«Agarraron al jefe!». La alarma cundió el viernes en la noche dentro de la organización de Alex Saab, todopoderoso empresario colombiano, de 49 años, estrechamente vinculado con Nicolás Maduro y con la revolución bolivariana. Testaferro del primero, según Estados Unidos y la fiscal legítima venezolana, Luisa Ortega, y operador clave en el exterior para la segunda. Un «golpe casi mortal», se congratulaba ayer la oposición democrática.
Su avión privado Bombardier Global, un jet de lujo, hacía escala en Cabo Verde, recién llegado de Caracas y con destino a Moscú y Teherán, con la misión de canalizar una nueva transfusión de gasolina desde Irán hasta la Venezuela sedienta en medio de la pandemia. El estrecho marcaje de la Inteligencia estadounidense, incluida la vigilancia por satélite, provocó que saltara la alerta azul de la Interpol contra el perseguido por Washington y por su natal Colombia.
Muy poco se sabe de un personaje especialista en moverse al mismo tiempo entre las tinieblas y entre las mieles del poder, un modesto empresario que en sus orígenes regalaba llaveros a sus clientes. Saab desembarcó en el chavismo de la mano de la ex senadora izquierdista Piedad Córdoba, aliada de Hugo Chávez y del propio ‘presidente del pueblo’.
«Debo ser enfático en esto: no conozco al presidente Maduro, más allá de un par de actos protocolarios en razón de la ejecución y suscripción de los contratos», se defendió en la entrevista concedida al diario colombiano ‘El Tiempo’ en 2017, vía correo electrónico. Nadie le creyó.
Precisamente durante uno de esos actos gubernamentales con sus amigos del chavismo, la televisión venezolana emitió su acceso al estrado, sonriente en su escalada a la gloria. Experto en moverse en la oscuridad y en las cloacas del poder, no existe casi ningún registro más del millonario que hace años impartió la orden de que se persiguiera y eliminara, a precio de oro, sus referencias en la red.
En aquella entrevista, Saab se defendió tirando de manual revolucionario: «Mi rechazo es enfático ante esta persecución. El único objetivo de EEUU es asfixiar al gobierno venezolano y creen que atropellando empresarios lograrán su cometido. Confío en que la verdad de toda esta infamia termine triunfando un día».
Un triunfo que hoy parece imposible. Estados Unidos pretende extraditarlo de forma inmediata, apoyado en sus buenas relaciones con el país africano.
Es difícil medir todavía el alcance que supone para la revolución y especialmente para Maduro la detención de Saab, pero una ola de pánico corre entre los empresarios boliburgueses que viajan en aviones privados y sirven a la revolución. El hombre de negocios de Barranquilla es clave fundamental para el contrabando de oro y para el sistema de comida subvencionada desarrollado por el gobierno. Entre sus nuevos negocios está una refinería de oro y sus tentáculos ya están extendidos de cara a la privatización de Petróleos de Venezuela (PDVSA), la empresa estatal arruinada tras 21 años de revolución.
VICTORIA DEL BIEN SOBRE EL MAL
La detención de Saab se vivió de forma muy especial en el perseguido gremio periodístico venezolano. Como si se tratara de una victoria del bien sobre el mal. Amparado por el poder presidencial, Saab se movió entre la impunidad y la arrogancia contra el equipo de periodistas que investigaba las distintas tramas en las que ha participado. Incluso presionó para que les encarcelaran en las mazmorras del chavismo. Ewald Scharfenberg, Roberto Deniz, Alfredo Meza y Joseph Poliszuk huyeron a la carrera y se exiliaron en el exterior, pero a la postre le han ganado la partida al corrupto.
Las aventuras millonarias del empresario de origen libanés fueron marcadas de cerca y denunciadas por el portal informativo armando.info. Una investigación tras otra, el equipo de reporteros no se arredró ante las amenazas del empresario y de sus amigos políticos, sacando a la luz cómo revendían comida mexicana al chavismo a través de una sociedad registrada en Hong Kong, contratada más tarde por Maduro para comprar medicinas a la India. Las cajas CLAP de comida son la versión bolivariana de la libreta cubana de racionamiento, creadas por quien fuera el asesor español de Maduro, Alfredo Serrano, una de las voces de Podemos en el continente.
La detención de Saab se produce sólo tres días después de que las autoridades colombianas confiscaran parte de sus propiedades. Figura desde hace tiempo en la ‘lista negra’ del Departamento del Tesoro y está sancionado por el Gobierno de Washington. La larga lista de acusaciones que recaen contra él abarcan enriquecimiento ilícito, lavado de activos, exportación o importación ficticia y estafa, además de ser señalado como cabeza del esquema de corrupción en Venezuela.
Saab también percutió en política, organizando un séquito de diputados traidores a su servicio, con Luis Parra a la cabeza. Aliados con el chavismo, los parlamentarios de Saab maniobraron para ocupar fraudulentamente la presidencia de la Asamblea Nacional (AN). Ignorados por el planeta, sólo Cuba y Rusia reconocen a Parra, quien durante 2019 viajó por Europa para defender a su jefe.
Entre las acusaciones que penden contra el amigo del ‘hijo de Chávez’ destaca el lavado de 350 millones de dólares a través del sistema de control de cambios de la revolución. El Departamento del Tesoro también le responsabilizó del gigantesco mecanismo de corrupción puesto en marcha con las cajas CLAP.
El vínculo es tan estrecho entre el poder presidencial y el empresario barranquillero que Maduro impuso en 2018 al frente del Ministerio de Desarrollo Minero y Ecológico a un empleado de Saab y de su socio Álvaro Pulido. Se trataba de Adrián Perdomo, quien desde ese momento se puso al frente de la exportaciones y del contrabando de oro con dirección a Turquía. A todos ellos les incluyó el Departamento del Tesoro de EEUU en sus sanciones.
El cerco contra Saab también asfixió su vida privada. Su mujer, la modelo italiana Camilla Fabri, de 25 años, sufrió en noviembre pasado la confiscación de una propiedad, de varias obras de arte y de dos millones de euros.
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