Dos hermanas, la pequeña nació sin útero y deseaba ser madre biológica; la mayor ya había tenido hijos y no quería tener más. Ambas han protagonizado el primer trasplante de útero que se realiza en España y en el sur de Europa, una intervención aparcada durante años en nuestro país por el debate ético y social que planteaba. La cirugía, según ha podido saber ABC, se realizó el pasado 5 de octubre en Barcelona por un equipo de cirujanos y ginecólogos del Hospital Clínic.
La intervención fue un éxito. Tanto la donante como la receptora se encuentran en buen estado, no ha habido rechazo y el nuevo órgano ha empezado a funcionar como se esperaba. La mujer trasplantada ya ha tenido su primer ciclo menstrual y cuenta con varios embriones a la espera del momento óptimo de ser implantados para cumplir su sueño de ser madre.
Pero lo que debería ser una gesta quirúrgica que celebraría el Ministerio de Sanidad en un año en el que las buenas noticias escasean, se ha visto empañada por un enfrentamiento entre la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) y su filial en Cataluña, la Organización Catalana de Trasplantes (Aocatt). Este trasplante pionero se realizó solo con la autorización de la institución catalana y del comité de ética del hospital. No se hizo a espaldas de la ONT, aunque no hubo luz verde de la institución nacional, motivo por el que aún no se ha presentado públicamente.
Cataluña, pionera
Cataluña estaba decidida a ser pionera. Hace un año el jefe del servicio de Ginecología del Hospital Clínic, Francisco Carmona, anunció en una entrevista a ABC Salud que 2020 sería el año del primer trasplante de útero. «Tenemos un equipo muy bueno de anastomosis vascular, un urólogo de los mejores con una gran experiencia en trasplantes vivos, así como una paciente y una receptora idónea. Pese a los dilemas éticos, a la ONT le va a costar mucho decir que “no” con el caso que le presentaremos», contaba entonces a este periódico. El urólogo experto al que se refería el ginecólogo del Clínic es Antonio Alcaraz, uno de los referentes en España en cirugía robótica y mínimamente invasiva y con una gran experiencia en trasplante renal.
El equipo del Clínic ha cumplido con el plazo prometido. El trasplante tuvo lugar este año, aunque la cirugía no contó finalmente con el beneplácito del Ministerio de Sanidad.
Antes de lanzarse a esta operación pionera, su equipo se ha estado preparando para el trasplante. No solo han realizado pruebas con modelos animales. Han viajado a México, Dallas (EE.UU.) y la India, países donde llevan años realizando la intervención para aprender la técnica.
Dudas éticas
La Organización Nacional de Trasplantes se ha resistido durante años a autorizar esta intervención por motivos éticos y sociales. Varios equipos de la Comunidad Valenciana y Cataluña lo habían solicitado y todos se toparon con la negativa de la ONT. No se cuestionaba la pericia o la capacidad de los cirujanos españoles. Muchos de ellos han colaborado con equipos donde esta injerto lleva años haciéndose.
Los argumentos de la organización nacional para impedirlo eran otros. El más importante es que el útero no es un órgano vital, como lo es el corazón o el hígado. En este caso, al no utilizar el tejido de un donante cadáver, se ponía en riesgo a dos personas en cirugías complicadas con el único objetivo de cumplir el deseo de una mujer de ser madre biológica. Es un trasplante pensado solo para mejorar la calidad de vida de una persona. Y esta era la principal queja de la ONT, que decidida a dar el paso cuestionaba que no se haya optado por hacerlo con una donación de cadáver.
Los riesgos de la cirugía no son los únicos inconvenientes. Al peligro de la intervención se añadía que la persona trasplantada debe mantener un tratamiento de inmunosupresión para evitar el rechazo y asumir la posibilidad de que haya un fallo de trasplante.
Otro problema es que la autorización de este tipo de trasplantes abre la puerta a que un hombre pueda solicitarlo e intentar una gestación, con el choque cultural que implicaría.
Alternativa a los «vientres de alquiler»
El argumento para autorizarlo es que este tipo de cirugía ya se ha probado con éxito en al menos 67 ocasiones y han nacido niños sanos de madres trasplantadas. Que la donación es altruista y el equipo del Hospital Clínic estaba preparado para dar ese primer paso. Pero, sobre todo, porque es la única oportunidad de vivir la maternidad para unas 2.300 mujeres en España que han nacido sin útero o lo han perdido por alguna causa médica. No hay tratamiento de reproducción asistida que permita concebir sin útero. Es la única alternativa viable es la maternidad subrogada o vientre de alquiler, práctica que también está vetada en España.
La primera mujer en España que lleva el útero de otra nació con un trastorno congénito llamado síndrome de Rokitansky. Esta enfermedad afecta a una de cada 4.000 mujeres e impide la formación correcta del útero y la vagina. La ausencia de los órganos a veces es parcial, aunque en ningún caso es suficiente para tener una gestación normal.
Las niñas que nacen sin útero alcanzan la pubertad casi con normalidad. Ovulan y hormonan, les crecen las mamas, les sale vello…, es decir son fértiles, pero nunca menstruan porque no tienen útero.
El trasplante se plantea como una solución temporal. Conseguido el segundo nacimiento, las pacientes trasplantadas deben pasar de nuevo por el quirófano para extraerlo y evitar problemas a largo plazo con la inmunosupresión, el tratamiento que impide el rechazo del nuevo órgano y que debilita el sistema de defensas del organismo.
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