Luego de la aprobación de presupuestos la dirección del Gobierno español puede alejarse de la extrema izquierda.
El Gobierno de España es un rehén. Obligado por su mala gestión de la pandemia y el descontento general, Pedro Sánchez (PSOE) y el Partido Socialista Obrero Español se mantienen como socios del Partido de Pablo Iglesias por mezquina conveniencia.
Puertas adentro, Sánchez admite que es necesaria la permanencia de Podemos en el Gobierno para evitar los disturbios, según informaron fuentes del PSOE al portal Voz Pópuli.
Es decir, la precaria alianza gubernamental en la que conviven la socialdemocracia, el nacionalismo, los separatistas, los afines a ETA y el chavismo español solo se sostiene por la amenaza de la violencia.
«Es mejor que Podemos esté dentro del Gobierno”, reitera Sánchez a empresarios, interlocutores de la oposición e incluso dirigentes del PSOE, preocupados todos por la situación política y económica.
Sánchez no solo considera a Pablo Iglesias imprescindible para la mayoría parlamentaria.
Teme que si se rompe la coalición, Podemos se sume al verdadero incendio que se va a producir enla calle a partir de enero, cuando multitud de empresas vayan a la quiebra por la pandemia dejando a cientos de miles de trabajadores en el paro.
El cálculo de Sánchez es que con solo el PP y Vox en la coalición de izquierda puede aguantar la presión de la calle por muy grande que sea el económico en esta segunda oleada del virus.
La alternativa, una salida de Podemos del gabinete, tendría efectos colaterales como la exacerbación de conflictos sindicales y la ruptura del bloque de investidura, lo que terminaría en un adelanto de elecciones generales.
El presidente del Gobierno accedió a todas demandas de la ultra izquierda de Podemos para conseguir aprobar el presupuesto.
Viraje al centro
Otras fuentes señalan que una vez que Sánchez asegure el presupuesto pou»tendrá las manos más libres» para girar hacia el centro hasta la convocatoria de las próximas elecciones, en busca de mayor cooperación con Ciudadanos y hasta con Pablo Casado
La alianza con Podemos tiene sus detractores dentro del PSOE. Por ejemplo, el secretario de Organización y ministro de Fomento, José Luis Ábalos, quien se opone firmemente a un control de precios del alquiler de vivienda en las grandes ciudades porque teme que, en lugar de bajar las rentas, suban tras la retirada masiva de pisos del mercado por parte los arrendatarios, como ocurrió inicialmente en Francia.
Ábalos, junto a la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, y el ministro de Seguridad Social, José Manuel Escrivá, constituyen la oposición interna a Podemos en materia de cuentas públicas, aunque la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, también ha mantenido sonoros encontronazos con la ministra de Igualdad, Irene Montero, y apagado varias polémicas dentro del Ejecutivo de coalición.
Una muestra de esto último se va a comprobar en las próximas semanas con ocasión del casi seguro pacto entre los dos grandes partidos para renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que enterrará la polémica iniciativa gubernamental de reducir a simple mayoría absoluta (176 diputados) la mayoría reforzada (210) necesaria desde 1985 para renovar cargos institucionales.
A partir de ese momento, entrado 2021, será cuando se compruebe la resistencia de la coalición y si Unidas Podemos lo acepta o rompe. Con una salvedad en este último supuesto, añade una fuente territorial socialista: «En la retina de la gente quedará que quien rompe es Iglesias, no nosotros». Eso, creen muchos en el PSOE, operaría a su favor en las urnas.
Con información de Vozpópuli.
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