Brasil, el segundo país más castigado por la COVID-19, completa este lunes cinco meses desde la primera muerte por la enfermedad con una media diaria que ronda los 1.000 fallecidos y convertido en uno de los principales laboratorios de pruebas a nivel global en la búsqueda de una vacuna.
Esa es la gran esperanza para un país que contabiliza 107.852 fallecidos asociados al nuevo coronavirus desde el pasado 17 de marzo y más de 3,3 millones de casos, aunque los científicos creen que el número de contagios podría ser hasta diez veces mayor.
La alta transmisión del SARS-CoV-2 ha transformado a Brasil en la meca de los ensayos clínicos para comprobar la eficacia y la seguridad de potenciales vacunas desarrolladas en diferentes puntos del planeta.
En territorio brasileño ya se están probando en humanos vacunas experimentales procedentes del Reino Unido y China y otra fruto de una alianza entre compañías de Alemania y Estados Unidos, y se espera que pronto lo haga la rusa, a pesar de las dudas que ha despertado esta última en la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Mientras, la crisis sanitaria sigue sin presentar señales de mejoría, con una media diaria de fallecidos de alrededor del millar y el virus aún fuera de control en algunas zonas de este país de 210 millones de habitantes.
“La pandemia va a ir arrastrándose por mucho tiempo hasta que surja una vacuna o hasta que la mayoría de las personas estén inmunizadas”, afirmó a Efe Alexandre Naime, jefe de Infectología de la Universidad Estatal Paulista (Unesp).
BRASIL PRUEBA TRES VACUNAS Y ESPERA COMENZAR CON LA RUSA
El deseo por poner fina en el corto plazo a la pandemia ha llevado al Ejecutivo de Jair Bolsonaro y a los gobernadores regionales a buscar acuerdos con las farmacéuticas para albergar los ensayos clínicos de sus vacunas y, en algunos casos, garantizarse su suministro en caso de que se compruebe su efectividad.
El Gobierno federal cerró un acuerdo con la Universidad de Oxford y la farmacéutica AstraZeneca y reservó para la compra cien millones de dosis de su vacuna, una de las más prometedoras, así como acceso a la tecnología para fabricarla en el país a gran escala.
Por su parte, el Gobierno de Sao Paulo firmó un acuerdo similar con el laboratorio chino Sinovac, que está en proceso de probar su vacuna en 9.000 voluntarios afincados en Brasil.
También comenzaron sus experimentos en el país la empresa alemana BioNTech y la farmacéutica estadounidense Pfizer, que han desarrollado otra potencial vacuna que también se encuentra en la fase final.
A esas tres, que según la OMS se encuadran en el grupo de las seis vacunas que están ya en una fase muy avanzada, se espera sumarse la polémica Sputnik V de Rusia.
El Gobierno del estado brasileño de Paraná (sur) firmó un memorando de entendimiento con las autoridades rusas para la realización de ensayos en su territorio, aunque antes deberán recibir el aval de la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa), vinculada al Ministerio de Salud de Brasil.
La Sputnik V se convirtió en la primera vacuna del mundo contra la COVID-19 en ser registrada, aunque la OMS recibió con cautela la noticia, pues no figuraba entre las seis más avanzadas en sus pesquisas, según el organismo.
Más allá de la controversia con la rusa, para Naime, miembro también de la Sociedad Brasileña de Infectología (SBI), es “bastante saludable” que Brasil participe en “múltiples” ensayos clínicos.
“Cuantos más candidatos a una vacuna eficaz y segura mejor, porque uno no puede apostar las fichas a una sola estrategia”, añadió.
Ese atractivo de Brasil como laboratorio de pruebas para la vacuna se debe a dos factores, según Naime. El primero por la enorme cantidad de casos confirmados de la enfermedad y el segundo porque el país alberga una “buena red de pesquisa clínica”.
LA EXPANSIÓN DEL VIRUS CONTINÚA DE FORMA HETEROGÉNEA
Con relación a la transmisión del coronavirus, la comunidad científica brasileña se muestra incapaz de anticipar cuál será el comportamiento del patógeno en los próximos meses, pues avanza de forma heterogénea por el país, de acuerdo con Naime.
En las últimas semanas, en algunas capitales regionales, como Sao Paulo, Río de Janeiro y Manaus, la tendencia de la curva epidemiológica pareció ser a la baja, pero en otras zonas, como en el centro-oeste y sur del país, la transmisión va en aumento.
“Lo que quedó claro que es no hubo pico. Subimos, llegamos a un punto y nos mantenemos en ese punto”, completó. EFE
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