La pandemia de COVID-19 multiplicó por cinco las pérdidas de la aerolínea portuguesa TAP en el primer semestre, hasta los 582 millones de euros, frente a los 112 millones que registró en el mismo periodo de 2019.
EFE
En un comunicado divulgado este lunes 28 de septiembre, la compañía aérea señaló que, aunque en los meses de enero y febrero se registraron «evoluciones muy positivas de los principales indicadores», la pandemia provocó «una fuerte caída de la actividad».
La paralización fue casi total, aunque en marzo solo se redujo un 34 % respecto al mismo mes de 2019, en abril, mayo y junio se desplomó el 99 %, 98 % y 97 %, respectivamente.
TAP, que operaba unos 3.000 vuelos semanales, llegó a limitar su actividad a apenas cinco conexiones a la semana, todas entre el Portugal continental y sus islas.
Con ello, el número de pasajeros transportados se redujo un 62 % respecto a los seis primeros meses de 2019, y los ingresos por billetes disminuyeron un 57,2 %, lo que supone 730 millones menos.
Además, la compañía tuvo que reconocer una pérdida de 136,3 millones de euros por contratos de futuros destinados a cubrir el riesgo con la fluctuación de los precios del combustible, y sus resultados también se vieron penalizados por efectos cambiarios de 58 millones.
El fuerte impacto de la crisis derivada de la COVID-19 en la aerolínea llevó al Gobierno a tomar medidas y aumentar el peso del Estado portugués en el capital de la compañía.
Tras un acuerdo con los accionistas privados, el Estado luso, que tenía el 50 % del capital, pasó a ser propietario del 72,5 %, mientras que el 22,5 % se mantiene en manos del empresario luso Humberto Pedrosa y el 5% restante corresponde a los trabajadores.
El otro accionista privado de la compañía, David Neeleman -dueño de la aerolínea brasileña Azul-, abandonó el accionariado.
El acuerdo preveía además una inyección de capital de 1.200 millones de euros, parte de los cuales ya fueron recibidos por la compañía, ahora presidida por Ramiro Sequeira.
La aerolínea está preparando un plan de reestructuración que debe entregar a la Comisión Europea antes del 10 de diciembre, que podría suponer una reducción de plantilla.
TAP contaba con más 10.000 trabajadores antes de la pandemia, pero en estos meses ya han salido varios centenares a los que no se les renovó el contrato, según la prensa portuguesa.
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