España fue la excepción durante el mes de agosto. Los contagios crecían poco a poco, pero de manera sostenida, mientras el resto de Europa miraba con preocupación a su vecino del Sur.
En realidad, la incidencia empezó a repuntar a finales de julio, cuando los casos ya multiplicaban por dos o por tres a los de Francia o Alemania. Pero todavía no eran demasiados; la situación parecía manejable. A finales de agosto España ya se había quedado sola. Con la curva disparada, el país se encontraba claramente en una segunda ola, distinta de la primera, pero también preocupante. Ha sido cuestión de tiempo que el resto de Europa sucumbiera a este segundo embate del coronavirus. Francia, el Reino Unido, Alemania y la República Checa están registrando cifras récord. Italia prepara nuevas medidas restrictivas al superar por primera vez los 5.000 contagios diarios.
El Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC por sus siglas en inglés) alertaba este viernes de que prácticamente en todos los países que monitoriza (los del espacio económico europeo y el Reino Unido) los casos notificados suben con respecto a la semana anterior. Es decir, la tendencia es ascendente. Al organismo europeo también le preocupa otro de los indicadores que vigila, el de los casos registrados en mayores de 65 años. También en este grupo de edad la tendencia de contagios es ascendente en 19 de los 34 países analizados, entre ellos, España. Con los últimos datos disponibles, la República Checa es el país con mayor incidencia acumulada a 14 días: 451 casos por cada 100.000 habitantes. Le siguen Holanda, con 323; Bélgica, con 309, y España, con 308. La incidencia de la enfermedad, advierte el ECDC, lleva 77 días seguidos creciendo en Europa.
“En España la incidencia repuntó mucho antes de lo que todos creíamos”, asegura Jeffrey V. Lazarus, epidemiólogo e investigador del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal). “Sabíamos que el virus iba a hacerse fuerte de nuevo en cuanto llegara el frío y la población volviera a meterse en las casas y los niños en los colegios”, asegura, pero en España sucedió todavía en pleno verano. “No se utilizó bien el descanso del verano para prepararse», lamenta. Se refiere a hacer más accesibles los test de coronavirus, a reforzar la atención primaria y el rastreo de contactos, pero cree que hay una particularidad por la que la segunda ola se adelantó tanto en España: “En parte creo que pudo deberse al confinamiento tan draconiano. Cuando la gente pudo finalmente salir se juntaron las familias a comer, los amigos, se celebró San Juan en junio en varios lugares… Estaban muy contentos porque las autoridades dijeron que no había estado de alarma ni fases y todo era como antes. Pero seguía habiendo coronavirus. Esto no ha ocurrido en otros países, esa necesidad de ver por fin a la familia después de meses por no poder cambiar de provincia”.
El lento crecimiento de los contagios en Alemania ha sufrido una abrupta aceleración esta semana, desatando la preocupación entre las autoridades sanitarias y políticas del país. El viernes se superaron por tercer día consecutivo los 4.000 contagios, con un total de 4.721, según el Instituto Robert Koch. El aumento se registra en buena medida en grandes ciudades como Berlín, convertida oficialmente en zona de riesgo desde el jueves por haber superado los 50 contagios en siete días por cada 100.000 habitantes (58,2). Traducido al indicador que se maneja habitualmente en España, su incidencia acumulada a 14 días ronda los 100 casos. La Comunidad de Madrid quintuplica esa incidencia, con 541 casos, pero tiene zonas que superan ampliamente los 1.000.
Alemania ha decidido tomar medidas antes de que se le descontrole la situación. La canciller, Angela Merkel, se reunió este viernes con los alcaldes de 11 grandes ciudades del país para acordar la aplicación de nuevas restricciones cuando una ciudad sobrepase el umbral de los 50 casos semanales por cada 100.000 habitantes. Restringir la venta de alcohol, extender el uso de la mascarilla en lugares en los que no se pueda mantener la distancia de seguridad o reducir el número de participantes en encuentros sociales forman parte del catálogo de restricciones, dirigidas a frenar los contagios y a evitar la paralización de la economía. Merkel insistió además, tras la reunión virtual con los alcaldes, en que las escuelas deben permanecer abiertas siempre que sea posible.
La capital alemana ya se ha puesto manos a la obra: ha decretado a partir de este sábado el toque de queda nocturno, que implica el cierre de bares y restaurantes de once de la noche a seis de la mañana para tratar de poner coto al ocio nocturno, una de las causas de la propagación del virus. Se restringen además los encuentros durante la noche a un máximo de cinco personas. En el ámbito privado, el número máximo se reduce a 10 personas. La pernoctación en otros Länder de personas procedentes de zonas de riesgo queda supeditada en varios Estados a la presentación de un test de covid-19 negativo.
La pandemia en Europa
El mapa muestra los casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días en distintas regiones de Europa. Los datos son de la semana entre el 28 de septiembre y el 4 de octubre.
Italia intenta reaccionar en las últimas horas ante el aumento de tamaño de la segunda ola de la pandemia de coronavirus. Hasta la semana pasada, el país había resistido mejor que ninguno de sus vecinos pese a haber sido el más golpeado en los meses de marzo y abril. Pero los últimos datos, que superan los 5.000 casos por primera vez (el sábado pasado llegaron a 5.400) desde aquellas fechas, han disparado todas las alarmas y el Gobierno se plantea corregir al alza las restricciones que incluía en el decreto que aprobará esta semana. A diferencia de lo que sucedió en la primavera, cuando la pandemia se cebó con el norte del país, ahora son las regiones del centro y el sur las más afectadas, como Lazio, Campania y Calabria.
Por eso esta semana el Gobierno ha prolongado el estado de alarma hasta el 31 de enero y ha decretado que las regiones no podrán establecer restricciones más laxas que las que imponga el Ejecutivo. También es ya obligatorio el uso de la mascarilla en la calle y en todos los espacios públicos.
En el Reino Unido, la Oficina Nacional de Estadística (ONS, en sus siglas en inglés) dio este viernes la señal de alerta: el coronavirus provoca ya una media de más de 17.000 infectados al día solo en Inglaterra. En todo el país, se aproxima a los 22.000 casos diarios. Los mayores niveles de incidencia se están produciendo en el noreste y noroeste de Inglaterra. Ciudades como Liverpool, Manchester o Middlesborough ya han advertido de que la capacidad de sus hospitales puede verse superada en cuestión de días. “No quiero provocar pánico, pero en cuestión de diez días nuestros hospitales estarán en un nivel similar al que sufrieron durante el pico de la pandemia”, dijo Matt Ashston, el director de salud pública de Liverpool.
El Gobierno de Boris Johnson se prepara para anunciar el próximo lunes restricciones locales más severas en esas zonas, donde más de 10 millones de ciudadanos volverán a sufrir los rigores del confinamiento. No llegará al extremo de finales de marzo, porque Downing Street lucha desesperadamente por evitar el cierre de colegios y empresas, pero la movilidad personal y el ocio se verán afectados. Johnson se enfrenta a la segunda ola con su credibilidad política muy reducida, y cuestionado por la falta de coordinación con las autoridades locales más afectadas, pero la comunidad científica le apremia a no caer en el mismo error de la primavera. “Nos encontramos ante la necesidad de tomar las mismas decisiones que a principios de marzo. Cuanto más tardemos en adoptarlas, más duras y draconianas serán las intervenciones necesarias para cambiar la trayectoria de esta pandemia”, dijo Jeremy Farrar, miembro del SAGE (en sus siglas en inglés), el comité de científicos y expertos que asesora desde el primer minuto de la crisis a Downing Street.
Irlanda ha informado este sábado de 1.012 nuevos casos de Covid, la cifra diaria más alta desde abril y que supone un pico -en los últimos siete días se habían reportado 523 casos de media- que inquieta a las autoridades. “Estoy muy preocupado por las cifras que estamos viendo y lo rápido que empeoran”, dijo Tony Holohan, asesor médico jefe del Gobierno irlandés, según recoge The Irish Times. Holohan destacó la positividad, es decir, el porcentaje de pruebas realizadas que dan positivo. En solo una semana esta cifra se ha doblado hasta el 6,2%, por encima del 3% que el ECDC empieza a considerar preocupante, pero muy lejos de la positividad de regiones españolas como Madrid, Murcia, Castilla-La Mancha y Castilla y León, que rondan el 15%.
Francia ha batido dos veces el récord absoluto de nuevos casos en 24 horas esta semana: más de 18.000 tanto el miércoles como el jueves y 20.339 este viernes. La tasa de positividad a nivel nacional es además “elevada”, del 10,4% según Sanidad. Más de 1.400 pacientes están en cuidados intensivos en un país donde la capacidad inicial antes de la pandemia en reanimación era de 5.000 camas. El presidente del consejo científico instituido por el Gobierno francés, Jean-François Delfraissy, advirtió este viernes de que la crisis sanitaria del coronavirus va a durar hasta el próximo verano y de que hay que prepararse para “seis meses muy difíciles”.
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