.
El resultado de sus análisis, sin embargo, no se confirmó hasta dos semanas después.
«Fue un tiempo en el que se pudieron haber contagiado más personas y todo porque en la isla no tenemos cómo realizar las pruebas, tenemos que mandar las muestras al continente, pero como ahora tampoco tenemos vuelos, no las podemos mandar», explica Edmunds.
De acuerdo con el alcalde, la isla había recogido hasta esta semana más de 30 muestras de casos sospechosos que aún no han podido confirmar.
«No hay cómo enviar las otras muestras para saber si tenemos más casos o no, solo estamos sospechando. Deberíamos tener más casos. Estimamos que en este momento debe haber más de un centenar», afirma.
Según el gobierno chileno, un avión de las Fuerzas Armadas tenía previsto llevar reactivos a la isla para que pudieran hacer allí los test de coronavirus.
Pero en opinión de Edmunds ya es tarde y Rapa Nui necesita a estas alturas más que kits de pruebas para enfrentar un potencial brote.
Una situación delicada
Leo Pakarati, un activista local que comenzó a utilizar sus redes sociales para llamar la atención sobre la situación en la isla, asegura que la llegada del coronavirus ha generado conmoción y desconcierto en la población local por el temor a que pueda afectar a algunos de los sectores más vulnerables -e importantes- de la tradición rapanui.
«Especialmente porque los viejos -los Koro y Nua, así les llamamos acá- son muy importantes en nuestra cultura», cuenta a BBC Mundo.
Pero según coinciden Pakarati y Edmunds el mayor riesgo no está solo en que pueda afectar a los ancianos o a los más vulnerables, sino que la isla no cuenta con infraestructura médica para hacerle frente a un potencial brote.
En Rapa Nui hay un solo hospital, el Hanga Roa, que debe prestar servicios a las más 10.000 personas que las autoridades creen que habitan actualmente la isla (en el último censo de 2017 era más de 7.600).
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