El proceso de transmisión de poderes ha comenzado ya formalmente en Estados Unidos, con un Donald Trump finalmente derrotado por la realidad, que ha accedido a poner en marcha la maquinaria del traspaso, y un presidente electo, Joe Biden, inmerso en la creación de su equipo de Gobierno. El perfil del Gabinete que empieza a tomar forma en Washington no ha lanzado aún guiños al ala izquierda del Partido Demócrata, sino que ha apostado por veteranos de la Administración de Barack Obama, pero deja clara su misión: enterrar la era Trump. “Estados Unidos ha vuelto y está listo para liderar el mundo”, dijo Biden al presentar a sus primeros elegidos.
Los nombramientos conocidos hasta ahora significan una suerte de enmienda a la totalidad de la estrategia exterior de Trump y su giro aislacionista. Un adiós al Ámérica primero que ha caracterizado la doctrina del republicano. Antony Blinken, nominado como jefe de la Diplomacia, es un adalid del multilateralismo; al igual que Jake Sullivan, que trabajó para Hillary Clinton en el Departamento de Estado y será asesor de Seguridad Nacional. Miembros ambos de la Administración de Barack Obama, encarnan la doctrina, o más bien estilo, que en su día un funcionario demócrata resumió como “liderar desde atrás” para el caso de Libia y que muchos de sus detractores han utilizado como argumento de crítica. La propia creación de un zar del Medio Ambiente –el ex secretario de Estado, John Kerry– supone la señal definitiva de que la era Biden tratará de revertir buena parte de las políticas de Trump, quien a su vez desmanteló los planes medioambientales de Obama.
“Este es un equipo que mantendrá nuestro país seguro y es un equipo que refleja que Estados Unidos ha vuelto. Listo para liderar el mundo, no para retirarse de él. Listo para confrontar a nuestros adversarios, no para rechazar a nuestros aliados y listo para defender nuestros valores”, recalcó Biden durante el acto de presentación de sus primeros nominados, en Wilmington (Delaware), la ciudad del presidente electo, desde donde diseña el futuro Gobierno. De hecho, añadió el demócrata, “en las llamadas que he tenido con dirigentes mundiales desde que gané la elección, me he quedado sorprendido por cuánto esperan que Estados Unidos recupere el histórico papel de líder del mundo”.
Las intervenciones posteriores subrayaron esa vocación. Blinken defendió que Estados Unidos debe comportarse con “humildad y confianza” en el mundo. Humildad, dijo, porque ellos no pueden “solucionar solos los problemas, sino que es necesario cooperar con otros países”. Y confianza porque, pese a ello, Estados Unidos, en su mejor versión, “es el país con mayor capacidad de unir al resto para afrontar los retos de nuestro tiempo”. Alejandro Mayorkas, que será el primer hispano en dirigir el Departamento de Seguridad Interior, señaló que Estados Unidos debe “avanzar” en su “orgullosa historia” como país de “bienvenida”. Kerry prometió que Biden “confiará en Dios”, pero “también en la ciencia”. Y la afroamericana Linda Thomas-Greenfield, nominada a embajadora ante Naciones Unidas, proclamó: “El multilateralismo ha vuelto. La diplomacia ha vuelto. Estados Unidos ha vuelto”.
Volver, regresar. Esos fueron algunos de los verbos más repetidos. Hasta ahora, los nombres propios apuntan más a la restauración de una era que a la apertura de otra. Ninguno de los altos cargos hechos públicos ha significado una integración de los sectores más progresistas del Partido Demócrata, aunque quedan nombramientos pendientes. El entorno del senador izquierdista Bernie Sanders ha hecho saber que al veterano político de Vermont le gustaría ser secretario de Empleo y otras fuentes hicieron circular este otoño la candidatura de la senadora Elizabeth Warren como una posible secretaria del Tesoro, si bien la propia Warren ha celebrado la designación de Janet Yellen.
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