El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, convaleciente de COVID-19, afirmó este jueves que con la temporada de sequía en la Amazonía volverá una «campaña desproporcionada» contra su país por los altos índices de deforestación en esa región.
«Es una campaña desproporcionada» y «no verdadera», declaró en una transmisión en vivo por sus redes sociales, en la cual reiteró que Brasil tiene cerca del 80 % de sus selvas intactas y que no son esas zonas en las que se producen los incendios.
«Cuando hablan de reforestar podían comenzar por reforestar en Europa», dijo el líder de la ultraderecha brasileña, cuyas políticas para la Amazonía incluyen propuestas para liberar muchas actividades económicas hoy restringidas, como la minería y el turismo.
Esas posiciones en relación al mayor pulmón vegetal del planeta son criticadas por organizaciones ecologistas de todo el mundo que, el año pasado, atribuyeron a Bolsonaro y su discurso el hecho de que hubieran ocurrido los mayores incendios en una década, que pudieran repetirse ahora, cuando comienza la época de sequía en esa zona.
Bolsonaro insistió en que «las selvas no se queman» y que los focos de fuego ya detectados este año corresponden a incendios que son provocados y controlados por campesinos a fin de preparar las tierras destinadas a la siembra.
«Es una práctica cultural y hasta usada por indígenas», declaró.
Apuntó además que la agricultura en la Amazonía está regulada y subrayó el papel de Brasil como gran productor de alimentos global.
«Brasil alimenta a cerca del 15 % de la población mundial y es un gigante de la agricultura», afirmó sobre un sector «que no paró con la pandemia» de COVID-19, que tiene al país como el segundo más afectado, con más de 84.000 muertos y 2,2 millones de contagios.
Los últimos datos de organismos oficiales y de organizaciones no gubernamentales volcadas al estudio de la Amazonía han advertido de que la región ya registra este año casi un 25 % de focos de incendio más que el año pasado.
Esa situación ha reactivado las alarmas y tanto poderosos fondos de inversión globales como influyentes empresas que operan en el país han exigido medidas para impedir otro desastre y, en algunos casos, amenazaron con revisar sus posiciones económicas en Brasil.
Esta misma semana los bancos Bradesco, Itaú y Santander, los tres mayores del país, presentaron al Gobierno unas propuestas para promover el desarrollo sustentado de la región.
Entre ellas sugirieron medidas para la conservación ambiental, el desarrollo de una economía verde, la promoción de inversiones en infraestructuras sustentadas y mayores garantías para los derechos de la población amazónica, en buena medida compuesta por indígenas.
También propusieron estimular las cadenas de producción de cacao, castañas y frutas amazónicas y la creación de unas líneas especiales de crédito para inversiones en energía, viviendas, saneamiento y hasta en el tendido de redes de internet en la región amazónica. EFE
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