Desde hace 30 años, Teresa Andrade padece diabetes mellitus, una enfermedad de graves consecuencias para países como México con sus 12 millones de enfermos y que, aunada a la pandemia por coronavirus, ha aumentado el riesgo de muerte de quien la padece poniendo al país entre las cuerdas.
Cristina Sánchez Reyes / EFE
Doña Tere dice este sábado a Efe que cuando le diagnosticaron la enfermedad no la tomó muy en serio. «Lo agarré a juego», resume.
A consecuencia de ello, hace ocho años perdió la visión en un ojo y en el otro solo puede ver en un 70 %.
Como ella, miles de mexicanos sufren afectaciones en ojos, riñones, nervios, enfermedades cardiovasculares y, en casos muy extremos, amputaciones de extremidades debido a la diabetes, enfermedad que celebra este 14 de noviembre su Día Mundial.
Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut 2018), México ha seguido una tendencia ascendente y pasó de una prevalencia de 4,6 % en personas mayores de 20 años en 2000, a una de 10,4 % en 2018.
Esto significa que hay unos 8,6 millones de personas diagnosticadas y cerca de 3 millones sin diagnosticar.
Debido a la grave situación, en noviembre de 2016, el Gobierno mexicano anunció una alerta epidemiológica por diabetes, sobrepeso y obesidad. Pues esta enfermedad es también la primera causa de muerte en adultos de 45 a 64 años de edad y, anualmente, cobra la vida de más de 106.000 mexicanos.
Pero a la epidemia por diabetes se ha sumado el coronavirus, pandemia que en México ha generado 97.624 decesos y 997.393 contagios confirmados.
A mediados de año, el subsecretario de salud, Hugo López-Gatell, informó que del total de fallecidos por SARS-CoV-2 en el país, 67 % tenía padecimientos crónicos como diabetes, obesidad o una enfermedad cardiovascular.
Doña Tere lo sabe. Además de la vista, la diabetes en conjunto con coronavirus le quitó en mayo a su mejor amiga y, un mes después, a su hermano, que «en tres días murió», afirma.
López-Gatell ha culpado a la mala alimentación y el consumo de bebidas azucaradas de agudizar estos padecimientos, incluso, en julio llamó «veneno embotellado» a los refrescos.
SIN POLÍTICAS CLARAS
Julieta Ponce, directora del Centro de Orientación Alimentaria (COA Nutrición), lamentó que pese a las altas cifras de diabéticos en México, las políticas públicas de salud sigan sin tener un rumbo claro para luchar contra la enfermedad.
México es uno de los países en Latinoamérica que ha implementado impuestos especiales a bebidas azucaradas y etiquetado de advertencia en alimentos industrializados, pero todavía es insuficiente.
«Nos encontramos en una situación complicada y estamos hartos de contar muertos, pero le queremos dar la vuelta», aseguró.
La especialista en nutrición dijo que uno de los problemas es que casi siempre se llega tarde al diagnóstico «no hay capacidad de detectarla oportunamente».
Gabriela Rivera, enfermera, maestra en gerontología y quien trabaja con grupos de pacientes en enfermedades crónicas, asegura que, lamentablemente, muchos de los pacientes se resignan a padecer la enfermedad, ya sea porque tienen antecedentes familiares o porque no tienen mucha información.
En tanto, Alejandra Martín Quesada, enfermera, tanatóloga y educadora en diabetes, explica que hay pacientes que, por el contrario toman la enfermedad como una oportunidad para mejorar su calidad de vida aunque, reconoce, son todavía muy pocos con esta visión.
DIABETES TIPO 1, OLVIDADA
Si bien la diabetes tipo 2 es la más prevalente en los mexicanos, existe también la tipo 1, con menor prevalencia pues uno de cada 10 diabéticos a nivel mundial la padece, fundamentalmente son niños y adolescentes.
Karen Ceballos vive con este tipo de diabetes desde que tenía 7 años. Asegura que esta enfermedad nunca ha sido prioridad en las políticas públicas gubernamentales y, en medio de la pandemia por coronavirus, todavía han quedado más relegados.
«No hay apoyo de nada. Casi todos tenemos que comprar de nuestro bolsillo tiras reactivas, glucómetros, todo», afirma.
Reconoce que la pandemia, además, cambió en mucho su rutina diaria para no dejar de hacer ejercicio, alimentarse bien y, sobre todo, no deprimirse.
En ese sentido, doña Tere asegura que los pacientes con diabetes tipo 2 también padecen por el coronavirus, pues el servicio público de salud ha dejado de proporcionarles medicamentos, además de que el encierro les ha conllevado al estrés y la depresión.
Las especialistas coinciden en que la principal clave para combatir esta epidemia es la educación.
«Educar sobre la diabetes es fundamental. La educación nos brinda herramientas extraordinarias, los pacientes cambian la perspectiva de su enfermedad si están educados, pueden pasar de la resignación a la aceptación y a partir de ahí trabajar en el control del padecimiento», concluye Gabriela Rivera.
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