El relojero de la Puerta del Sol, Jesús López, asegura que es la primera vez que en la Puerta del Sol no va a haber nadie un 31 de diciembre, el de este 2020, y lo que desea de cara al próximo es que no tengamos «coronavirus» y que la plaza «esté con el gentío».
EFE
Jesús y sus compañeros de Casa Losada, Pedro y Antonio, llevan desde 1996 ocupándose el mantenimiento del reloj de la Puerta del Sol, que pese a que ya tiene 150 años de vida, Jesús afirma que desde que él está a su cargo nunca ha dado ni un error.
Este año las 12 campanadas serán diferentes para Jesús, sus compañeros, pero también para todos los madrileños y visitantes de la capital, ya que la Comunidad de Madrid ha prohibido, a causa del coronavirus, festejar el final del año en plazas o vías públicas, lo que incluye el acto de celebración en la Puerta del Sol.
«Como las circunstancias son las que son, no hay más remedio que aceptarlo y aguantarlo y se acabó», lamenta Jesús, que trabajará igualmente el día 31 de diciembre «para que funcione la bola» porque la falta de personas en la Puerta del Sol significa que hay «47 millones que están en su casa» viéndola por televisión.
Normalmente, unas 25.000 personas acuden a la Puerta del Sol para seguir en directo las campanadas que ofrece el reloj, fabricado en Londres en 1866 aunque por un leonés, José Fernández de Losa, que tenía allí un negocio de relojería.
Fernández de Losada donó el reloj al Ayuntamiento de Madrid, que lo estrenó el 19 de noviembre de 1866 para celebrar el trigésimo sexto cumpleaños de la reina Isabel II. Aunque la tradición de ver las campanadas por la televisión no comenzó hasta mediados del siglo XX, la Puerta del Sol siempre ha estado repleta de gente en fin de año, hasta este 2020, según López «el primero» en el que no va a haber gente en la plaza.
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