El contralmirante retirado Daniel Comisso Urdaneta, recordado por participar en los hechos del 11 de abril de 2002 y por la toma de la Plaza Altamira en 2003, envió una contundente carta al presidente de EEUU, Donald Trump pidiéndole actuar contra el régimen de Nicolás Maduro.
“¿Qué más daño y desolación deben sufrir los venezolanos, cubanos, nicaragüenses y de los cuales aún luchan por recuperarse, ecuatorianos y bolivianos, entre otros? ¿Qué amenazas más cercanas y tangibles debemos soportar en nuestro continente, de ideologías y fanatismos que siempre han envidiado malamente nuestra cultura libre y soberana?”, son algunas de las preguntas que el contralmirante retirado Daniel Comisso Urdaneta le hace al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en una misiva pública.
Este alto oficial de la Armada Venezuela, hoy retirado de la vida activa de la Fuerza Armada, egresó de la Escuela Naval de Venezuela en el año 1975, como integrante de la promoción Almirante Padilla. Fue Subinspector de la Armada, así como comandante de la Base Naval de Puerto Cabello. Comandó el Centro de Adiestramiento Naval de Catia La Mar. Además, fue Director de Investigaciones de la Inspectoría General de la Fuerza Armada.
Su nombre aun resuena en los espacios que escudriñan lo sucedido durante el Golpe del 11 de abril de 2002 que sacó, por algunas horas, a Hugo Rafael Chávez Frías del poder. El Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela (TSJ) lo absolvió el 14 de agosto 2002, junto a otros tres altos jefes militares; 11 de los 20 magistrados votaron el sobreseimiento y ocho se abstuvieron, mientras un juez supremo no se presentó a la sesión plena.
El 11A representa una fecha simbólica, no solo por ser el día en que Chávez es sacado de la presidencia estando en la cúspide del poder, sino porque casi todos los más altos jefes militares de los cuatro componentes militares no obedecieron la orden de sacar el Ejército a la calle, cuando Chávez ordenó aplicar el Plan Ávila. A partir de entonces el jefe de la revolución ya no tenía garantía alguna con los militares y planificó la transformación de la institución castrense.
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La comunicación del contralmirante Comisso Urdaneta al presidente norteamericano inicia manifestándole “mi solidaridad y mejores deseos para que su lucha en defensa de la libertad de los pueblos y en contra del eje del mal, representado por todos los poderes, estados y organismos que se empeñan en subyugar a los pueblos. En especial a su decidida confrontación contra todas las amenazas que hoy se atreven a pretender traer el caos el odio y la venganza a nuestro continente”.
“Le confieso que la reciente carta, a usted dirigida por el arzobispo Carlo María Viganò, motivó sobremanera a sumarme al gran grupo que percibe su esfuerzo por la salvación de América ante la condena del socialismo salvaje del siglo XXI, peste que se enseñoreó en la República de Venezuela y la convirtió en la deleznable república bolivariana, que se ha gestado bajo la conducción del régimen castro comunista y reforzado con elementos fundamentalistas extremos, terroristas y narcotraficantes, hasta consolidarse como el Grupo Delincuencial Transnacional, que sirve de plataforma para ese eje maligno, con la anuencia y apoyo de Irán, China y Rusia”.
Destaca el contralmirante lo que significa la mentira con la que se más se vende el socialismo. “En una de sus últimas intervenciones públicas, usted ha descrito perfectamente al socialismo, en resumen, dejó claro que el socialismo promete lo mejor, pero, como ha sido siempre, termina haciendo lo peor, con las mismas desgraciadas consecuencias para los países y pueblos”.
Le relata que siendo un joven estudiante de tercer año de bachillerato, a mediados de los años 60’s, “se presentaron fuertes disturbios en Caracas, generados por adeptos a los movimientos castristas que siempre hubo en Venezuela, recuerdo que en esa oportunidad le pregunté a mi padre, cuál era la diferencia entre capitalismo y comunismo, él me contestó: los dos son la misma cosa, en ambos vas morir, sólo que en el comunismo morirás cuando ellos digan, como ellos digan y haciendo o dejando de hacer lo que ellos digan”.
Le solicita a Trump hablarle libremente. “Con todo respeto le manifiesto que, como muchos, he visto los golpes bajos que le han propiciado los enemigos de la libertad, y que lo han obligado a repensar sus acciones, igualmente como muchos, espero que esos golpes, le sirvan para recobrar fuerzas, demostrar la verdadera intención que se esconde detrás de esas bajezas, reforzar su actitud hacia la esperanza originaria de nuestro continente y gestionar la reacción definitiva y letal con la verdad por delante”.
Insiste en que ello debe ser de tal manera “que no deje duda ante los ciudadanos de bien, en cuanto a la extrema necesidad de continuar la lucha frontal y hasta las últimas consecuencias, contra el mal del comunismo, el socialismo, sus variantes extremistas y en general de todos los enemigos del sistema americano, aun prescindiendo de los consensos mancados, de organismos legítimos, pero ultra oceánicos”.
A su juicio porque “por una parte no aceptan que usted (Trump), pueda salir airoso. Por otra, no dan señales de entender que, la vía política pacífica y consensuada, es inviable, y que el tiempo es el peor enemigo de los ciudadanos víctimas de un daño antropológico similar a un holocausto”.
Es enfático al decir “pienso que ya se agotó el tiempo de “tratar de impedirles” que sigan haciendo daño, ¡es el momento de castigarlos ejemplarmente por el daño que ya hicieron! ¿Que no es suficiente? ¿Qué más daño y desolación deben sufrir los venezolanos, cubanos, nicaragüenses y de los cuales aún luchan por recuperarse, ecuatorianos y bolivianos, entre otros? ¿Qué amenazas más cercanas y tangibles debemos soportar en nuestro continente, de ideologías y fanatismos que siempre han envidiado malamente nuestra cultura libre y soberana?”
“Sr. Presidente Donald Trump, con todo respeto le reitero la exhortación hecha al Secretario General de la OEA (Organización de Estados Americanos), Sr. Luis Almagro, en cuanto a que la decisión final de asumir la defensa de los supremos intereses de una región, de una sociedad, nunca será de las Fuerzas de Defensa, siempre será responsabilidad de los dirigentes políticos, de los estadistas que vislumbran la trascendencia de tal decisión y las consecuencias de no asumirla”.
“La gran mayoría de los ciudadanos vemos en usted, la actitud para asumir tal decisión, junto a los jefes de estados americanos, a los cuales debemos todos persuadir, para que asuman su cuota parte y acompañen esta trascendental lucha, que incluye además la cura contra el virus chino y lograr la nueva normalidad. Es la lucha que los pueblos subyugados esperan desesperadamente, es la que nos encamina hacia la libertad y recuperación de nuestros países, patrimonios, culturas y sociedades”.
Finaliza diciendo “Dios mediante, una vez logrados estos sublimes objetivos, ya retomaremos a nuestras excelentes relaciones con los estados y pueblos libres del resto del mundo, como siempre ha sido”.
Con información de Infobae
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