La música es mi vida, es una herramienta para expresarme y poder decir a través de ella lo que siento. Lo es todo», dice el director de orquesta Gustavo Dudamel (Barquisimeto, Venezuela, 39 años). ¿Y ahora, en tiempos de pandemia? La actriz María Valverde -su mujer, presente en la entrevista en calidad de copresidente de la Fundación Dudamel desde 2018-, se apresura a decir «esperanza, luz». El director de orquesta agrega «optimismo». «La música es un recurso fundamental, necesario. Es una conexión con la imaginación. Tú la sientes como la necesites sentir y ahora que estamos en un momento en que se ha detenido todo, que hemos tenido que aislarnos quienes somos seres sociales, que necesitamos estar unidos, ahora tiene un rol esencial. Estamos sufriendo un gran trauma por no poder tener la conexión a la que estamos acostumbrados».
Por: Manuel Llorente / El Mundo
Gustavo Dudamel es la estrella del espectáculo Symphony. Un viaje al corazón de la música, proyecto durante cuatro años y ya erigido como realidad por La Fundación La Caixa. Desde hoy se puede ver, escuchar y sentir en Madrid, junto al Palacio Real, hasta el 19 de enero. Sesenta músicos de la Orquesta de Cámara Mahler y 40 jóvenes de 22 nacionalidades tocan juntos piezas de Beethoven, Mahler y Leonard Bernstein bajo la batuta del joven maestro. Primero llegan los sonidos del mar y de la calle y luego, a través de unas gafas especiales y unos auriculares el espectador se adentra en el interior de una trompeta, en cómo un luthier esculpe y pule un violín. La pantalla ofrece el cosmos, el fondo de un océano. Uno se puede girar en todas las direcciones y sentirse, también, en el interior de la orquesta, junto a los violines, entre las flautas o al lado del trombón. «Es un poema visual», precisa el director y guionista del montaje, Igor Cortadellas. «Un viaje hacia el alma desde nuestro ruido diario».
«Es un espectáculo para todas las edades, desde los ocho años, de cualquier condición social», agrega María Valverde, que apunta el objetivo de Symphony: visitar 100 ciudades.
La palabra compromiso. «No fue creado este espectáculo para la pandemia pero ahora ha cobrado más importancia porque nuestro objetivo es la inclusión a través del arte. Los más desfavorecidos pueden conectar con el arte, tratar de entenderlo a través del uso de la tecnología, de la poesía y del cine», agrega el músico.
En el año Beethoven, el compositor alemán es, para Gustavo Dudamel, «el músico más vanguardista de todos los tiempos. Hasta en su música más tardía, los Cuartetos, sigue siendo moderno para nuestros tiempos, es una referencia única. Y el más humanista. Trató de dar a través de su música un mensaje, esa conexión con la trascendencia, de la importancia del hombre en el mundo como un ser colectivo, social que pudiese llevar a cabo transformaciones».
La pieza favorita de María Valverde es la Sinfonía del Nuevo Mundo. La de Dudamel, la Tercera de Beethoven, conocida como la Heroica, y la Novena de Mahler, entre tantas composiciones.
María Valverde aborda su «trabajo social en la Fundación Dudamel. Como persona necesitaba involucrarme de una forma activa en la sociedad. Conocí El Sistema [organismo de acción e intercambio social venezolano creado por el director José Antonio Abreu en 1975 del que surgió Dudamel] antes que a Gustavo, poder trabajar con niños y darles las herramientas, el derecho a ser y a estar…».
Dudamel, como director musical de la Orquesta de Los Ángeles, se vio obligado a interrumpir la costumbre de dirigir «cuatro conciertos semanales en medio de los actos del centenario de la formación y del festival Power to the People donde tratábamos todos los estilos musicales y verlos como uno. Se ha cancelado todo hasta julio de 2021, casi temporada y media. Las pérdidas económicas han sido gigantescas. Pero también ha sido una vía de poder recrearnos, no sentarnos a esperar, sino ver posibilidades. María y yo hicimos un programa de radio en Los Ángeles desde el Hollywood Bowl, en una caja de vidrio, todos separados. Ella recitó poemas de Neruda y se interpretaron obras inspiradas en el escritor chileno» [se pueden ver/escuchar en la página web de la Filarmónica, en el apartado Sound/Stage bajo el título Love in the time of Covid].
Agrega Dudamel que esta pandemia «no nos llevó a la desesperación, sino a una profunda reflexión: cómo hemos estado viviendo, a qué cosas hemos dado importancia y cuáles no la tenían. Tanto como individuo y también como pareja. Y como miembro de una orquesta. Obramos como el maestro Abreu, quien veía las crisis como oportunidades. Ahora hay que subir otro peldaño».
La primera vez que Dudamel vio en persona a Abreu tenía nueve años. «Él vino a dar un concierto a Barquisimeto y vi un ensayo maravilloso y empezó a enseñarnos la música como un lenguaje que yo no conocía y que me inspiraba completamente. Conectó conmigo y luego vino la Orquesta Infantil Nacional de Venezuela, a comienzos de los 90. Él fue siempre mi guía».
Venezuela, políticamente, ¿no tiene remedio? «Por supuesto que sí. Es una situación muy difícil, muy compleja y muy dolorosa para el conjunto, porque el que sufre al final es el pueblo. Tiene que haber una solución lo antes posible porque el pueblo sufre. Los políticos tienen que hacer su trabajo, buscar una solución apartando egos, ideologías, buscando puntos en común. No nos hemos dado cuenta en el mundo de que las diferencias nos enriquecen. Tenemos un diálogo permanente viciado en el aspecto de que todo es conflictivo; si pensamos diferente eres mi enemigo, cuando la diferencia nos podría brindar un punto de diálogo. No sé a quién le conviene que nos mantengamos siempre en conflicto. Hablo de mi país y de muchas partes del mundo donde no entra en cabeza que las diferencias son importantísimas, pero sin imposiciones ni radicalismos».
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