Más de 14 mil venezolanos han regresado desde Colombia por la frontera que conecta al departamento de Arauca con el municipio Páez del estado Apure.
Silvia González | Radio Fe y Alegría Noticias
Y aunque los gobiernos de ambos países han trabajado, cada uno por su lado, abriendo pasos, puentes y albergues, éstos no se dan abasto para atender las oleadas de personas que ahora consiguen nuevas restricciones en cuanto a la cantidad de ellos que puede cruzar el Puente Internacional José Antonio Páez tres días a la semana.
Ante esta realidad, la coordinadora del Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) binacional, Marlen López, aseguró a Radio Fe y Alegría Noticias que aún existen unas 20 trochas o pasos regulares por Arauca que registran tránsito de migrantes.
A esto se suma que estos pasos son controlados por miembros de grupos irregulares al margen de la ley que “toman decisiones sobre esos espacios territoriales”.
Así que los migrantes no solo deben vivir con la decisión de haber abandonado su país busca de garantizar sus derechos fundamentales, sino también llegan a estos espacios y se encuentran con estas acciones.
La situación se presenta a pesar del esfuerzo que han hecho ambos países por cerrar y vigilar estas trochas y así tratar de mantener el mayor orden posible en el ingreso de migrantes a territorio venezolano, especialmente ara controlar la propagación de la COVID-19.
De acuerdo con López, tienen registros del incremento de acciones bélicas de estos grupos guerrilleros en zonas de frontera entre ambos países.
Con ello, también ha aumentado en el Arauca el registro de violencia contra la mujer quienes “han sido interceptadas y víctimas de esa situación”.
Ante todos estos casos, el SJR binacional ha “acompañado con la Defensoría del Pueblo y hemos intentado hacer un seguimiento y ver cómo podemos fortalecer esos canales de acompañamiento y denuncia”.
Situación compleja
La coordinadora del Servicio Jesuita a Refugiados calificó como “compleja” la circunstancia que actualmente se vive con los migrantes venezolanos en la frontera con el departamento de Aracua.
Ella reconoció “no estábamos preparados para enfrentar esas condiciones” al trabajar con personas que “llegaron a Colombia buscando mejores posibilidades de vida, pero la pandemia mundial por la COVID-19 los ha obligado a regresar a sus casas porque muchos dependen de ingresos diarios y por las restricciones, no pueden mantener un mínimo vital”.
“Cada vez se nos acumula más población en movilidad humana del lado de Arauca dadas las restricciones de movilidad y las nuevas condiciones para el paso humanitario por el puente hacia Venezuela”, aseguró Marlen López.
Describió a Arauca como un paso fronterizo que comenzó a ganar atractivo “porque se había facilitado el tránsito pero las nuevas circunstancias se limita el paso a lunes, miércoles y viernes, lo que pone en aprieto la capacidad institucional de respuesta”.
Aunque “autoridades locales han hecho un esfuerzo importante en acompañar esta población, hay que reconocer que es un departamento limítrofe que históricamente ha tenido carencias”.
Es por ello que la administración local dispuso de espacios públicos para que los migrantes puedan pernoctar en la zona mientras esperan su “turno” para ingresar a Venezuela.
Esto lo hacen con el apoyo de organizaciones pertenecientes al Grupo Interagencial de Flujo Migratorio Mixto “para apoyar en esa respuesta diaria de alimentación, hospedaje transitorio, pero también de adecuar mucho más las condiciones”.
“Siguen habiendo muchas necesidades y falta mucho trabajo aún por garantizar unos mínimos para las personas y sus derechos fundamentales pero siguen los esfuerzos”, destacó.
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