Una oposición divorciada de los problemas de los venezolanos es lo que ha contribuido a la desmovilización política del país en el último año. Así lo considera el sacerdote jesuita y rector de la Universidad Católica Andrés Bello, José Virtuoso, quien sostiene que el gobierno se ha valido de esa debilidad para imponer la represión, mostrándose inalterable, pero a costa del desconocimiento internacional y unas sanciones económicas que lo mantiene en crisis.
Ana Uzcátegui | La Prensa de Lara
¿Por qué el país está entrampado en conseguir una salida democrática a la crisis?
Lamentablemente está entrampado en un falso dilema, porque aunque los venezolanos quieren votar, las elecciones que han convocado no se ajustan a la Constitución. Sacaron de juego a una serie de partidos, hay líderes que pudieran competir y están presos, hay perseguidos, exiliados y no hay garantías de participación porque la libertad política está muy restringida. Nuestro problema no es votar ni tampoco quedarnos en la mera abstención; nuestro verdadero tema es cómo construimos una fuerza social, una gran unidad con capacidad de lucha para exigir democracia, elecciones libres y transformar las condiciones del país.
¿Qué deben hacer los partidos políticos para lograr esa capacidad de lucha en pandemia?
La pandemia pone una barrera muy difícil para movilizarse, sin embargo es posible hacer el esfuerzo y poder generar esa movilización aguas abajo. Hay un conjunto de venezolanos protestando por sus condiciones sociales y hay que conectarse con todos esos esfuerzos. Si hay una buena organización estadal, municipal, parroquial, es posible ir al casa por casa y lograr una combinación entre el cara a cara y el uso de medios digitales.
¿Qué ha pasado con el liderazgo opositor que perdió su capacidad de conectarse con la gente?
Han pasado dos cosas: Lo primero es que aunque hay un conjunto de manifestaciones en las calles que son expresión del malestar cotidiano, no han tenido canalización política. Los 27 partidos que nos dicen que van a abstenerse han perdido la capacidad de contacto con quienes están protestando. La segunda causa que contribuye a la desmovilización ha sido la persecución de los líderes de oposición, eso ha ido llevando a que la oposición se vaya reduciendo cada vez más.
Políticamente el venezolano se siente como desahuciado, cansado, obstinado por la falta de contundencia y soluciones ¿Esto contribuye a que se haya desmovilizado el país?
Por supuesto, son muchos años de lucha y de frustración. Cuando se naturaliza la opresión, cuando se naturaliza la aceptación de las condiciones de vida, cuando se pierden las expectativas de futuro y aceptas lo que hay, te inmovilizas y prácticamente se pierde el dinamismo social de la transformación y el cambio.
¿Se ha divorciado el venezolano de la política?
Creo que más bien ha habido un divorcio de los políticos con el pueblo, porque la gente sí espera un cauce político para canalizar su conflicto. Pero ojo, eso no es simplemente porque los políticos abandonaron su tarea. Los partidos en sus estructuras han recibido mucho palo, han quedado destartalados, desmembrados, manipulados. Claro, eso también se ha dado por la falta de una estrategia clara.
¿Qué lectura le da al comunicado de la Conferencia Episcopal Venezolana que ha sido blanco de todo tipo de interpretaciones e incluso hay quienes lo califican de ambiguo?
La Conferencia Episcopal ha dicho que Venezuela vive una terrible tragedia social y la responsabilidad es del régimen. Lo que han demandado a la oposición es un cambio político a profundidad. Hay una parte del documento que ha generado confusión, y es que, aunque no diga expresamente que hay que ir a votar, pareciera leerse entre líneas eso. Yo creo que es una posición entre otras muchas que hay en el país, pero pienso que no tenemos que embaucarnos en el dilema de votar o no votar, porque el verdadero problema es la transformación de la nación a través de una amplia participación que excede al voto.
¿Por qué los obispos dirigieron el discurso sólo a la oposición y no dieron un claro mensaje al oficialismo?
Estoy de acuerdo, no podemos perder el foco en esta situación. Aquí el problema fundamental no es cómo salimos de la oposición, el problema fundamental es cómo cambiamos la hegemonía política de este país.
El comunicado también fue blanco de descalificaciones por parte de un sector opositor. ¿Hay una dirigencia sorda que no termina de admitir sus errores?
Ciertamente, la soberbia no nos ayuda para nada. Hay que admitir las críticas y creo que si algún sector de la población venezolana se la ha jugado por el país son nuestros obispos.
¿Cómo ve al gobierno? Maduro se siente confiado de las parlamentarias y ha demostrado que las protestas se reprimen con violencia y mayor control social
Lo veo muy seguro en su estrategia, también muy soberbio, en la apuesta de no me interesa que la situación social y económica se siga agravando. No me interesa que se profundice la deslegitimación del régimen político en el ámbito internacional y no le interesa porque tiene un gran objetivo fundamental que es consolidar el régimen en Venezuela, consolidar el modelo venezolano así como lo ha consolidado Cuba.
¿Cree que en estas condiciones hay cabida para una negociación con el Gobierno nacional?
El juego está trancado, el gobierno no está dispuesto a negociar nada porque no se siente amenazado en el ámbito interno. Este es un gobierno soberbio, que se siente seguro, pero tiene pies de barro, cuando se sienta amenazado por las propias circunstancias y si efectivamente la oposición logre articularse y convertirse en movilizador del descontento nacional y le ocasione graves problemas al gobierno de Nicolás Maduro, bueno ahí es que volverán a intentar lo que ya intentó en el pasado, una negociación con la oposición y con la comunidad internacional.
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