Enfrentar el pasado y reconocer los errores, los crímenes cometidos por las FARC, le devolvió una imagen distinta a la que tuvo durante el conflicto armado. Menos complaciente y más real. Rodrigo Londoño, Timochenko, el máximo líder de la extinta guerrilla, hoy partido político, aseguró este martes que descubrió una organización que llegó a odiar. “Se van configurando unas FARC que yo entro a odiar, porque no tienen nada que ver con las FARC a las que yo ingresé”, afirmó en una entrevista en Caracol Radio. El excomandante también pidió perdón por el reclutamiento de menores y los abortos forzados que perpetró el antiguo grupo insurgente.
Las reflexiones de Londoño, en una conversación con la periodista Diana Calderón, tienen que ver con el desafío de impugnar décadas de una vida. Con el arrepentimiento, pero también con el vértigo de asumir responsabilidades morales. El excombatiente asegura que el hecho de que negara el reclutamiento de menores ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), una versión que circuló la semana pasada, fue “un montaje” interesado de los sectores críticos con el acuerdo de paz, alcanzado hace cuatro años por el Gobierno de Juan Manuel Santos. Timochenko sí mantiene que hay hechos que no conoció y que aún no conoce. “Hay que ir interiorizando cosas que uno no sabía […] Cuando escuché por primera vez que en las FARC se obligó a mujeres a abortar, pensé que era propaganda, que era para descalificarnos, pero en la medida que pude ir conversando e investigando, tengo la certeza de que sí se obligó a mujeres a abortar, eso me parece un crimen que no tiene ninguna justificación, ninguna explicación”, reconoció.
El líder de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común manifestó hace justo un año en una entrevista con EL PAÍS que su organización cometió “barbaridades”. “Ese es el nombre, las barbaridades que se cometieron. En un encuentro con víctimas dije ‘esas no son las FARC a las que yo ingresé’. Las guerras van teniendo unas dinámicas que incluso se salen de las manos de sus protagonistas”, admitió. Londoño y los exdirigentes guerrilleros que se mantienen fieles a los acuerdos pactados en La Habana van desgranando sus errores de forma más directa. “Ahora estamos comenzando a aprender a hablar y a pedir perdón”, continuó Timochenko, que hace días se enteró que uno de sus actuales escoltas fue reclutado por la fuerza cuando tenía 13 años. “Toca pedir perdón de todo corazón a la sociedad colombiana”.
Estas palabras se añaden a un comunicado en el que, el lunes, la antigua cúpula de la guerrilla pedía perdón a sus víctimas de secuestro. “Queremos decirles que el secuestro fue un gravísimo error del que no podemos sino arrepentirnos”, afirman ocho excomandantes, antiguos miembros del Secretariado de la guerrilla, en un comunicado. “El secuestro solo dejó una profunda herida en el alma de los afectados e hirió de muerte nuestra legitimidad y credibilidad. Tomada esa decisión, en las circunstancias excepcionales de la guerra irregular y buscando equilibrar fuerzas, tuvimos que arrastrar este lastre que hasta hoy pesa en la conciencia y en el corazón de cada una y cada uno de nosotros”, abunda el texto difundido por el partido FARC.
Los excombatientes admiten que el secuestro sistemático supuso un atentado no solo contra la libertad, sino también la dignidad de las víctimas. “Hoy día entendemos el dolor que les causamos a tantas familias, – hijos, hijas, madres, padres, hermanos y amigos, – que vivieron un infierno esperando tener noticias de sus seres queridos; imaginando si estarían sanos y en qué condiciones estarían siendo sometidos a seguir la vida lejos de sus afectos, de sus proyectos, de sus mundos. Les arrebatamos lo más preciado: su libertad y su dignidad. Podemos imaginar el dolor profundo y la angustia de los hijos e hijas de tantos secuestrados por las FARC -EP”, señala el escrito.
El proceso por el que han pasado las víctimas, como la excandidata presidencial Íngrid Betancourt, refleja en realidad que ese dolor es inimaginable. Pero la admisión de las culpas, las muestras de arrepentimiento como las manifestadas a los micrófonos de Caracol Radio, suponen un paso decisivo para que, al margen del perdón que es un acto íntimo e individual de los afectados, Colombia camine hacia la reconciliación.
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