El hambre y la pandemia en esta región fronteriza del Zulia se han convertido en todo un reto para los trabajadores ambulantes que salen a diario a ganarse el pan del día; un distanciamiento obligatorio para evitar contagio que pocos ciudadanos acatan en esta zona del país, la Guajira, donde no hay atención por parte de los gobernantes locales.
Norma González | Radio Fe y Alergia Noticias
El país cumple una cuarentena que se extiende sin fecha de término. Sería uno de los confinamientos más largo a nivel mundial.
Los vendedores que salen a trabajar han experimentado este fenómeno como un oponente bastante fuerte en comparación del estado de excepción que decretó el gobierno nacional en el años 2015 para combatir la fuga de alimentos en esta línea fronteriza.
“Yo soy de Maracaibo, me vine hace tres años a la Guajira. Empecé a vender agua en la raya de Paraguachón. A pesar de que Maduro haya ordenado el cierre de frontera en el 2015 había fluidez de efectivos y se podían obtener ganancias. La llegada de la pandemia empeoró la economía en el país. En esta cuarentena tocó salir a trabajar porque tengo responsabilidad en la casa, pero nadie me compra y así regreso, sin nada. Me da tristeza e impotencia porque no hay más nada qué hacer”, relata William González.
A su vez, Luis Pérez de 62 años de edad, vendedor ambulante, mencionó que esta pandemia está azotando la economía en esta región de la frontera.
“Muchas veces salgo a vender medicamentos, entre ellos analgésicos y purgantes pero ya nadie me compra porque no hay efectivo. Y lo que hacemos es un intercambio.Por una tableta de Ibuprofeno me dan un kilo de arroz; además aquí hay más vendedores que compradores. Es un reto para nosotros”.
Similar fue el testimonio de José Gregorio Bohórquez, quien señaló que ahora más que nunca “debemos salir todo los días a vender las empanadas y así lograr traer comida a la casa. A veces podemos recoger entre 5 a 8 mil pesos que nos sirven para comprar el agua. Hay días que regreso sin nada en el bolsillo y eso me entristece porque pierdo lo poco que invierto”, contó el joven de 24 años.
En esta frontera de la Guajira son pocos los que atienden las normas de la cuarentena y del distanciamiento social impuesto por el gobierno nacional y regional.
Los comerciante del mercado Los Filúos, a plena vía, abren sus tarantines con el fin de seguir con sus rutinas de trabajo, a pesar de tener poca venta por la poca cantidad de compradores.
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