Mantener al menos un metro de distancia con otras personas y usar protectores faciales y oculares podría ser la mejor manera de reducir la transmisión de la COVID-19, según un estudio publicado en The Lancet, que indica que si se guardan tres metros, las posibilidades de contagio se reducen a la mitad.
EFE
Se trata de la investigación más completa realizada hasta ahora por un grupo de expertos internacionales, encabezados por la Universidad McMaster (Canadá), que señalaron que si bien estas medidas de protección pueden ayudar a frenar la expansión del virus, «no brindan protección completa contra el contagio».
En el estudio, realizado para avalar los documentos de orientación de la OMS, se examinó sistemáticamente, por primera vez, el uso óptimo de medidas de protección como el distanciamiento y la cubiertas faciales y oculares, tanto en entornos comunitarios como de atención médica en pacientes con COVID-19.
Los expertos realizaron una revisión sistemática de 172 estudios observacionales que evaluaban medidas de distanciamiento y el uso de máscaras faciales y protección ocular para prevenir la transmisión entre pacientes con infección confirmada o probable por COVID-19, SARS y MERS y personas cercanas como cuidadores, familiares o sanitarios, que finalizó el pasado 3 de mayo.
Detectaron que mantener una distancia física de más de un metro respecto a otras personas se asociaba con un riesgo mucho menor de infección en comparación con estar a menos de un metro (el riesgo de contagio a más de un metro de distancia del individuo infectado fue del 3 % frente al 13 % dentro de un metro).
El estudio apuntó que por cada metro adicional de distancia hasta los tres metros, la probabilidad de infección puede llegar a reducirse a la mitad.
La COVID-19 se transmite con mayor frecuencia por las gotas respiratorias, especialmente cuando las personas tosen y estornudan, e ingresa por los ojos, la nariz y la boca, ya sea directamente o al tocar una superficie contaminada con las manos y luego llevarse estas al rostro.
Respecto a las máscaras faciales, se comprobó que la amenaza de transmisión del virus disminuye con su uso hasta el 3 % frente al 17 % cuando no se utilizan.
Los resultados fueron similares en los protectores oculares, ya que las gafas y los anteojos se asociaron con un menor riesgo de infección, en comparación con la ausencia de estos, de modo que el peligro de contagio usándolos fue del 6 % en comparación al 16 % en su ausencia.
Sin embargo, los científicos destacaron que la certeza de estas evidencias es baja para ambas formas de protección y recalcaron que, incluso cuando se usan y combinan adecuadamente, ninguna de ellas ofrece cobertura completa contra el contagio, por lo que se deben seguir otras medidas básicas como el lavado constante de las manos.
Holger Schünemann, profesor de la Universidad McMaster y director de la investigación, afirmó que estos hallazgos «son los primeros en sintetizar toda la información directa sobre COVID-19, SARS y MERS y proporcionan la mejor evidencia disponible sobre el uso óptimo de estas intervenciones comunes».
«Los gobiernos y la comunidad sanitaria pueden usar nuestros resultados para dar consejos claros a las comunidades y los trabajadores de la salud sobre estas medidas de protección para reducir el riesgo de contagio», indicó.
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