En el recuerdo quedaron los tiempos en los que en Venezuela se vendía la gasolina más barata del mundo. Ahora comprar combustible subsidiado representa una verdadera lotería. Según analistas, el nuevo sistema de venta, que incluye la subsidiada y la que se expende a precios dolarizados, es un esquema perverso que presupone un apartheid político y que abre brechas para el mercado negro.
Kevin Arteaga González | El Carabobeño
Acceder a gasolina subsidiada es una ruleta rusa. Más de un mes ha pasado desde la ejecución del nuevo esquema de precios y distribución del combustible impulsado por el régimen de Nicolás Maduro y en Carabobo las irregularidades respecto a este sistema solo se han multiplicado. Entre las más frecuentes están la discriminación, las fallas en los capta huellas de los dispositivos de biopago y la contabilización del cupo de 120 litros por mes.
El 30 de mayo, tras anunciar el aumento del precio bajo una modalidad subsidiada (cinco mil bolívares por litro), con un límite mensual de 120 litros, y otra dolarizada (medio dólar por litro), sin restricciones de consumo, Maduro adelantó que luego de los primeros 90 días de “regularización” del esquema, quienes quisieran acceder al combustible con subsidio debían registrar sus datos en el Sistema Patria.
En las estaciones de servicio en Carabobo, sin embargo, comenzaron a solicitar la inscripción en el Sistema Patria desde mediados de junio. Algunas personas, como Edgar Suárez, lograron abastecer sus vehículos con subsidio sin mayores requisitos solo las primeras dos veces. A la tercera, cuando intentó tanquear en Paramacay, Naguanagua, al ingresar su número de cédula en el biopago, la pantalla del dispositivo arrojó que debía registrarse.
Negado a inscribirse, a Suárez le ha tocado surtir su camioneta en las estaciones de servicio que expenden gasolina a precios dolarizados. Esto representa un duro golpe para su bolsillo, por lo que ahora trata de salir lo menos posible. “Todos deberíamos tener la misma posibilidad de abastecer a cinco mil bolívares solo con la cédula”.
Control social
Carlos Ñáñez, economista y profesor titular de la Universidad de Carabobo (UC), no usa eufemismos para calificar el sistema implementado por Maduro. “Se trata de un esquema perverso desde su creación que embrida inequidad y presupone un apartheid político debido a la brecha entre el combustible subsidiado y el dolarizado de mil 900 puntos porcentuales. Esto resulta absolutamente inalcanzable para el grueso de la población en Venezuela”.
El especialista advirtió que el reciente proceso de suministro de combustible, junto a la escasez, hiperinflación, pobreza extrema y dependencia del Estado a través de bonos, forma parte del conjunto de mecanismos de control social creados por el chavismo. “Estamos condicionados a tener acceso a 120 litros de combustible y la condición inicial es estar registrado en el Sistema Patria”.
En un artículo publicado el 29 de junio en El Carabobeño, el universitario explicó que ante la incapacidad de Pdvsa de atender la demanda interna de carburante, el gobierno aplica una regulación con terminales de placas. Es por demás un proceso perverso e ilegal de someternos a inscribirnos en la plataforma patria, denunciada por la ONU, a través de Michelle Bachelet como un mecanismo de coacción política para llenar los tanques a 0,025 dólares”.
El analista político egresado de la UC, Enderson Sequera, en declaraciones previas afirmó que el esquema chavista de precios y distribución es una nueva fase del control social que han venido aplicando durante más de dos décadas. A su juicio, queda muy clara la intención de la coalición dominante de controlar aún más a la población.
Sin garantías
Carlota Sánchez tampoco está dispuesta a inscribirse en el Sistema Patria. Al menos no por ahora. Como alternativa, primero intentó surtir usando los datos de su padre, quien desde 2017 forma parte del registro por ser pensionado. “Mi papá está inscrito, pero cuando pone la huella, nunca le llega el código a su celular y su número está correcto en el sistema”.
Al no poder usar los datos de su papá, Sánchez resolvió abastecer mediante los datos de su esposo, también inscrito en el sitio web. El lunes 20 de julio la pareja se dirigió hasta la estación Bosqueserino, en la variante Naguanagua-San Diego, para surtir según el cronograma correspondiente por el terminal de su placa. Pero no pudo acceder a la gasolina subsidiada porque en el sistema le salió que había agotado el cupo.
“En menos de un mes solo hemos echado 90 litros y le dijeron que ya había gastado los 120 litros. Eso después de dos horas de cola”, señaló Sánchez. “Tuvimos que surtir en dólares, por eso casi no estoy saliendo últimamente. Yo no estoy inscrita y no he puesto mi huella porque no quiero. Quizá lo tenga que hacer en algún momento, pero estoy resistiendo”.
Johan Vásquez solo ha consumido 70 litros en lo que va de mes. El martes 21 de julio fue hasta la estación de la avenida Bolívar de Naguanagua a tanquear, pero no tuvo éxito a pesar de estar registrado. Según sus declaraciones, ninguno de los que estaba en la fila pudo hacerlo porque el sistema de biopago indicaba que habían agotado su cupo. En su caso, 50 litros se desaparecieron de un momento a otro sin ni siquiera haberlos consumido.
Lo mismo le ocurrió a Jonathan Castellano, quien este miércoles 22 de julio salió completar el tanque de su motocicleta en la estación de Paramacay. “Llevo tres horas de cola para echarle 12 litros de gasolina a mi moto y tengo problemas con el biopago, no reconoce la huella. Estoy registrado, pero en el sistema de monitoreo que ellos tienen no aparezco”.
Escasez otra vez
El diputado de la Asamblea Nacional (AN) por Carabobo, Ángel Álvarez Gil, resaltó que cada día se hace más difícil tener acceso a gasolina subsidiada. En esta entidad federal y en otras regiones del país se observan nuevamente las kilométricas colas, en las que una persona debe esperar hasta por más de tres horas para abastecer su carro.
En contraste, las estaciones que despachan combustible a precio dolarizado generalmente están vacías. Para el representante ante la AN, esto se debe a que el precio por litro es mucho más elevado que el de las referencias internacionales e impagable para la mayoría de la población venezolana, que devenga un salario mínimo de 400 mil bolívares, equivalentes a menos de dos dólares.
Álvarez Gil denunció que luego del colapso de Pdvsa, empresa estatal que producía suficiente combustible de alta gama para cubrir el consumo interno y exportar, la gasolina en Venezuela pasó a ser escasa, de mala calidad y una de las más caras del mundo.
Una copia del sistema cubano
El racionamiento de combustible es inédito en Venezuela. A la falta de inversión en la industria petrolera durante los 20 años de gobierno bolivariano se sumaron las sanciones económicas que imposibilitan vender los pocos barriles que se producen en el mercado internacional, además de los bajos precios que alcanzó el petróleo este 2020. La consecuencia ha sido una industria petrolera en punto de quiebre, que dejó solo en el recuerdo la bonanza de aquéllos tiempos cuando un litro de gasolina era más económico que un litro de agua.
El internacionalista Marcos Morín equiparó el sistema venezolano de racionamiento de combustible, de 120 litros mensuales por ciudadano a los que solo se accede a través del Sistema Patria, con los modelos totalitarios cubano y de la antigua Unión Soviética. En esos países el Estado imponía la Tarjeta de Racionamiento para controlar la entrega de alimentos.
Morín detalló que estos sistemas se basan en los planteamientos marxistas que, en teoría, plantean una distribución de bienes, servicios y alimentos equitativa. Contrario a la igualdad que proponen, se han abierto grandes brechas que impulsan el mercado negro para poder derrumbar las barreras de la limitación y escasez.
Los países con regímenes totalitarios que controlan la economía, lo aplican en los alimentos, bienes y servicios. “El caso cubano se escuda en el bloqueo y las sanciones económicas para aplicar racionamientos de servicios generales y de bienes. En el caso venezolano es más complejo, porque debido al mal manejo de Pdvsa se ha instaurado un racionamiento, ya que no se está produciendo combustible”.
Marcos Morín, que también es corresponsal de la FM de RCN de Colombia en Venezuela, recordó que el racionamiento de combustible inició en los estados fronterizos, bajo la premisa de acabar con el contrabando de extracción. Luego esta se convirtió en una política de Estado, cuando finalmente las regalías de petróleo a Cuba y otros países del Caribe empezaron a pasar la factura. La falta de inversión para el mantenimiento y mejoramiento de las refinerías llevó al país a esta crisis, en la que se imponen dos modelos para la adquisición de combustible, a precio subsidiado y a precio internacional tasado en 0.50 centavos de dólar.
El especialista habla de violación a los derechos de los venezolanos. La primera falta es a la Constitución, que otorga libertad económica a las empresas privadas. El racionamiento de combustible golpea fuertemente a los servicios públicos, no hay una estructura que soporte la ausencia de gasolina. “Venezuela no tiene otras energías alternativas, depende de los hidrocarburos y sus derivados. Es un país que usa la energía hidroeléctrica, pero tampoco ha habido inversión para que pueda cubrir la demanda”.
Al no haber gasolina se afecta la distribución de alimentos, pero también el ciudadano común necesita la gasolina para movilizarse, sentenció el internacionalista. “La economía venezolana se sostiene del sector primario, que es el petróleo, y al no haber producción de petróleo o refinación de gasolina para exportar se genera una ausencia de ingresos a la nación”.
Por ahora, Edgar Suárez se mantiene firme. No sabe por cuánto tiempo podrá mantenerse alejado del Sistema Patria. Está consciente de que en algún momento tendrá que recurrir al mecanismo de control social, porque seguir pagando el combustible en dólares no es algo que pueda hacer por mucho tiempo. Espera que si le toca hacerlo, al menos el sistema funcione y no tenga que seguir perdiendo valiosas horas en una cola para luego salir con el tanque vacío.
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