Todos los estados de EEUU han comenzado a aliviar las medidas de cuarentena, mientras el gobierno de e Donald Trump apoya este proceso y expertos de salud piden prudencia para que una reapertura económica no provoque rebrotes de contagios de coronavirus.
A partir de este miércoles, Connecticut, el último estado que faltaba aliviar medidas, completó el listado de las 50 entidades miembros de los Estados Unidos, ya que dejó de estar en vigor la orden de permanecer en los hogares y permite la apertura de tiendas y restaurantes.
Si bien Washington DC todavía mantiene en marcha una orden similar hasta el 8 de junio, la capital estadounidense no pertenece a ningún estado.
En abril, el gobierno de Donald Trump publicó pautas para encarar la reapertura por fases que incluían criterios para que los estados individualmente cumplieran antes de retomar la normalidad, incluida una trayectoria descendente de nuevos casos durante un periodo de 14 días. Pero varios estados son acusados de iniciar el desconfinamiento sin cumplir con los criterios fijados por el gobierno.
Los gobernadores avanzaron a diferentes velocidades. Algunos, como Georgia y Texas, optaron por una reapertura abrupta, mientras que otros como Nueva York, California y Pensilvania permitieron un desconfinamiento únicamente en las zonas menos afectadas y donde ya se registra un claro descenso en la curva de contagios.
No obstante, funcionarios de salud pública de algunos estados están siendo acusados de alterar las estadísticas sobre las infecciones de coronavirus e incluso de recurrir a artimañas para hacer que las cosas parezcan mejor de lo que están. El riesgo es que los políticos, los dueños de negocios y la gente que necesita decidir sobre las cuarentenas, reanudación de actividades y otros asuntos cotidianos pueden tener la impresión de que la propagación del virus está más controlada de lo que en realidad está.
El balance provisional de fallecidos -91.845- sigue por debajo de las estimaciones iniciales de la Casa Blanca, que proyectó en el mejor de los casos entre 100.000 y 240.000 muertes; pero ha superado ya con creces los cálculos más optimistas que hizo “a posteriori” Trump de entre 50.000 y 60.000 fallecidos.
Desde entonces, sin embargo, el presidente ha aumentado su pronóstico en varias ocasiones hasta reconocer en su cálculo más reciente que la cifra final probablemente estará entre 100.000 y 110.000 muertos.
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