Europa conoció en 2015 una crisis migratoria sin precedentes, cuyas imágenes quedarán grabadas para siempre en la memoria: un dramático naufragio en el Mediterráneo, el cadáver de un niño en una playa, los titubeos de las naciones europeas, las fronteras que se abren y luego se cierran.
AFP
Abril 2015: 800 muertos
En la noche del 18 al 19 de abril de 2015, un pequeño barco azul que zarpó de Libia naufraga bajo la aterrada mirada de la tripulación del “King Jacob”, un carguero portugués enviado a su rescate.
Hay apenas treinta supervivientes entre los más de 800 migrantes apiñados a bordo. Es la peor tragedia de las últimas décadas en el Mediterráneo.
La magnitud del drama y los escalofriantes testimonios de los supervivientes provocan una ola de indignación e impulsarán a la Unión Europea a reforzar su presencia ante las costas de Libia. El capitán tunecino del barco fue condenado a fines de 2016 a 18 años de cárcel.
El pequeño Aylan
Vestido con una camiseta roja y un pantalón corto de color azul, el cuerpo del niño yace sin vida en una playa turca. Aylan tenía tres años y venía de Siria. Se ahogó junto a una decena de personas, entre ellas su hermano de 5 años, al intentar llegar a una isla griega.
La desgarradora imagen será publicada en primera página por los diarios de todo el mundo, y provocará una ola de donaciones en favor de los solicitantes de asilo. La crisis migratoria, hasta ahora relatada en cifras, adquiría un trágico rostro humano.
En total, en todo el año 2015, más de un millón de personas llegarían a Europa por mar. Entre ellas, más de 850.000 a través de las costas griegas, en su mayoría sirios huyendo de su país devastado por la guerra.
Los brazos abiertos de Merkel
Verano de 2015. Confrontados a un flujo récord de migrantes, los europeos titubean y se dividen. La canciller alemana Angela Merkel, temiendo una crisis humanitaria, toma una decisión que marcará un punto de inflexión.
A fines de agosto, Merkel anuncia que Alemania no reenviará más a los solicitantes de asilo hacia el país de su primera entrada en la UE, tal como fijan las normas. Y el 5 de septiembre, declara que Alemania está dispuesta a acoger a los miles de migrantes que afluyen a la frontera austro-húngara.
“Mamá Merkel” es celebrada por los refugiados, y aplaudida por quienes consideran que ha salvado el honor de Europa. Pero en su propio país, y en otras naciones europeas, se le reprocha haber creado un “efecto llamada”.
Alemania, al borde de la saturación, reintroduce no obstante a mediados de septiembre controles en las fronteras para filtrar mejor esas llegadas. Es rápidamente imitada por Austria, Eslovaquia y República Checa.
De hecho, queda suspendida la libre circulación en el espacio Schengen.
Primeras “relocalizaciones”
El 9 de octubre de 2015, una veintena de sonrientes eritreos suben a bordo de un avión en Roma, entre los flashes de los fotógrafos. Estos hombres y mujeres, que habían sido rescatados frente a las costas de Libia antes de ser llevados a Italia, se disponen a descubrir Suecia.
Este traslado concretiza por primera vez el plan de “relocalizaciones” adoptado difícilmente el mes precedente para aliviar a Grecia e Italia. Los países europeos debían supuestamente repartirse unos 160.000 candidatos al asilo en dos años, según un sistema de cuotas.
La implementación del acuerdo es complicada y muchos países se lavan las manos, o incluso rehúsan claramente aplicarlo, pese a ser obligatorio, como es el caso de Polonia y Hungría. Al final, solo 35.000 personas serán repartidas y este inédito dispositivo, que debía encarnar la solidaridad de los europeos, se convierte en el símbolo de sus diferencias.
El cierre
A llegar la primavera boreal de 2016, las cosas cambian radicalmente. Las fronteras se cierran a lo largo de la ruta de los Balcanes, desde Macedonia a Austria, donde se había creado un corredor para migrantes desde el verano de 2015.
Y el 18 de marzo, un controvertido pacto es sellado entre la Unión europea y Turquía: prevé la expulsión sistemática hacia ese país de todos los migrantes que llegan a Grecia, miembro de la UE.
Resultado: el número de llegadas cae de forma drástica en Europa, aunque miles de refugiados siguen bloqueados en Grecia, lo que hace temer una catástrofe humanitaria. Y las querellas entre los europeos no han acabado.
Si quieres recibir en tu celular esta y otras informaciones descarga Telegram, ingresa al link https://t.me/albertorodnews y dale click a +Unirme.