El nombre de David De Lima va y viene de la escena pública, cercano a las filas del chavismo, pero siempre jugando una agenda propia mientras cumple roles de articulador para facilitar el desmontaje de la estructura política de la oposición.
A finales de 2019, cuando estalló el escándalo de la compra de voluntades en la Asamblea Nacional para quitarle votos a Juan Guaidó, su nombre volvió a escucharse.
Varios diputados de oposición lo mencionaron como uno de los emisarios, que con maletines de dinero en mano, intentó comprar voluntades en la Asamblea Nacional. Lo señalaban como uno de los financistas de la “Operación Alacrán”, también estimulada por Alex Saab, el socio colombiano de Nicolás Maduro y artífice de la red de corrupción de los CLAP actualmente detenido en Cabo Verde, por quien el régimen venezolano ha movido cielo y tierra para liberarlo y, así, evitar su extradición a Estados Unidos. Los esfuerzos entonces estaban centrados en mellar la mayoría opositora, impulsar la candidatura títere de Luis Parra para presidir la Asamblea Nacional, y abrir espacios para una eventual toma de control del Parlamento por parte del chavismo, algo que ha ido rindiendo sus frutos a lo largo de los meses.
Pero parece que estas gestiones, así como en el caso de Alex Saab, no pasarán desapercibidas, bajo la impunidad que tan bien saben propiciar las autoridades venezolanas. De hecho, el diputado a la Asamblea Nacional, José Guerra, uno de los principales denunciantes de los “maletinazos” con dólares para la compra de parlamentarios ahora señala que De Lima está siendo investigado internacionalmente, y que pronto podría entrar en las listas de sancionados.
Está en la mira de Estados Unidos, que por la “Operación Alacrán” sancionó a Luis Parra y a otros parlamentarios que se prestaron a esa jugada política.
¿Pero quién es David De Lima?
David Eugenio De Lima Salas es oriundo de Puerto La Cruz, estado Anzoátegui, entidad donde desplegó durante años sus redes operativas y hasta llegó a ser gobernador en el 2000.
Nació en 1959 y fue un activo miembro de la Juventud del Movimiento al Socialismo (MAS). Años después ingresó a la Universidad Central de Venezuela (UCV) para estudiar Derecho, y donde tuvo una carrera ascendente como dirigente juvenil. Esta militancia terminó por abrirle espacios en las filas “revolucionarias” y fue electo miembro de la Asamblea Constituyente en 1999, donde Luis Miquilena era el hombre poderoso que todos buscaban. De Lima lo sabía y se acercó a Miquilena estratégicamente para seguir avanzando en su carrera.
Fue así como se ganó la postulación a la Gobernación de Anzoátegui, cargo para el que fue electo y que ejerció desde el 2000 y hasta 2004. No pudo postularse para la reelección en ese momento porque había perdido el apoyo de Hugo Chávez luego de que algunos de sus desmanes se conocieran en Caracas. Por eso entregó la gobernación a su sucesor, Tarek William Saab, el fiscal general de Nicolás Maduro, nombrado por la cuestionada Asamblea Nacional Constituyente.
Fue el propio Tarek William quien se dio entonces a la tarea de sacar a la luz varias de las irregularidades de De Lima, al punto de que en 2005 fue detenido por orden de un juez de control de Anzoátegui. Felipe Mujica, como presidente del MAS y siempre cercano al ex gobernador, lanzó un “Frente por la Libertad de David De Lima” y denunció a Chávez de querer boicotear su carrera para ser parlamentario.
El caso se desestimó y De Lima, con una sagacidad peculiar, bajó su exposición y viajó a España para unos estudios de especialización política. Quedó fuera del radar público, pero seguía trabajando como operador del chavismo a la sombra.
También estuvo al frente del proceso que le dio vida a Podemos en 2002 en alianza con dirigentes como Didalco Bolívar, también de las filas del MAS, a quien se suma una década más tarde en una estrategia de toma de control del partido, donde José Vicente Rangel jugó un rol importante. Para ese momento, se estaba mellando la base de apoyo de Henrique Capriles Radonski en las elecciones presidenciales, lo que implicó acciones similares sobre Patria Para Todos (PPT).
En una jugada que ahora resulta repetida, en 2012 también se denunciaron los sobornos a los jefes políticos de Piedra, Manos Por Venezuela, Cambio Pana y Unidos Por Venezuela, quienes retiraron su apoyo a Capriles, y el reclutamiento a las filas rojitas de los para entonces considerados “líderes opositores” Ricardo Sánchez y Carlos Vargas, de la juventud política de la UCV, y el ex diputado William Ojeda. David De Lima había reaparecido desde las sombras para favorecer a Hugo Chávez.
Luego formó parte de la oleada de toma de control de medios de comunicación privados en Venezuela que fue ejecutada por terceros, aparentemente independientes, pero que en verdad eran operadores del chavismo. Nunca se tuvo precisión sobre los nombres de estos inversionistas ni sobre el origen de los fondos, pero los medios de inmediato cambiaron su línea crítica y se volvieron afines al Gobierno.
En 2014, De Lima fue nombrado presidente ejecutivo del Grupo Últimas Noticias, un cargo que ejerció brevemente, para volver a quedar fuera de los reflectores públicos. Quizás hasta la advertencia de José Guerra en noviembre de 2019 no se supo mucho de él: “Recuerden que en la campaña electoral de 2012 de (Henrique) Capriles y (Hugo) Chávez, David de Lima logró comprar a punta de dólares de la corrupción a varios de los llamados líderes estudiantiles. No pudo con otros dirigentes que no se dejaron sobornar. Nuestra gente está firme ante el soborno”.
Las cifras que se pagaron para intentar destronar a Juan Guaidó como presidente de la Asamblea Nacional llegaron hasta los 700 mil dólares, según dijeron algunos parlamentarios opositores. En esa compra de voluntades fue que David De Lima actuó nuevamente, tras una ardua labor de infiltración de la oposición y en la que se mezclaron los diputados que desde 2019 realizaron gestiones internacionales en favor de Alex Saab, el principal contratista del régimen, detenido desde el 12 de junio en Cabo Verde y a la espera de su posible extradición a Estados Unidos.
Pese a todo, David De Lima no parece descansar. Se sabe también que es otro de los artífices en la reciente entrega de los partidos políticos opositores, vía Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) a, precisamente, los diputados protagonistas de la “Operación Alacrán”.
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