Ataviada con un tapabocas, con las gafas bien puestas y el pelo recogido en una coleta, Ana María da los últimos retoques con la máquina de coser a una de las doscientas mascarillas que, de forma diaria, elabora el taller de sastrería del mítico Teatro Colón de Buenos Aires.
EFE
«Nosotras nos dedicamos a hacer ópera, ballet, y ahora hacer esto… para la gente que sabe coser no es de extrañar», comenta a Efe en una de las pausas antes de retomar su tarea, que arranca a las 9:00 de la mañana y se prolonga hasta las 3:00 de la tarde.
Ana María comparte espacio en el taller del subsuelo con otras cinco compañeras, todas ellas integrantes del grupo de voluntarios del Colón que desde hace más de una semana aprovechan las capacidades del teatro para producir mascarillas, aportando así su granito de arena en la crisis causada por el coronavirus.
Las seis pertenecen al área de sastrería del teatro, que también ha movilizado a voluntarios de las áreas de pintura, escenografía, efectos especiales, utilería y maquinaria escénica para elaborar más de 1.000 mascarillas diarias entre todos.
«Fue una idea fantástica. La realidad es que hay mucho miedo, pero acá estamos protegidas y nos sentimos bien. Nos ayudó psicológicamente, para la mayoría fue un alivio», señala Ana María.
Más creativos que nunca
Tras la instauración del aislamiento social, preventivo y obligatorio en Argentina el pasado 20 de marzo, todos los teatros de la capital tuvieron que cerrar sus puertas de forma indefinida, entre ellos el Colón, lo que llevó a sus responsables a ser «más creativos que nunca» para no quedarse atrás.
«No queríamos sentirnos ausentes en situaciones donde todo el mundo está preocupado y angustiado. Algo (teníamos) que poder hacer, además de llevar lindos momentos de gratificación y de distracción con las actividades artísticas que hacemos», comenta a Efe María Victoria Alcaraz, directora general del teatro.
Alcaraz reconoce que para un gestor cultural toda esta situación es «un gran desafío», por el «miedo» y «las angustias» derivadas de la pandemia, algo que manifestó en una carta dirigida a todo el personal del teatro donde les instaba a emprender acciones con las que «desarrollar el Colón como institución».
Fue entonces cuando a los propios trabajadores se les ocurrió aprovechar los medios del monumental coliseo para hacer mascarillas, puesto que «hay muchas máquinas de coser en el Teatro Colón para contribuir en algo».
«Hablamos con el Gobierno de la ciudad, pedimos todas las seguridades y los instructivos; con el Ministerio de Salud, con el propio Ministerio de Cultura, y nos pidieron que lo que más se necesitaba eran barbijos -mascarillas- no profesionales para todo el sistema de voluntariado que tiene la ciudad, que es enorme», afirma la directora del Colón.
Dos tipos de mascarillas
Desde el Teatro Colón preparan dos tipos diferentes de mascarillas: un modelo con cinta, compuesto por tres capas de tela de un solo uso, y otro reutilizable de dos capas que se empezará a confeccionar en los próximos días y al que se le puede cambiar el filtro del interior.
Para hacerlos se emplean telas como friselina y lienzo, las cuales fueron facilitadas por el Ministerio de Cultura de la ciudad, además de los propios tejidos del teatro, como es el caso del lienzo escenográfico.
«Ya vamos perfeccionando esta tarea. El propio equipo de sastrería le va encontrando la vuelta (para ver) qué más se puede hacer para hacer más cantidad, más rápido, y que a su vez sea más eficiente», señala Alcaraz.
Un equipo de sastrería que «va rotando» de martes a viernes, puesto que dentro de los talleres se respeta de forma escrupulosa el distanciamiento social y no puede haber muchas personas trabajando de forma simultánea.
En ese sentido, Alcaraz destaca que estas labores podrían prolongarse más allá de la cuarentena si fuera necesario.
«Mientras que el Ministerio de Salud o el Gobierno de la ciudad o el sistema de voluntarios necesite que el Teatro Colón haga barbijos, o camisolines o cualquier otra cosa, ahí vamos a estar todo el tiempo que haga falta», subraya.
Un teatro que se prepara para otro mundo
En cualquier caso, la directora del «Colón» es consciente de que una vez reanuden su actividad tras la pandemia se encontrarán con «otro mundo», puesto que todo aquello que parecía habitual antes del coronavirus «ya no va a ser tan normal» después.
«Vamos a volver a otro mundo, a otra ciudad, a otro Teatro Colón. Ahí también va el gran desafío profesional de repensar, adaptarnos, construirnos y reconstruirnos como una institución señera, flexible, democrática, plural, como decimos que es, pero ahora lo vamos a tener que demostrar», afirma Alcaraz.
Unas tareas de reconstrucción que serán necesarias en «todos los teatros líricos del mundo», especialmente en los históricos, aunque todos tendrán que ser «muy creativos a la hora de volver».
«Lo más interesante es que tenemos un tiempo por delante, este tiempo que nosotros nos tenemos que cuidar los unos a los otros, para como gestores culturales pensar, reflexionar, imaginar y armar algo que para los argentinos es muy fácil de hacer, que es armar el plan A, B, C y D, porque no sabemos qué es lo que va a venir», sentencia la responsable del teatro.
EFE
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