Wilexis domina cual caudillo al barrio José Félix Ribas de Petare, en Caracas. El pran fue designado por el alcalde José Vicente Rangel Ávalos como juez de paz de la zona, pero en enero saltó la talanquera al reconocer a Juan Guaidó como presidente encargado, una traición que generó una cacería en su contra por parte de las Fuerzas de Acciones Especiales.
Con información de El Estímulo
Ellos se metieron a la casa en la madrugada del viernes 7 de junio e hicieron desastre. Sin pedir permiso ni mucho menos perdón, los oficiales de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) de la Policía Nacional Bolivariana se acostaron en el mueble, se comieron los helados que estaban en la nevera y también usaron el baño. En la mañana salieron como Pedro por su casa, como si violar el hogar de una familia petareña formara parte de la rutina diaria del gobierno. Que si nos ponemos a ver, lo es, pero no de esa manera. Entraron porque buscaban al Patrón, todos lo persiguen desde el 23 de enero cuando se enteraron que se le había volteado al gobierno y apoyaba a Guaidó.
Así comenzó la cacería, que paradójicamente los mismos chavistas critican: porque una cosa es defender al gobierno y otra distinta es que se metan con el Patrón, quien protege a los petareños de las injusticias de la guerra económica. Los opositores por otro lado se encuentran contrariados: en el día enfrentan al hampa pero en la noche el hampa “lucha por su país”, cayéndose a tiros con la FAES.
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El cuento parece salido del siglo XIX, de eso que el historiador Elías Pino Iturrieta denominó «el país archipiélago», una nación profundamente dividida en islas, controladas por el mandón de turno. Una de esas parcelas caudillistas es Petare en pleno siglo XXI, territorio intocable para el gobierno, dominado por la voluntad de un hombre: Wilexis Alexander Acevedo Monasterios dice su cédula, y «Wileisy» suena la jerga popular.
Wilexis actúa en Petare desde 2014, al menos. Entonces comenzó a ser conocido entre los habitantes de José Félix Ribas. Dicen que apenas bordea los 30 años. Una certeza es que no está registrado como elector ante el Consejo Nacional Electoral; al menos no con la cédula con la que es retratado en la ficha policial que lo califica como uno de los hombres más buscados por la Policía Nacional Bolivariana.
Se calcula que a su cargo hay unos 200 hombres, chamitos de entre 13 y 28 años. Y cuentan que están armados hasta los dientes con fusiles AR-15, FAL, Mini Uzi y hasta escopetas y granadas. Fueron ellos los que se cayeron a tiros con uniformados el 18 de marzo pasado, dejando dos funcionarios heridos y uno muerto: Miller Soler. La banda de Wilexis también ha tenido “bajas”: un mes después de aquel suceso las FAES dieron muerte a Juan Daniel Arenas Almeda, Rhonald José Arenas Almeda, Víctor Quintana y Richard Ali Mata García, según dijo la prensa.
El alcalde José Vicente Rangel Ávalos lo había nombrado juez de paz en Petare, pero las buenas relaciones ya se acabaron. Especialmente cuando se supo que el hombre reconoce a Juan Guaidó como “presidente encargado” desde el mismo 23 de enero de 2019. La respuesta de las FAES fue inmediata: meterse en el barrio a plomazos, dejando al menos 10 muertos. Al día siguiente llevaron hasta vehpiculos blindados. Qué diferencia con el 12 de abril, cuando Guaidó visitó el barrio José Félix y todo transcurrió en paz. No es casual.
Hasta las monjas del colegio de la zona reconocen a la autoridad caudillista. La mañana del lunes 10 de junio, llamaron a la comunidad a protestar con los consejos comunales y las jefas de escaleras de las 10 zonas contra el atropello de las FAES. Wilexis apoyó la moción y envió a sus luceros, como le llaman a la camarilla que le sigue, a vigilar el barrio.
A las 10:00 am la concentración crecía, la consigna «El hampa nos protege y la FAES nos roba» retumbaba a lo largo y ancho de la zona, se escuchaban en toda la avenida que comunica a Petare con Palo Verde, justo frente a las estaciones de Metro y Metrocable Mariches. Tal como lo anunciaron las religiosas por el parlante, quienes lideraban la manifestación eran las jefas de los consejos comunales, encargadas de las cajas del CLAP.
Escuelas, abastos y buhoneros no trabajaron por orden del hampa, una decisión que tomaron al pie de la letra. El mandato lo recibió todo el barrio por mensajes de texto distribuidos de teléfono en teléfono. «Ni Maduro ni Guaidó, aquí manda es el Patrón». Y vaya que sí, nadie se atrevió ni siquiera a subir una santamaría, como hacen algunos comerciantes cuando la oposición llama a paro nacional.
No aguantan un abuso más de las FAES. Los uniformados han irrumpido en casa, realizado allanamientos ilegales, detenido y asesinado personas a cada rato en lo que va de año. Por eso la gente dice que el hampa está primero, aunque la diferencia entre un grupo y otro sean escasas: ambos tienen armas y atentan contra la comunidad, pero insisten en decir en que hay malandros buenos y malandros malos; y más vale un buen malandro conocido que uno malo por conocer. Esos últimos además tienen chapa de los cuerpos de «seguridad» del Estado. El país pareciera estar otra vez dividido en feudos, el retroceso lo llevó al belicoso siglo XIX.
Con información de El Estímulo
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