Pequeños grupos de gente bañándose se observaron en ensenadas de Catia La Mar y Caraballeda, respectivamente, en desafío al decreto regional que lo prohíbe en las semanas de cuarentena. El patrullaje policial en las playas ha bajado la guardia en los últimos días.
Rafael Lastra Veracierto | Crónica Uno
A pesar de que el decreto regional número 043-2000 del gobernador Jorge García Carneiro prohíbe bañarse en playas del Litoral Central durante la cuarentena, algunas personas insisten en hacer caso omiso a la disposición y alegan que es para “divertirnos un rato y salir del encierro de esta pandemia”.
En el recorrido de Crónica.Uno por playas de Catia La Mar y Caraballeda, respectivamente, se observaron pequeños grupos de familias y vecinos que buscaron en el sol y el aire marino vías de escape, aunque la mayoría sabe de las rondas policiales y las multas a las que se exponen, según el referido decreto regional.
“Estamos en familia para sacudirnos el encierro un rato. Desde que llegamos han pasado motorizados y vehículos de la policía y no nos han sacado”, comentó Asdrúbal Pérez, obrero de la empresa estatal Bolivariana de Puertos, que aprovechaba el día libre con sus hijos en una de las playas del balneario de Camurí Chico, a pocos metros de un puesto de la policía regional.
Juan Eduardo Iriarte, pescador de 37 años, también estaba en esta ensenada marina con unos amigos de su barrio San Antonio de Naiguatá. «Creo que relajaron los controles —en referencia al decreto de García Carneiro— en las alcabalas y llegamos hasta aquí para divertirnos. Allá en el pueblo desde que bailamos tambor por San Juan nos tenían muy vigilados”, confesó.
Pérez e Iriarte tenían conocimiento de la prohibición de bañarse en las playas y de las sanciones que oscilan entre dos y ocho millones de bolívares. “Hay unos familiares de policías que viven en Naiguatá y se bañan en playas de allá. Lo que queremos es salir un poco del encierro”, sostuvo Iriarte.
En playas de Puerto Viejo, Verde y Q-lito, en Catia La Mar, también se dejaron ver otros grupos de bañistas, entre los que destacaron niños y adultos mayores. “Estamos pendientes de la policía porque a otros amigos en las playas de Mare Abajo (a un kilómetro de distancia) sí los mandaron para sus casas”, dijo Nereida Liendo, residente del barrio Atanasio Girardot.
Mientras algunas bañistas en Catia La Mar aprovecharon también el sol radiante en las arenas, se acercaron pocos vendedores informales de comidas y golosinas “para ver si se puede vender alguito”.
Los quioscos gastronómicos en las playas de Puerto Viejo, Marina Grande (pública), Verde y Q-lito, e igualmente los del balneario de Camurí Chico, permanecieron cerrados.
Charlas de conciencia
Al consultar a agentes de la Policía del municipio Vargas, admitieron que la vigilancia en las diferentes playas ha disminuido en los últimos días.
La orden que tenemos no es multar sino hacerlos que escuchen una charla para que tomen conciencia de que el virus sí existe y es necesario mantenerse en casa”, manifestó un agente policial que patrullaba con cuatro compañeros más la zona de Puerto Viejo, en Catia La Mar.
La presencia de funcionarios parece más concentrada en los distintos comercios para verificar el cumplimiento del decreto regional número 047-2020 del gobernador García Carneiro que obliga a los habitantes de la entidad federal a adquirir bienes esenciales según el terminal de su número de cédula.
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