Marina Morillo es gastroenteróloga y está jubilada. Antes de la pandemia por covid-19 aún ofrecía consultas en una clínica en Maracaibo, estado Zulia, para poder percibir más ingresos, pero ante la amenaza que representa contagiarse de coronavirus dejó el consultorio.
Ahora solo depende de su pensión de 1.200.000 bolívares (1,30 dólares según la tasa oficial del Banco Central de Venezuela) y de lo que su hijo pueda mandarle desde el exterior.
La médica menciona con orgullo que es sobreviviente de cáncer de mama, pero su salud ha decaído por otros motivos. Ahora tiene hipertensión arterial y resistencia a la insulina, por lo que debe tomar medicamentos a diario para controlar ambas condiciones.
Tomo metformina y losartán potásico, pero no me alcanza. Hago como muchos, solo puedo comprar comida. Es triste que después de 35 años de trabajo no alcance la pensión para comprar medicinas”, expresó Morillo en entrevista para El Diario.
La pensionada admitió que en ocasiones ha suspendido los tratamientos. Sus únicas alternativas son mantenerse con una dieta baja en sal y, cuando puede, tomar pastillas vencidas.
La gastroenteróloga confesó que los periodos que pasó sin tratamiento sintió fuertes dolores de cabeza en la región occipital. Agregó que tras estos episodios teme que pueda sufrir un accidente cerebrovascular (ACV).
“Tuve un familiar que no pudo comprar sus medicamentos y se comía un ajo todos los días, porque decía que eso le bajaba la tensión. Lamentablemente un día le dio un infarto y falleció. La hipertensión es silenciosa y no se puede suspender la medicina, porque cuando menos piensas hay una subida de tensión y ocurren infartos o ACV”, detalló.
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