Alemania se adentró el miércoles, 15 de diciembre, en su segundo confinamiento duro, con comercios no esenciales y colegios cerrados, para tratar de controlar la pandemia, que dejó en las últimas 24 horas casi un millar de muertos, la mayor cifra registrada.
EFE
El país europeo que durante la primera ola apareció como modélico en su respuesta sanitaria y económica al coronavirus, se muestra desde hace semanas incapaz de aplanar la curva de contagios pese a las crecientes restricciones, en parte por las dificultades del Gobierno central y los regionales para consensuar medidas.
La canciller alemana, Angela Merkel, consideró en una sesión de control al Gobierno en el Bundestag (Cámara baja), que el COVID-19 es el mayor reto social y económico que ha atravesado la Unión Europea desde su fundación.
El país más poblado de la UE ha comunicado 27.728 nuevos casos en las últimas 24 horas -cerca del récord de 29.875 del pasado viernes- y 952 muertes, según el Instituto Robert Koch (RKI), que sitúa las cifras absolutas en 1.379.238 contagiados y 23.427 fallecidos.
Las restricciones
Desde el miércoles -y como mínimo hasta el 10 de enero- todos los comercios en Alemania, salvo alimentación y farmacias, se suman al ocio, la cultura, el deporte y la restauración, que suspendieron su actividad en noviembre. Las colas en las puertas de los establecimientos han sido la excepción más que la norma en un contexto anímico y económico que invita poco al consumismo.
Colegios y guarderías, que el Gobierno alemán se puso a principio de curso como prioridad mantener abiertos, también se han visto forzados a suspender las clases presenciales.
Además, se ha restringido el consumo de alcohol en espacios públicos, se recomienda no viajar en absoluto -ni dentro ni fuera del país-, así como trabajar desde casa, y las reuniones se han limitado a cinco personas de dos domicilios (sin contar a los menores de 14 años).
Las navidades tampoco van a ver una gran relajación de las restricciones. Los puestos de comida callejeros no están permitidos y, aunque se permitirán reuniones familiares algo mayores del 24 al 26 de diciembre, se va a imponer una prohibición de reunión en lugares abiertos de todo el país para Nochevieja y Año Nuevo para evitar las habituales celebraciones multitudinarias.
Crisis económica
Las preguntas a Merkel en el Bundestag, sin embargo, no se refirieron ni a las restricciones ni a la crisis sanitaria en el país, que según la propia canciller mantiene una cifra de nuevos infectados «demasiado alta», acercando el riesgo de que el sistema sanitario alcance «el límite de su capacidad».
Los diputados de la bancada gobernante -conservadores y socialdemócratas- y la oposición se centraron, al abordar la pandemia, en la situación económica y las ayudas a autónomos y empresas.
El nuevo confinamiento aleja la perspectiva de una recuperación en «V» y plantea dudas sobre las consecuencias para el tejido económico -a pesar de las ingentes ayudas- y el empleo, lo que repercute en las cuentas públicas, parte nuclear de la política fiscal de Merkel hasta la pandemia.
El Instituto Ifo rebajó el miércoles su previsión para este año del 5,1% al 4,2% debido a las restricciones desde noviembre y el actual confinamiento. El Instituto de Investigación del Mercado de Trabajo y el Empleo (IAB) estimó por su parte que cada semana de «confinamiento duro» le supone a la economía alemana 3.500 millones de euros.
En este contexto, y con los dos mayores déficit de la historia del Gobierno alemán en los presupuestos de este año y el que viene, Merkel reconoció que la principal tarea del Ejecutivo en el ámbito económico es volver al equilibrio presupuestario.
Para ello, la canciller subrayó que su propósito es aumentar los ingresos públicos promoviendo el crecimiento económico y no introducir «recortes» en el gasto social ni elevar la presión fiscal sobre los más ricos. «No queremos ningún impuesto (nuevo) a la riqueza», reiteró.
Las vacunas
Preguntada por un parlamentario del ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), partido que ha coqueteado con los negacionistas del COVID, Merkel reiteró que no será obligatorio vacunarse. No obstante, vinculó el éxito de la inminente campaña de vacunación con la retirada de otras medidas, como el uso de las mascarillas, que el parlamentario también criticaba.
«Si el 40, el 50 o el 60% de la población no quiere vacunarse, deberemos llevar la mascarilla mucho tiempo, porque no alcanzaremos la inmunidad de grupo», le explicó Merkel, que fijó el nivel a partir del cual se reduce la capacidad de propagación de una epidemia entre el 60% y el 70%.
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