Dennis Rodman ya era otro hombre. Al menos eso parecía. Había dejado atrás una cruda infancia en Dallas sin la figura de su padre, un ex combatiente de Vietnam que había tomado la decisión de dejar a su familia para irse a vivir a Filipinas. Los conflictos internos por su sexualidad definieron su infancia. También la imagen de cuando su madre decidió echarlo de su casa y tuvo que dormir en la calle durante dos años.
Por: Infobae
Pero fue gracias a que creció de golpe y ar su amor al juego que Rodman se convirtió en jugador de básquet. Eso le permitió ser reclutado por la Universidad de Southeastern Oklahoma State y mostrar todo su potencial como gran defensor y un capturador de rebotes, características que lo impulsaron a ser elegido por los Detroit Pistons en la segunda ronda del Draft de la NBA en 1986. Sí, casi en uno de los últimos lugares disponibles fue seleccionado por una de las potencias de la liga en la década que dominaban los Celtics de Larry Bird y los Lakers de Magic Johnson.
Con el paso del tiempo, Dennis sintió que finalmente había encontrado la familia que nunca tuvo. Gracias al trabajo de contención del entrenador de Detroit, Chuck Daly, sumado a que las estrellas del equipo Isiah Thomas y Joe Dumars lo ubicaron en un pedestal, transformándolo en pieza clave en la estructura del equipo, los Pistons encontraron el éxito deportivo. Si bien les costó superar a Boston en la Conferencia del Este, llegaron a tres finales de la NBA de manera consecutiva. La de 1988 la perdieron en el juego 7 ante Magic, pero al año siguiente se tomaron revancha y se consagraron campeones por primera vez en Los Ángeles.
En la primera temporada de la década del 90, Detroit revalidó el título al vencer a los Portland Trail Blazers en la final. Y para Rodman, aquella campaña significó el broche de oro para su reconocimiento como una estrella de la NBA. Fue elegido el jugador defensivo del año. En la entrega del premio no pudo contener las lágrimas. Finalmente, después de sufrir el desprecio de su familia durante su infancia, de tener que dormir en las puertas de casas ajenas, su momento había llegado.
Pero esa buena etapa se terminó de diluir con el tiempo. En lo deportivo, y después de protagonizar cruces históricos por su crudeza física y los duelos dialécticos, Jordan y sus Chicago Bulls pudieron dejar en el camino a los Pistons para avanzar hacia el campeonato de la NBA. Después de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, donde fue el conductor del histórico Dream Team que ganó la medalla de oro, Daly dejó Detroit. Para Rodman, ese fue un golpe al corazón tal vez más duro del que atravesó con su familia de sangre.
Aquellos Pistons, que recibieron el mote de Bad Boys y que se ganaron el odio de toda la NBA, estaban acabados. Desganado por el alejamiento de la figura paterna que lo cobijó, Dennis se perdió el campamento de entrenamiento de verano previo al inicio de la temporada. Además, la vida privada de Rodman también estaba en problemas: se había separado de su primera esposa, Annie Bakes, con la que tuvo a su hija Alexis, a la que con el paso de los años dejó de ver.
Luego de ser suspendido por la franquicia a fines del 92 por no querer sumarse a una gira con el equipo, todo se desmoronó para el número 10 de los Pistons la noche del 11 de febrero de 1993. El día después de una dura derrota para Detroit contra los Nets en Nueva Jersey por 109-86, partido al que Dennis no viajó junto con su equipo, Rodman estuvo cara a cara con la muerte.
“Fuera de mí tenía todo lo que quería, pero dentro de mí era un alma solitaria”. Esa fue la frase que utilizó el protagonista de esta historia para graficar el instante en que analizó la chance de quitarse la vida. Así lo tituló en su biografía Bad As I Wanna Be (Malo como quiero ser) que lanzó en 1996 y que se convirtió en la primera autobiografía de un jugador de la NBA.
Esa noche de invierno en Detroit, Rodman dejó la casa de unos amigos en la ciudad y se estacionó con su camioneta frente al viejo estadio de los Pistons. A tan sólo unos metros del The Palace of Auburn Hills, sentado en la butaca delantera fue cuando Dennis tomó un rifle y pensó en el suicidio. Por el calibre del arma, el jugador tendría que haber utilizado los pies para intentar jalar el gatillo. Eso nunca sucedió.
Mientras el rey de los rebotes en la NBA miraba el recinto con nostalgia, prendió la radio. De fondo, en una de las señales locales, apareció una banda que ayudó a Rodman a relajar su mente y evadir esos viejos fantasmas que lo acompañaban desde que tenía memoria. Dos temas de Pearl Jam, la banda que irrumpió con su rock alternativo a principios de los 90´s, actuaron para que Dennis se relajara al compás de “Even Flow” y “Black”.
“Me desperté y todos los policías estaban allí. No sabía lo que estaba pasando. Olvidé por completo que tenía una pistola en la mano. Me sacaron del auto. Eso fue más o menos lo que ocurrió”, recordó el cinco veces campeón de la liga más famosa del mundo en diálogo con el medio Bleacher Report, unos años atrás.
En el mismo sentido, Rodman aclaró que se sintió traicionado por todo lo sucedido con el futuro de los Pistons en esa época. Para él, la casa que estaba en orden había sido desmantelada sin razón. Y con eso, su estabilidad emocional. “Me di cuenta de que lo que me había llevado hasta ese punto es la necesidad de amor que tenía y no tanto el sentirme traicionado por lo que era la NBA”, dijo.
Sin buscarlo, o tal vez sí pero inconscientemente, esa madrugada fría con un rifle sobre su regazo fue el punto de partida para la nueva vida de Dennis Rodman. Su última temporada en Detroit terminó sin pena ni gloria: el equipo tuvo más derrotas que triunfos y no se clasificó a los playoffs de la NBA. El 1° de octubre del 93, el Gusano mudó su capacidad defensiva y cerca del aro a San Antonio. Y una vez que desembarcó en los Spurs, nació la versión más polémica de Dennis. Desde cambiarse el color del pelo, a convertir su cuerpo en una obra de arte del tatuaje, Rodman decoró su nueva figura con piercings en su cara y otras partes de su torso. En pocas palabras, le dejó paso a su faceta como personaje de entretenimiento.
Su costado controvertido tuvo un impacto pocas veces visto en la historia del deporte. Desde su relación con la comunidad homosexual, su amor fugaz con Madonna que lo catapultó como una personalidad que trascendió su disciplina, hasta llegar a la presentación de su libro vestido de novia. Sus dos temporadas en San Antonio solo sirvieron para exponer su figura ante las cámaras del mundo. Eso fue la antesala de su llegada a los míticos Bulls de Jordan y Pippen donde, más allá de sus periplos en la fárándula, volvió a demostrar qué clase de jugador fue para el mundo de la NBA.
“Esa noche tenía que matar a mi antiguo yo para que naciera el nuevo Dennis Rodman”. Así describió ese hombre de brazos y piernas largas cómo atravesó sus horas más dramáticas. Para renacer, no necesitó quitarse la vida. Solo vivir una situación límite que lo cambió para siempre.
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