La mortífera covid-19 se ha cobrado ya más de 176.000 vidas en el Viejo Continente y ha dejado un reguero de lamentables hitos históricos, entre ellos, el aislamiento de la Unión Europea del mundo exterior por primera vez en la historia del club. Pero Bruselas quiere poner fin a esa anomalía a partir del 1 de julio con una lenta reapertura de las fronteras exteriores que empezará con la autorización de entrada a los ciudadanos y residentes de un reducidísimo grupo de 15 países, una selección que ha provocado un tremendo rifirrafe entre los socios de la UE.
Por Bernardo de Miguel – El País
El listado ha sido pactado finalmente este lunes, e incluye a Argelia, Australia, Canadá, Corea del Sur, Japón, Georgia, Marruecos, Montenegro, Nueva Zelanda, Ruanda, Serbia, Tailandia, Túnez y Uruguay. Sus ciudadanos podrán entrar en todo el territorio de la UE. A la lista podría añadirse China si el Gobierno de Pekín autoriza la entrada de ciudadanos europeos, dado que la reciprocidad es una de las condiciones exigidas por Bruselas para la apertura.
La nómina de los 15 países ha sido pactada este lunes por los representantes permanentes de los Estados miembros ante la UE, tras varias semanas de negociación con una recta final que se inició el pasado viernes y que ha prolongado el regateo durante el pasado fin de semana. El texto pactado deberá ser ahora aprobado por los 27 Estados, por mayoría cualificada, mediante un procedimiento escrito que les permite pronunciarse hasta las doce de la mañana del martes.
Si el texto es ratificado, como parece muy probable, los ciudadanos y residentes de todos esos países podrán, en teoría, entrar en el territorio de la UE tan pronto como el texto se haga oficial y sea aplicado por los socios.
Pero esa es la teoría. La realidad es que el texto aprobado no es más que una recomendación que mantiene de facto el veto a más de 150 países, entre ellos Estados Unidos, Brasil, Rusia o India, pero que no garantiza la entrada a los países seleccionados. Los socios de la UE podrán mantener el veto a algunos de ellos si consideran poco fiable su situación epidemiológica. Además, la recomendación no se aplica en Irlanda y Dinamarca, dos países que mantienen un estatus especial en materia de fronteras.
Aun así, el principal valor de la recomendación es que evita una apertura caótica de la UE, que hubiera puesto en peligro la viabilidad del espacio sin fronteras interiores de la zona Schengen. Bruselas temía que cada socio hiciese su propio listado de países autorizados, lo que podía haber obligado a reintroducir controles fronterizos internos para frenar la circulación de las personas llegadas desde países terceros considerados de riesgo. El temor a que Schengen se quiebre, como ocurrió al principio de la pandemia, todavía existe, pero el acuerdo sobre los países seguros lo reduce considerablemente.
La selección se ha realizado de acuerdo con criterios epidemiológicos entre los países que presentan un ratio similar o inferior a la media europea en contagios por cada 100.000 habitantes durante 14 días. Pero la decisión de permitir o no la entrada, aparentemente técnica y objetiva ha estado cargada de debates políticos y ha dejado fuera a numerosos países latinoamericanos o africanos que, sobre el papel, cumplen el baremo de contagios. Entre los excluidos figuran países como Venezuela, Cuba o Angola.
El segundo criterio aplicado es el de reciprocidad, es decir, que los países terceros admitan la entrada de ciudadanos europeos. Pero ese criterio también se ha aplicado con una discrecionalidad bastante arbitraria. Mientras que la apertura a China se supedita a la reciprocidad, el mismo criterio parece no aplicarse a países como Argelia, que mantienen cerradas sus fronteras.
El listado ha provocado una enorme tensión entre los socios europeos en una negociación que fuentes diplomáticas describen como una de las más enrevesadas de los últimos tiempos. El cruce de los intereses nacionales, con cada socio defendiendo la apertura hacia países diferentes, más el temor a que un error de cálculo desencadene un rebrote importado de la epidemia, ha prolongado el regateo entre los diplomáticos hasta casi las cuatro de la tarde del lunes, apenas 36 horas antes de la posible apertura de fronteras. Croacia, país que preside este semestre la Unión, solo ha concedido de plazo unas horas (hasta mediodía del martes) para intentar ratificar el texto antes del 1 de julio.
Los 27 han optado finalmente por extremar la prudencia y solo abrirán sus fronteras inicialmente a un puñado de países. Antes de la pandemia, los ciudadanos de 105 países podían entrar con visado en la zona Schengen. Y los de otros 67 países incluso sin visado. En la era del covid-19, al menos de momento, solo se permitirá la entrada desde 14.
Fuera han quedado países tan significativos como EE UU, Rusia, Brasil, México o India, fuentes importantes de un mercado turístico europeo que en 2018, según datos de Eurostat, registró la entrada de 168 millones de personas de fuera de la UE y un total de 512 millones de pernoctaciones hoteleras. El sector ya ha sufrido el cerrojazo europeo total durante tres meses y medio y afronta un cerrojazo parcial de las fronteras durante los próximos meses.
La Recomendación comunitaria prevé una revisión del listado cada 15 días, para añadir nuevos países seguros. Pero también contempla la posibilidad de restringir aún más la lista si en alguno de los seleccionados inicialmente o añadidos después se produjera un deterioro de la situación epidemiológica.
Si quieres recibir en tu celular esta y otras informaciones descarga Telegram, ingresa al link https://t.me/albertorodnews y dale click a +Unirme.