Diosdado Cabello, el número dos del régimen de Nicolás Maduro, sacó ayer su archiconocido garrote para amenazar una vez más a los venezolanos, muchos de los cuales llevan años pasando verdadera hambre: «El que no vote el 6-D, no come», dijo en referencia a las elecciones parlamentarias convocadas para el próximo domingo. Y es que la política del hambre que utiliza el régimen bolivariano para perpetuarse en el poder no tiene límites ni escrúpulos.
El régimen movilizó medio centenar de autobuses para trasladar a los simpatizantes chavistas que asistieron al acto político convocado por Cabello, celebrado en el polideportivo Venalum, de Puerto Ordaz, estado Bolívar, al sur del país. También acudieron camiones de la empresa Bolívar Gas para trasladar a empleados públicos que fueron forzados a acudir con el fin de llenar el recinto.
Fue aquí, en una más de sus comparecencias populistas, en referencia al voto femenino, donde Cabello no se anduvo con remilgos y amenazó: «Para el que no vote, no hay comida. El que no vote, no come, se le aplica una cuarentena ahí sin comer». La amenaza hacía referencia a la orden de bloquear la entrega de las cajas de alimentos conocidas como «Clap» (Comités Locales de Abastecimiento y Producción). Causó indignación especialmente entre las mujeres a quienes iba dirigido su mensaje.
La diputada opositora Delsa Solórzano de inmediato anunció en Twitter que remitirá a la Corte Penal Internacional la declaración de Cabello, pues considera que «someter a una población al hambre es un crimen de exterminio». La representante diplomática del Gobierno interino de Juan Guaidó en Argentina, Elisa Trotta Gamus, dijo que «Cabello amenaza con dejar sin comida a quienes no voten en la farsa electoral del 6-D. Una demostración clara de que en Venezuela la gente pasa hambre no por falsos bloqueos, sino por una decisión política».
Cabello es candidato a la Asamblea Nacional chavista en estas elecciones convocadas por Nicolás Maduro, que han sido calificadas como fraudulentas por la oposición del presidente interino, Juan Guaidó, y que son rechazada por más de sesenta países.
La política del hambre en Venezuela ya comenzó a aplicarse desde la semana pasada contra las organizaciones y grupos de electores que no simpaticen con el régimen. Es el caso de los comedores públicos que han dejado sin comer a más de 25.000 niños, mujeres y ancianos de los barrios populares. Cada día una legión de cocineras en barrios populares de Venezuela prepara comida para 239 comedores en Caracas y 13 de los 23 estados del país. Una labor silenciosa que desde hace cuatro años sostiene a 25.000 niños y sus familias, madres lactantes, embarazadas y adultos mayores en riesgo de desnutrición.
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