Los 50 estados de EE.UU. y el Distrito de Columbia están compitiendo entre sí para obtener los primeros cargamentos de la vacuna contra el COVID-19, mientras que el número de muertes se ha disparado y, en reacción, las autoridades federales han pedido el uso de mascarilla en todo momento.
EFE, Beatriz Pascual y Alex Segura
Todos los estados deben hacer sus pedidos para la vacuna antes de las 20.00 hora local de este viernes (01.00 GMT del sábado) y, ante el aumento de casos, muchos han comenzado a expresar su descontento con las cantidades asignadas por el Gobierno de Donald Trump.
Cada una de las cajas que recibirán los estados contiene 975 dosis que podrían ser distribuidas a partir del 15 de diciembre por la farmacéutica Pfizer, si recibe autorización de las autoridades, y que deben ser conservadas a -34 grados centígrados, una temperatura mucho más fría que la de otras vacunas.
Esa conservación en frío supondrá un reto para muchos estados, aunque ahora lo que más les preocupa es hacerse con la máxima cantidad de vacunas posibles.
LOS ESTADOS MÁS POBLADOS RECIBEN MÁS VACUNAS
La distribución se hará dependiendo de la población de cada circunscripción, pero algunas autoridades locales como las de Maine, Wisconsin y el Distrito de Columbia no están de acuerdo con ese criterio.
Por ejemplo, la alcaldesa del Distrito de Columbia, la demócrata Muriel Bowser, argumenta que ese principio no tiene en cuenta que la ciudad de Washington tiene la responsabilidad de vacunar a gran cantidad de personal sanitario que vive en los estados colindantes de Virginia y Maryland.
El Gobierno de Trump no ha tenido en cuenta esa circunstancia y, actualmente, solo el 10 % de los 85.000 sanitarios que trabajan en la urbe podrán ser inmunizados con las 6.800 dosis asignadas, según Bowser.
Por su parte, el gobernador de Wisconsin, el demócrata Tony Evers, ha pedido a Trump que dé prioridad a su estado debido al alarmante aumento de casos, que ha puesto las unidades de cuidados intensivos al borde del colapso.
En concreto, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés), han decidido que Wisconsin recibirá 49.725 vacunas a mediados de diciembre, pero Evers ha reclamado más dosis para poder inmunizar a sus 450.000 sanitarios.
Especialmente combativa ha sido la gobernadora de Maine, la demócrata Janet Mills, quien ha criticado que esta semana se haya reducido a 12.675 el número de dosis para su estado, una cifra mucho menor que las 36.000 que se le prometió al principio.
A pesar de las tiranteces, este es solo el principio del envío de cargamentos de vacunas a los estados, ya que se prevé que la farmacéutica Moderna empiece a repartir sus vacunas el 22 de diciembre, en caso de que reciba el visto bueno de los reguladores del país, después de la primera entrega de Pfizer, según un documento interno del Gobierno obtenido por la CNN.
MASCARILLA EN TODO MOMENTO
Mientras, el número de contagios no deja de crecer y, en respuesta, los CDC cambiaron este viernes de postura y pidieron a los estadounidenses que lleven mascarilla en todo momento, tanto cuando estén al aire libre como en espacios interiores, excepto en casa en determinados casos.
En un informe, los CDC avisan de que EE.UU. ha entrado «en una fase de alta transmisión», debido al descenso de las temperaturas y la llegada de las celebraciones navideñas, que impulsan a pasar más tiempo en espacios interiores, donde la transmisión del virus es más fácil.
Por eso, recomiendan el uso de mascarillas en interiores o exteriores cuando no se pueda mantener una distancia de separación de al menos dos metros con otros individuos.
Y también piden a los estadounidenses que usen esa protección en su propia casa, si están conviviendo con alguien que pueda estar infectado o en situación de riesgo.
Hasta ahora, los CDC consideraban que las mascarillas no eran necesarias en espacios exteriores, siempre que se mantuviera la distancia de seguridad. Tampoco recomendaban su uso entre quienes compartían una misma vivienda.
CALIFORNIA, CASI SIN CAMAS PARA LA UCI
Una de las zonas del país donde más preocupa el impacto del COVID-19 es California, que por sí sola está considerada como la quinta economía del mundo y donde la falta de camas en las unidades de cuidados intensivos (UCI) es especialmente aguda en áreas urbanas.
Por ello, el gobernador, el demócrata Gavin Newsom, ha anunciado que el sábado entrará en vigor una orden que obliga a cerrar aquellas zonas donde las UCI estén llenas en un 85 %.
Ahora mismo, según datos oficiales, las áreas urbanas son las que tienen menos capacidad en las UCIS: Por ejemplo, en la bahía de San Francisco solo están libres un 25,4 % de las camas, un número que se reduce aún más en Sacramento (22 %) y California Sur, que incluye Los Ángeles y San Diego y donde la cifra es del 20,6 %.
La situación es crítica, porque California cuenta con muy pocas camas en sus hospitales: solo 1,8 por cada 1.000 habitantes, únicamente por encima de los estados de Washington y Oregon, de acuerdo a datos de la Fundación de la Familia Kaiser.
Actualmente, dos personas pierden la vida cada minuto en EE.UU., donde la cifra total de decesos supera los 277.000 y se han registrado más de 14 millones de casos desde el inicio de la pandemia, según los últimos datos de la Universidad Johns Hopkins.
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