El distanciamiento social, ese espacio de un metro entre una persona y otra, que debe establecerse por ser una medida básica para combatir la propagación de la enfermedad COVID-19, es letra muerta para quienes abordan una unidad de transporte público en el estado Vargas.
A pesar del aumento en los casos reportados de COVID-19 en el país, la necesidad de los varguenses de buscar comida o garantizar los servicios básicos, como el gas doméstico y el agua potable, es superior, por lo cual salen a diario de sus hogares, mayormente en las escasas unidades de transporte público que prestan servicio en la entidad costera.
En las paradas es normal ver grupos aglomerados. Ahora, a los usuarios regulares también se le suman quienes poseen vehículos particulares, pero prefieren dejarlos estacionados en su casa por falta de gasolina.
“Yo sé que es un riesgo, ¿pero cómo hago?. En casa, lo que acordamos fue que yo sola iba a salir a hacer las compras para el mercado. Cuando llego a casa intento cumplir con todas las normas de desinfección, pero en el autobús, allí es otro tema. Uno está apretado, con el pasajero de al lado encima, como una sardina en una lata. Yo uso el tapabocas, pero hay quienes se montan en el autobús y tampoco lo usan. Ningún conductor o policía les dice algo. Y creo que ya se cansaron”, cuenta Ana Ferrer, vecina de Guaracarumbo, quien se traslada a hacer sus compras al centro urbano de la parroquia Maiquetía.
En el Litoral central existen dos decretos que norman el tema del distanciamiento social y el transporte público: una emitida por la Gobernación del estado Vargas y otra a través del Instituto Municipal de Vialidad, Tránsito y Transporte Colectivo de Vargas (Imvitracv), que indica que mientras dure el estado de alarma decretado por el gobierno de Nicolás Maduro, por la presencia del COVID-19, las unidades de transporte no deben trasladar a personas paradas y solo movilizar a aquellos usuarios que puedan estar sentados.
“Eso simplemente no se cumple. Y no se puede cumplir, porque no tenemos suficientes unidades de transporte para trasladar a la gente que está en las paradas. Todo el mundo quiere llegar a su destino o ir al lugar donde va a comprar o hacer la diligencia y luego regresar a su casa. Entonces, uno deja que la gente se monte en el autobús. Eso es riesgo para ellos y para nosotros. Pero yo con el bus parado no hago plata, así que es responsabilidad de cada quien”, refirió un conductor de transporte público en el Litoral central, que prefirió no ser identificado.
De acuerdo con el profesional del volante, otro de los problemas que hace deficitario el transporte público local son los pocos litros de gasoil que están recibiendo en la estación de servicio autorizada. »Algunos prefieren parar la unidad o trabajar menos días en la semana para rendir los litros de gasoil. Hay menos autobuses y eso hace que la gente se suba a las unidades, así deban estar apretados”, agrega.
Y si el distanciamiento social no se cumple. En los autobuses mucha gente también desobedece el uso de tapabocas.
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