Los restos encontrados en el nivel TD8 de la Gran Dolina han permitido documentar por primera vez presencia humana en la Sierra de Atapuerca en una franja temporal entre 500.000 y 600.000 años de la que no se tenía evidencia hasta ahora, lo que constata la ocupación ininterrumpida a lo largo de 1,2 millones de años.
La aparición de dos utensilios de cuarcita -una lasca y un canto tallado- han sido clave para comprender la secuencia de esa presencia humana continua del Yacimiento de la Gran Dolina, según explicaron este jueves en el balance del periodo de excavaciones los tres codirectores, Eudald Carbonell, Juan Luis Arsuaga y José María Bermúdez.
Con este hallazgo, se puede afirmar que ha sido una campaña clave para la comprensión de la secuencia de ocupación humana de ese yacimiento -situado en el centro del país-, pues se han aportado datos sobre una fase relativamente desconocida en toda Europa occidental, y con un innegable interés científico, ya que la falta de otros yacimientos europeos de similares características no permiten comparar los restos hallados con otros.
Se trata de la situada entre las intensas ocupaciones documentadas en la Unidad TD6 (900.000 años de antigüedad) y las que se corresponden con el gran impacto registrado en la sierra de Atapuerca en momentos ya del Achelense (representada en el yacimiento por la Unidad TD10, a partir de hace unos 450.000 años).
Por otra parte, en la Sima de los Huesos, pese a la baja intensidad de trabajo que ha habido debido al parón por la pandemia del coronavirus, se ha encontrado un fragmento de un occipital que apunta a que ser el cráneo 10, datado en más de 400.000 años de antigüedad.
Desde la coordinación del Yacimiento informaron de que todos los años desde 1983 se ha encontrado al menos un resto humano, por lo que consideran que el hallazgo del occipital ha sido importante debido al poco tiempo que ha habido para trabajar.
En cuanto a la Galería de las Estatuas, la gran novedad de este año es la excavación de la boca de entrada que se cerró hace más de 50.000 años.
Juan Luis Arsuaga destacó que en Cueva Mayor se quiere mantener la magia de una zona no tan humanizada y por eso las excavaciones que se han realizado tienen menos impacto.
Allí se ha encontrado una mandíbula de puercoespín, un animal relativamente escaso en el registro del Pleistoceno final, habiendo sido localizado en menos de 10 yacimientos de toda la Península Ibérica.
«Están como cuando habitaban los neardentales», insistió Arsuaga, y subrayó los dos ambientes que pueden encontrarse en Atapuerca, uno más humanizado y otro correspondiente a la parte de la Sierra que no ha tenido prácticamente incidencia y donde destaca la naturaleza.
En Cueva Fantasma se han seguido sacando fósiles de todo tipo aunque aún falta disponer de una secuencia diacrónica que permita datar a que época pertenecen.
En el nivel 26 se ha encontrado una amplia concentración de elementos arquepaleontológicos de equidos, zorros y conejos así como industrias de tecnología musteriense que evidencia también presencia humana por parte de los neardentales. EFE
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