La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Tecnología (Unesco) orienta a los sistemas educativos del mundo con un Marco de reapertura de las escuelas. El organismo sugiere que el retorno a los planteles debe hacerse en condiciones de seguridad y según sea la respuesta general de cada país al COVID-19.
Carmen Victoria Inojosa | Crónica Uno
Lo fundamental es adoptar medidas para proteger a los estudiantes, el personal, los docentes y sus familias. Para eso, la organización recomienda hacer una evaluación de las ventajas, los riesgos, el contexto; incluidos los factores socioeconómicos, educativos y de salud pública.
Entre las preguntas a responder previo a la vuelta a la escuela están: ¿Cuán disponible y accesible es la educación a distancia de alta calidad? ¿Cómo afectan la pandemia y las medidas adoptadas para enfrentarla a las principales etapas de transición en el camino del aprendizaje? ¿Tienen las escuelas capacidad para mantener las medidas de seguridad destinadas a mitigar los riesgos, como el distanciamiento físico (por ejemplo, el tamaño de las aulas frente al número de alumnos) y las prácticas de higiene? ¿Disponen de instalaciones de agua, saneamiento e higiene?
¿Cómo se desplaza la población escolar hacia la escuela y desde ella? ¿Cuáles son los factores de riesgo a nivel de la comunidad, tomando en consideración los factores epidemiológicos y las capacidades en las esferas de la salud pública y la atención de la salud, la densidad demográfica, y el cumplimiento del distanciamiento físico y las buenas prácticas de higiene?
La Unesco identifica seis dimensiones que podrían utilizarse cuando se haya determinado qué escuelas van abrir: políticas, financiación, operaciones seguras, aprendizaje, atención a los niños más marginados, bienestar y protección.
Cómo reabrir las escuelas
La Unesco establece cuáles son las prioridades antes del retorno al aula y una vez abiertas las escuelas. Reabrir las escuelas podría hacerse por etapas y de forma progresiva. Aquí algunas recomendaciones del organismo internacional.
Antes
Preparar políticas, procedimientos y planes de financiación de importancia crucial para el mejoramiento de la enseñanza, con atención especial a las operaciones seguras, incluido el fortalecimiento de las prácticas de aprendizaje a distancia.
Elaborar protocolos sobre las medidas de distanciamiento físico, incluida la prohibición de realizar actividades que requieran la asistencia de numerosas personas.
Escalonar el inicio y el final de la jornada escolar, así como también las horas de las comidas.
Dictar las clases temporalmente en espacios distintos a los habituales o al aire libre; y organizar turnos escolares para reducir el tamaño de las clases.
Elaborar protocolos pormenorizados sobre las medidas de higiene, que deben incluir el lavado de las manos, el uso de equipo de protección, los procedimientos de limpieza de las instalaciones y la preparación de los alimentos de forma segura.
Adoptar métodos proactivos para reintegrar a los niños marginados y a los que no asisten a la escuela.
Ofrecer a los maestros y a los dirigentes escolares apoyo y formación en enseñanza a distancia y en métodos para ayudar a sus alumnos durante el cierre de las escuelas.
Invertir en agua, saneamiento e higiene a fin de mitigar los riesgos, y centrarse en la recuperación escolar para compensar el tiempo de instrucción perdido.
Elevar el porcentaje de escuelas que cuentan con agua potable, estaciones para el lavado de las manos, suministros de aseo.
En lo posible establecer baños separados por sexo o ampliar los que existen, y disponer de facilidades para la gestión de la higiene menstrual.
Brindar capacitación al personal administrativo y a los docentes sobre la aplicación del distanciamiento físico y las prácticas de higiene escolar.
Aumentar el personal en las escuelas, de acuerdo con las necesidades. El personal encargado del aseo también debe recibir capacitación sobre desinfección y, en la medida de lo posible, contar con equipo de protección personal.
Proporcionar a los dirigentes escolares directrices claras para establecer los procedimientos en caso de enfermedad de los estudiantes o del personal.
Después
Vigilar activamente los indicadores de salud y dedicar particular atención al bienestar y a la protección.
Reforzar la pedagogía, adaptar la educación a distancia a una modalidad combinada de enseñanza y aprendizaje, e incorporar conocimientos sobre la transmisión y la prevención de la infección.
Elaborar un modelo de decisión para volver a cerrar y a abrir las escuelas en caso de que la transmisión resurja en la comunidad.
Hacer hincapié en el cambio de comportamiento para aumentar tanto la intensidad como la frecuencia de las labores de limpieza y desinfección, y para mejorar las prácticas de gestión de los desechos.
Promover el uso de desinfectante para manos y, cuando las autoridades nacionales lo recomienden, insistir en la importancia de utilizar correctamente las mascarillas de tela.
Incrementar las inversiones en la enseñanza a distancia para prepararse para futuros cierres de las escuelas, reforzar la enseñanza y el aprendizaje durante los cierres de las escuelas.
Evaluar los niveles de aprendizaje de los estudiantes después del cierre de las escuelas para orientar las actividades de recuperación.
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